La electronalidad revisitada. El autismo y la producción del sentido en nuestro tiempo

Electronality revisited. Autism and the production of meaning in our time

 

Ernesto Reaño
Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo. Lima, Perú
https://orcid.org/0000-0003-2648-3592

DOI: https://doi.org/10.36955/RIULCB.2023v10n1.005
Esta obra está bajo licencia internacional Creative Commons Reconocimiento 4.0
Recibido: 04/11/2022 Revisado: 13/11/2022 Aceptado: 01/12/2022 Publicado: 06/01/2023


Resumen
La teoría de la electronalidad, nacida de los estudios literarios y semióticos, empieza a ser usada desde el 2017 para comprender el funcionamiento de la mente autista. En este artículo se actualizan conceptos y terminología producto de la investigación y de la práctica en el trabajo cotidiano con personas autistas en EITA - Perú. El autismo es una condición de vida asociada a un neurodesarrollo atípico (neurotipo) donde se aprecia talento en las áreas de sistematización de la información, procesamiento en detalle y búsqueda de patrones. La forma de producción de sentido en nuestra sociedad actual -en tránsito aún de la etapa escribal a la electronal propiamente dicha- encuentra similitudes con la manera como la mente autista procesa y percibe la información del mundo, privilegiando la subjetividad por sobre lo objetivo, la comunicación diferida antes que la inmediata y el uso de la lógica extensional preferentemente a la intensional. Esto no quiere decir que las nuevas tecnologías favorezcan la aparición del autismo dado que este no se ocasiona por influencias externas, quiere decir que hay un nexo entre la cultura de la cibernética y la cultura del autismo. Así, conocerla es comprender nuestra semejanza y cómo habitar esta etapa de arribo a la sociedad electronal.
Palabras clave: autismo, electronalidad, semiótica, categorización, significado.

Abstract
The theory of electronality, born from literary and semiotic studies has been used since 2017 to understand the functioning of the autistic mind. This article updates concepts and terminology resulting from research and practice in daily work with autistic people in EITA - Peru. Autism is a life condition associated with an atypical neurodevelopment (neurotype) where talent is appreciated in the areas of information systematization, detailed processing and pattern search. The form of production of meaning in our current society -still in transit from the scribal to the electronal stage- finds similarities with the way in which the autistic mind processes and perceives information from the world, privileging subjectivity over the objective, the deferred communication rather than immediate and the use of extensional logic rather than intensional. This does not mean that new technologies favor the appearance of autism since it is not caused by external influences, it means that there is a link between the culture of cybernetics and the culture of autism. Thus, to know it is to understand our similarity and how to inhabit this stage of arrival in the electronal society.
Keywords: autism, electronality, semiotics, categorization, meaning.

El retorno a la normalidad, luego del levantamiento de las restricciones de reunión en el Perú, es una ocasión propicia para analizar las consecuencias que los sistemas electronales de comunicación han supuesto en la forma en la que se conciben los espacios y la interacción entre los sujetos.

Actualmente, la realidad se compone más que nunca de distancias que se decodifican en un sentir de cercanías. El uso de mensajerías instantáneas, de videoconferencia (nótese que el correo electrónico, un resabio escribal en el mundo electronal, ha conocido un franco declive) permitió la continuidad de los servicios educativos, laborales y de salud prolongándose, en nuestros días, en el mantenimiento de formas híbridas de acceso -presencial y virtual- hasta la fecha.

El retorno a las interacciones presenciales luego de la pandemia ha terminado por demostrar un extrañamiento de la realidad como un conjunto de acontecimientos sensibles donde se buscaban patrones de objetividad. Hoy se ha consolidado la función de producción de sentido donde se privilegia la subjetividad que revisten los datos y la información de la palabra electrónica por sobre el acontecer que pueda ser juzgado como verdadero o falso, real o ficticio.  El dato puede ser interpretado según el punto de vista sin levantar necesariamente la vista a otros criterios.

El discurso humano ha ido perdiendo su poder ordenador. Tal como señala Byung-Chul Han (2020), los datos, las informaciones que aparecen profusamente no sólo ya en noticieros sino en redes sociales, no son narrativos (no permiten construir una historia) sino son aditivos; enumeran, se acumulan, no se encadenan en unidades superiores, no narran. El mito ha cedido su lugar al dataísmo; el primero explicaba el mundo, el segundo desaparece en su inmediatez.

Reaño (2020) señaló que, aparentemente, las personas autistas se adaptaron mejor que la población neurotípica, a los cambios impuestos por las sucesivas cuarentenas durante de la pandemia de la COVID-19. Esta mayor adaptabilidad se explicaría, principalmente, porque el tipo de comunicación que empleaban antes de la pandemia privilegiaba un tipo diferido (a través de la conectividad) que uno directo (en lo inmediato).
Empero, como muestran Pellicano et al. (2022), no se debe caer en el juicio anticipado de creer que lo social no es importante para los autistas. Muchos de ellos han visto afectada su salud mental, al igual que el resto de la población, producto de no poder recibir servicios de apoyo de manera presencial o de ver sus círculos de interacción y de rutina severamente limitados.
Sin embargo, la práctica cotidiana en intervención y acompañamiento con personas autistas de diversas edades, muestra siempre una mayor capacidad de resiliencia ante la difícil situación del confinamiento. En este artículo intentaremos comprender la mente autista y su relación con la forma en que se procesa el sentido en la actualidad.

Creemos, por otro lado, que entender la manera cómo operan las funciones en la electronalidad y sus relaciones con la mente autista nos pueden servir de manera esencial para habitar esta etapa.

Electronalidad y autismo. 

La electronalidad (Reaño, 2017, 2020), tal como ha sido definida, se refiere al tiempo que se abre con la incorporación de la palabra electrónica a nuestra producción comunicacional y a la manera como construimos el sentido. Surgida a partir de las tecnologías de la cibernética e impulsada con el arribo de la internet, corresponde a una etapa semiótica junto a sus precedentes, la escribalidad, con una tecnología comunicacional basada en la palabra escrita, y la oralidad, en la palabra hablada. 

Las observaciones en EITA sugieren que esta etapa del desarrollo semiótico humano tiene un nexo importante con la manera como la mente autista produce significados y sentidos (Reaño, 2017, 2020). El tipo de cerebro-mente autista posee una capacidad privilegiada para sistematizar información, es híper-sistematizador (Baron-Cohen, 2020). Un sistema se define por patrones y reglas, sistematizar implica buscar aquellos que rigen un sistema y predecir cómo evolucionará.

 La capacidad de hiperfoco que opera en la mente autista, ligada a la hipersensibilidad sensorial, hace que muchos de ellos puedan notar, de manera más rápida, cambios en lo que ven, oyen, tocan, huelen. Esto se conoce, también, como la función perceptual mejorada” (Mottron, 2016) que le permite -justamente- procesar con gran precisión detalles, encontrando patrones y constantes con mayor facilidad que las personas típicas (neurotípicas). Patrones que se hallan en la naturaleza, en los objetos y los mecanismos que hemos creado. Pueden “leer” mejor la “gramática del mundo”.

Si bien el autismo constituye el 1% de la población (OMS, 2022), esta distribución aumenta significativamente en lugares donde se produce tecnología informática (Baron-Cohen, 2008; Roelfsema et al., 2012; Silberman, 2001). Al ser el autismo una condición poligenética, los genes que le corresponden están distribuidos no solo en las personas con esta condición sino en aquellos que presentan talentos y destrezas superiores a la media dentro de una variación general de la población. Por otro lado, en el autismo se da lo que se llama el “emparejamiento selectivo” (Baron-Cohen, 2008): los individuos autistas suelen encontrar entornos donde se hallan sus pares como ocurre en los enclaves de producción informática.
Sin caer en el estereotipo que muchas veces se ha desprendido de esta tasa, a saber, el autista como mayoritariamente programador o ingeniero - preponderancia cuestionable como muestra el literato autista McGrath (2017)-, se puede apreciar que cuando se analizan las características de las funciones de la electronalidad con la manera cómo procesan el sentido las personas autistas, se encuentran semejanzas notables.

Dado que la mente autista está presente en el diseño (a través de ingenieros programadores, operarios) de las tecnologías que se utilizan, no es extraño que su forma sea intuitiva para personas autistas. Quizá ese sea el sentido por el cual Blume (1998) señalara que la cultura de la cibernética favorecía a un tipo de mente autista. Estas estructuras de la información que modelan y filtran la manera de comunicación, hacen por ello, que los estilos, el estilo de esta etapa electronal se asemejen a ciertos patrones comunicacionales de la mente autista.
 

Funciones de la producción de sentido.

La teoría de la electronalidad está basada en la forma en la que se produce el sentido a través de las siguientes funciones:

 
Función 1: Realidad objetiva o realidad subjetiva.
Es un privilegio de las representaciones subjetivas sobre las objetivas. En la etapa anterior, la escribal, previa a la aparición de la internet, el objeto-libro era un depositario simbólico de la verdad, de la objetividad. Las definiciones marcaban en gran medida la manera como se orientaba la producción de sentido, cómo se podía objetivar el mundo, lo verdadero y lo falso. Actualmente, al desplazarse el universo de interacción a las redes sociales y la búsqueda de información a los buscadores de internet que son los encargados de objetivar el saber. El afecto se desplaza, también, a los medios digitales, pudiendo ser, entonces, mayoritariamente subjetiva la manera como se representa el mundo y sus procesos. La dificultad actual de reconocer una noticia verdadera de una falsa tiene que ver no tanto con la factura de la falsificación (notable, a veces, medianamente evidente, otras) sino en el desplazamiento de patrones objetivos en los juicios privilegiando los estados subjetivos al interpretar.

En el autismo, se encuentra también un privilegio de las representaciones subjetivas sobre las objetivas. Esto tiene que ver, principalmente, con la capacidad para hiperfocalizarse y procesar en detalles asociados a intereses profundos.

En el desarrollo neurotípico usual, la emergencia de la intencionalidad compartida (Tomasello, 2013) es clave para explicar los procesos del pensamiento social humano. Entre el primer y segundo año de vida, los infantes se enganchan en tareas colaborativas que suponen, en líneas generales, la puesta en escena de un “nosotros”, realizar acciones conjuntas bajo el esquema “tenemos (tú y yo) la intención de hacer X” (intenciones compartidas) frente al esquema previo en el desarrollo “Yo intento hacer X [porque él está haciendo X] (intenciones individuales), como muestran Angus y Newton (2015). En el primer esquema, imaginemos un niño típico que trae un carrito, lo muestra, genera un terreno compartido que invita al juego a través de ciertas acciones, verifica que el adulto comprenda lo que desea y enganche en una actividad que tenga la forma “nosotros jugamos con el carrito”. Este es el presupuesto para el futuro despliegue de las formas de cognición social típicas que implican que yo tome la perspectiva del otro, infiera de sus acciones sus deseos, creencias, necesidades y monitoree mis acciones acorde a las necesidades sociales del otro y del grupo. Todo esto, evidentemente, si mi mente se orienta, naturalmente, a la interacción grupal.

Desde el nacimiento, la mente autista privilegia el procesamiento en detalles y la búsqueda de patrones, por ello no emerge la escena de atención conjunta ni la intencionalidad compartida como parte de un tejido de significaciones sociales con un otro (como en los neurotípicos) a modo de un nosotros con una recursividad estable si no está ligada a un objeto o tema de interés profundo.

En la mente autista emergen, sobre todo, las destrezas propias al análisis detallado de los sistemas, no los de la cognición social típica. Para la mente autista es altamente complicado sistematizar reglas sociales que poseen patrones altamente difusos y, en esencia, convencionales, es decir, pactados por una comunidad y, por ello mismo, inestables. Sin embargo, este análisis detallado que se dirige a intereses profundos busca y encuentra la necesidad de un otro con el cual compartir y recibir información. Es entonces, desde esa subjetividad que se establece la interacción.
No es raro, para quienes interactúan con autistas de ese mismo rango de edad (entre uno y dos años) que se observe que la atención sostenida con el otro y los espacios para mediar el compartir información se encuentran altamente ligados, como se ha señalado, a un objeto o tema de interés, un dinosaurio, por ejemplo. En el autista la representación es altamente subjetiva y el establecimiento de lazos - en principio - va conjuntamente con sus temas de interés profundo, del yo al tú, para establecer un “nosotros” intermitente, que privilegia conectarse según la necesidad de compartirlo.

En la forma como la población general produce sentido en la etapa electronal, se encuentra que los afectos y pasiones se despliegan desde el yo sin considerar, necesariamente, un “nosotros”, las redes sociales perfilan un autocentramiento a la validación del yo a través del reconocimiento del “like”.
Al perder los parámetros objetivos que la colectividad compartía, importa, primordialmente, mi perspectiva y lo que esta decide seleccionar. En palabras de Byung-Chul Han (2020).

La comunicación digital se está convirtiendo hoy cada vez más en una comunicación sin comunidad. El régimen neoliberal impone la comunicación sin comunidad, aislando a cada persona y convirtiéndola en productora de sí misma. Hoy nos “damos tono” en todas partes y forzosamente, por ejemplo en la redes sociales. Lo social se somete por completo a la autoproducción. Todo el mundo se autoproduce, se “da tono” para llamar más la atención (P. 25).


Función 2: Privilegio de la comunicación directa (diálogo) o privilegio de la comunicación diferida (conectividad).
En tiempos anteriores a la electronalidad, eran muy usuales los tipos de comunicación directa (cara a cara) en el intercambio social y la comunicación diferida, que no requiere de la inmediatez, quedaba reservada para las cartas manuscritas, primordialmente y, parcialmente, para la telefonía fija.

Un tipo de comunicación directa es un acontecimiento altamente complejo. No es el objetivo de este texto abordarlo en profundidad pero basta darle una mirada al modelo cooperativo de la comunicación planteado por Tomasello (2013) para dar una idea del nivel de sofisticación social típico requerido:

En primer lugar, emisor y receptor deben establecer, gracias al mecanismo de atención conjunta, un terreno común donde se desarrollará el intercambio comunicativo. Un terreno donde ambos participantes saben interpretar (inferencialmente) los estados intencionales del otro y, asimismo, este terreno contiene un “mundo compartido”, es decir la cultura y sus convenciones, normas e instituciones. En éste, no sólo se plantearán los productos comunicativos, por ejemplo el lenguaje, sino todo un aparato para-verbal que implica gestos, señalamientos y mímicas.

El emisor tiene, en principio, diversas metas individuales que transmitir, las cuales deben ser expuestas a través de un móvil, una intención social que señale su deseo de que el receptor haga, conozca o comparta algo con él. Esa intención debe querer comunicarse, debe poder señalarle al otro, el deseo de que ese móvil sea tomado en cuenta por él. Sólo allí podrá marcar referencialmente su intención al señalar, expresamente, aquello que desea que el otro considere.
El receptor n el campo del receptor, se debe identificar a qué se refiere, concretamente, el emisor en su demanda. Debe presuponer, que el otro es cooperativo conmigo y que lo que me señala es relevante dado que me involucra para poder comprender lo que el emisor quiere, decodificar su intención social. Recién en ese momento, puede tomar una acción respecto de lo que se le ha referido inicialmente.

A partir de este momento, los roles se invierten, el receptor pasa a ser emisor y así se da la alternancia que genera una cadena dialógica, como señaló Bajtín (2008).

 Esta compleja estructura comunicativa (intuitiva para el neurotípico) no responde a las formas comunicativas de la mente autista. En primer lugar, porque el establecimiento del terreno conceptual común, de ese “mundo compartido”, no pasa por el tipo de saber que convoca este tipo de mente. El saber que privilegia, no es sobre el mundo socializado sino es un tipo de saber enciclopédico referido a sus intereses profundos.  De allí que las metas individuales, móviles, intención comunicativa y comunicación referencial estén dirigidas a compartir o demandar información sobre ese interés en particular. Por ello, su tipo de interacción comunicativa es intermitente y más cercana a la conectividad (estar conectado, latentemente) que a la comunicación directa (donde prima el actualizar permanentemente, dialógicamente). De hecho, en el desarrollo del juego en el niño autista, éste no se da como una actividad conjunta, de ida y vuelta, sino de modo paralelo: para el niño es importante jugar cerca a los cuidadores y eventualmente con ellos para volver al juego propio. Más que un “nosotros” equivale a un “estamos juntos cada uno en lo suyo”; sobre esta base se cimentan las futuras formas de interacción y de comunicación, sobre todo diferida.

La sociedad actual, globalizada, puede ser vista como una “hiperculturalidad”, según Byung-Chul (2019), es decir, una construcción de espacios culturales que no tiene centros y donde se privilegia la cercanía, la yuxtaposición, la mezcla, en un universo de interconexiones digitales que hace que se pueda estar en muchos y ningún lugar a la vez. Este es el sentido de la gran red que presagiaba Foucault (1967/1994). En ella, la forma privilegiada de comunicación y su modo de producción de sentido es electronal.

La electronalidad, privilegia formas de comunicación diferidas, se hace uso de herramientas diseñadas, justamente para generar la ilusión de la supresión de la distancia. Por ejemplo: a través de la aparición de las charlas virtuales (webinar), se ha logrado un efecto de abrir una ventana al diálogo que supera la distancia, y que privilegia la conexión. Se pueden tener varias conversaciones al mismo tiempo donde algunas serán prioritarias y otras se darán por el hecho de señalar un “aquí estoy” que enganche una cercanía que no busque una respuesta inmediata más que la certeza de la posibilidad de una interacción futura; se privilegia, entonces, el sabernos conectados antes que el diálogo inmediato. Los detalles se superponen al todo, la posibilidad a la efectividad.

Según Reaño (2020) a propósito del uso actual del WhatsApp y la comunicación diferida, resulta importante analizar: por qué una herramienta de comunicación – en principio diseñada para una población neuro típica- favorece a las personas autistas alcanzar con su estilo de procesamiento cognitivo. Permite además, a la población neurotípica encontrarle similares beneficios, que encuentro la población autista, es decir, el privilegio del poder estar conectados sin buscar, principalmente, la inmediatez de la respuesta que otorga el diálogo.

El estar “conectado” a través de la comunicación diferida mediante mensajerías de texto, por ejemplo, brinda una manera de poder estar conectado sin la sobrecarga de la comunicación directa o poder manejar, controlar,  múltiples conversaciones virtuales.   
Nuevamente, se observa una similitud entre esta función de la electronalidad y su manera de producir sentido en la población general y el tipo de procesamiento de la mente autista.

Función 3: Privilegio de la lógica intensional o privilegio de la lógica extensional.
Hay dos formas en las que se concibe el significado, de modo intensional o de modo extensional. De manera general, la “intensión” alude al sentido o concepto de una expresión y la “extensión” a los objetos del mundo a los que la expresión se refiere.
Por ejemplo, al decir: “el celular está sobre la mesa”, se recurre intensionalmente al concepto de “celular” para entender que se encuentra situado en algo que se conceptualiza como “mesa”. La extensión es ese objeto del mundo, el celular, que se encuentra sobre otro objeto del mundo que es una mesa.

El significado desde la intensión:
Esse est percipi, (“existir quiere decir ser percibido”) señalaba Berkeley, Obispo de Canterbury. Sentencia que inaugura una visión conceptualista en el estudio de la relación mente - mundo. Jackendoff (2002) retomó dicha concepción (la cual es compartida por muchos planteamientos de la ciencia cognitiva) bajo la siguiente fórmula:
Un hablante H de una lengua L juzga la frase F, enunciada en el contexto C, como referida a una entidad E en [el mundo tal como es conceptualizado por H]

De manera genérica, podemos decir que el mundo está compuesto de cosas: objetos y ruidos. Existe [el mundo]  para un observador y el mundo está en la mente de éste. Ésta posee una serie de reglas generales para la formación de pensamientos de donde podremos crear conceptos.  
 

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Figura 1:  La visión conceptualista.

Conociendo que la mente está preparada para adquirir la capacidad de discernir qué sonidos del mundo se asocian a lenguaje y cuáles no, un concepto es producto de la interacción entre estas reglas en interacción con el lenguaje y con la percepción y manipulación que tenemos de los objetos del mundo.

El mundo como entidad abstracta sin un observador que le dé sentido carece de interés conceptual. Una alucinación, por ejemplo, es una manera no menos correcta de conceptualizar el mundo en tanto es el mundo según lo conceptualiza H.

Este procesamiento del mundo se da de manera intensional, depende de los conceptos, de las representaciones mentales internas. Como se decía en la escolática: Verba significant res mediantibus conceptibus (“las palabras designan a las cosas a través de los conceptos”), tal como se señala en el triángulo semiótico en la versión propuesta por Baldinger en 1972 (Figura 2).

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Figura 2. Triángulo semiótico de Baldinger.

Fuente: Baldinger (1972).

Trabajos en neurociencias como los de Sacks, O. (2010a, 2010b, 2012) muestran que el mundo está en la mente. Los colores están en el cerebro, no en la realidad. Los casos de acromatopsia visual son ejemplo de ello. Resta saber si los modelos que otorga la ciencia cognitiva no encasillan la conceptualización a la puramente verbal. La primera dificultad para el tema del autismo respecto de lo que es el patron de desarrollo típico: muchos de ellos no adquieren oralidad y su procesamiento perceptual se da con mayor fuerza sobre la base de una mayor agudeza de los sistemas sensoriales. En muchos de ellos el canal visual es el privilegiado en el momento de conceptualizar. ¿Cómo se sabe? Porque hay comunicación, conectividad, relacionada con sus temas de interés profundo, y esto es lo que se suele olvidar frente a la idea de la omnipresencia de las relaciones del lenguaje con la cognición.

Arnheim (1972) señaló que prejuiciosamente, se cree que sólo se razona verbal o matemáticamente. Esta creencia asume que mediante el lenguaje se aseguraría la "abstracción" y el acceso a categorías deductivas. A este propósito, expuso sobre Einstein: “(…) Albert Einstein alguna vez describió su pensamiento como un “juego combinatorio” de ciertos signos e imágenes más o menos claras incluso visuales o musculares, cuyos resultados tenían que ser laboriosamente trasladados en palabras u otros tipos de signos luego”. 

Para hablar sobre “algo” (lo referido, la representación, los objetos y el estado de las cosas) la condición, más allá que la simple noción de contexto, es que Yo y Tú tengan una representación mental compartida sobre el referente (el objeto o aquello de lo que hablamos), un “conocimiento compartido, un terreno conceptual común que supone, de acuerdo a Tomasello (2013, 2019):

  1.  atención conjunta (co-presencia perceptual).
  2. relación entre procesos ascendentes (de los estímulos a la percepción) /descendentes (del sistema perceptual a los estímulos) respecto a lo que se busque referir (comunicar).  
  3. conocimiento cultural compartido (“saber” acerca del mundo y creencias). Esto basado en principios de cooperación (Grice, 1957) y razonamiento cooperativo. 

Esta representación mental compartida supone que también sea mutua la manera como se clasifican los referentes (objetos del mundo).

Entonces, para hablar del “celular que está en la mesa”, hay que atender conjuntamente a los objetos (celular y mesa) de los que se está hablando, ya sea porque se le pide (proceso descendente), ya sea porque se escucha sonar (proceso ascendente), sabiendo que se encuentra en una mesa determinada. La manera cómo se responderá (si se alcanza el celular o si se pide que se alcance para contestarlo) dependerá de la capacidad de razonar y actuar cooperativamente de acuerdo a lo que es usual hacer en tales situaciones.

 Previamente, se debe tener un concepto (la intensión) de aquello a lo que se hace  referencia. El tema del concepto – imagen mental es cambiado por el prototipo en Rosch (1973) para tratar de definir las fronteras de cómo categorizar.                

El prototipo” es el ejemplar que mejor define a una clase, por ejemplo ave”. Para que un ejemplar puede entrar en la asociación categorial dependerá de cuánto se aproxime o aleje del prototipo. En nuestra habla de Lima, un prototipo de ave sería “paloma”, un colibrí entra por semejanza de modo más claro en la categoría que una avestruz. 

El tipo de procesamiento del sentido depende de la impronta del sistema: oral, escribal, electronal. La conceptualización del mundo (aquello percibido) tiende a lo objetivo (escribalidad) o a la subjetivo (oralidad, electronalidad); dependiendo del tipo de proceso que se privilegie, se establecerá, entonces, la forma de construir los conceptos y su agrupamiento (categorización). En la etapa escribal, el predominio era la categorización en cuanto a prototipos y a los estereotipos socialmente compartidos, y la lógica intensional en la gramática de las cosas.
La lógica neurotípica, por siglos, ha sido eminentemente intensional. Una condición del procesamiento en la escribalidad es el pensamiento lineal: la lectura de estas frases hace que su mente se tenga que focalizar en las letras y su combinación en unidades morfosintácticamente mayores. 

En el autismo: el significado desde la extensión.

Se sabe que el autismo es una condición de vida que se asocia a un neurodesarrollo atípico, caracterizada por un tipo de procesamiento divergente: el cerebro-mente de estas personas está más preparado para sistematizar información mediante el procesamiento en detalle que para adquirir las formas de la cognición social típica.
Sistematizar implica buscar las reglas por las que se rige el sistema para poder predecir cómo evolucionará, donde lo más importante es lo que diferencia a los sistemas entre sí, por ejemplo: ningún celular es igual a otro aunque, por procesos de categorización, neurotípicamente, se asuma que pertenecen a una misma clase.

Si la tarea que debe realizar la persona autista se encuentra asociada a la capacidad de sistematizar, se encontrará talento dentro del área específica del sistema de su interés.

Si la tarea supone que deban ponerse en marcha los mecanismos de la cognición social que implican el lado cognitivo de la empatía, se presentarán dificultades asociadas con el tipo de interacción que neurotípicamente se esperaría. En el autismo, las tareas que implican procesamiento de información, y de la producción del sentido, a diferencia del procesamiento neurotípico, se requiere un tipo de percepción centrada en el detalle, como lo ha reportado Hilde De Clercq (1999) en sus trabajos. Son “buscadores de patrones” como señala Baron-Cohen (2020). 

Otro punto que explica la proclividad de la mente autista para percibir en detalles es la hipersensibilidad sensorial, la cual hace que muchos de ellos puedan notar, de manera más rápida, cambios en lo que ven, oyen, tocan, huelen: esto se conoce, también, como la función perceptual mejorada”.

Procesar en detalles es un punto crucial para comprender la diferencia entre la conceptualización y la categorización neurotípica y autista. La manera en que se procesa la información y la Gestalt involucrada, determina la manera como se conceptualiza el mundo.

Una persona autista conceptualizará el mundo a través del procesamiento en detalle, la búsqueda de patrones y la sistematización. La existencia de una “predisposición cooperativa general” no es una pieza a tener en cuenta, en principio, frente al receptor. Por ello la dificultad de construir una representación basada en la intencionalidad compartida, aquella que supone un nosotros y del compartir un saber general sobre el funcionamiento del mundo típico. Un estímulo u objeto no les es siempre categorizable: puede ser tomado como un elemento único. Esto está vinculado a su capacidad para sistematizar, por ejemplo: un iPhone 14 no es igual – dado que no son objetos en serie-a un Samsung Galaxy S22, aunque ambos sean categorizados, dadas sus semejanzas,  neurotípicamente como teléfonos celulares. Para la mente sistematizadora las diferencias entre los objetos -más incluso si pertenecen a una misma categoría- son cruciales.

Los objetos y ruidos del mundo (figura 2) serán procesados dependiendo de la hipo o hipersensibilidad que presente la persona. Son procesados por un aparato sensorial que percibe diferente, que hace que el mundo, en la mente, sea diferente a la realidad neurotípica: esta es la base de la idea de
neurodiversidad”.

Las reglas generales para la formación de pensamiento, estarán sujetas a la tendencia a la sistematización, hiperselectividad y procesamiento en detalle. Los conceptos, entonces, no serán producidos, necesariamente, de manera categorial sino de una forma extensional que sigue un procesamiento secuencial, por ejemplo: un iPhone13 no es igual a un iPhone14 dentro de un sistema de intereses profundos donde lo que se busca, desde un marco de sistematización, es encontrar aquello en lo que difieren, así no pertenecen a un conjunto cerrado sino a un listado abierto. El significado de algo no es el concepto, prototipo, sino todos los objetos que conforman (o puedan conformar) la categoría.

Esta forma de producir sentido, es secuencial y va de acuerdo al tipo de procesamiento en detalle, lo cual hace que la lógica que prime sea la extensional. Por ello muchos autistas alinean objetos. Justamente, es lo que cabe esperar de un cerebro/mente sistematizador, para alguien con esta capacidad es más importante lo que diferencia a los sistemas entre sí que lo que tienen en común. Como señala Baron-Cohen (2008): “Un buen sistematizador desmiembra, no une, porque cree que unir las cosas le hará perderse diferencias fundamentales que le podrían ayudar a predecir en qué medida funcionarán de forma diferente dos cosas”(p. 70).

El procesamiento en detalle, la hiperselectividad, ha sido visto como dificultad, desde el punto de vista neurotípico, en el proceso de categorización. Un autista tiende a definir un ejemplar de una categoría por sus detalles específicos. Thomas, chico con autismo, llama a los vasos”: vaso del fondo, malteada, vaso cristaly especial del día (De Clercq, 1999).

Temple Grandin  (2015) señala que cuando era niña, sabía que los gatos y perros eran diferentes porque los perros eran más grandes que los gatos, hasta que encontró perros que eran del tamaño de los gatos. Luego observó las narices de los perros y de los gatos para poder hacer la distinción en categorías separadas.
Estas características de la agrupación bajo formas de contigüidad, de simultaneidad, de secuencialidad tienen que ver, no con dificultades en la capacidad de coherencia global sino con lo positivo de las capacidades de sistematización. Tienen que ver con una Gestalt inversa a la neurotípica. El neurotípico tiende a procesar los objetos del todo hacia las partes, el autista privilegia el procesamiento que va de las partes al todo. En el mundo escribal el procesamiento es lineal (la decodificación de la frase escrita), en el mundo electronal es secuencial.

 Entonces, la mente autista: 

El procesamiento en detalles, gobernado por la capacidad de sistematizar, es, principalmente un procesamiento perceptivo que privilegia la secuencialidad. De allí que la lógica que gobierna el sistema sea extensional. Y nuevamente hallamos una correlación entre la mente autista y la era electronal. Google imágenes es un ejemplo de agrupaciones extensionales, los motores de búsqueda funcionan o categorizan como índices no de modo intensional. El uso de ventanas en la navegación privilegia el pensamiento secuencial. 

Epílogo: el malestar en la electronalidad y el tiempo bueno en el autismo.

Todo tiempo que es puente de cambios trae esperanzas y malestares. La pandemia ha acelerado el tránsito definitivo a la electronalidad. Aquello que borra distancias es percibido como lo que destruye los límites que permitían ciertos contornos y fronteras para vivir en comunidad. La globalización genera una hipercultura que borra las diferencias generando un “infierno de lo igual” como señala Byung-Chul (2020) donde el ser deviene apátrida y la añoranza de elementos reales o imaginados de un pasado mejor vuelven en formas de retrotopía.
Todo tránsito de una tecnología de la comunicación a otra ha traído temores similares. En el Fedro de Platón se imagina el momento de la aparición de la escritura en Egipto a través del miedo a la pérdida de la memoria de una sociedad oral ante la tecnología escribal. Años después una sentencia resumiría no sólo la victoria de la escritura sino, incluso, la desconfianza sobre la anterior tecnología oral: verba volant spcripta manent, “las palabras vuelan, lo escrito permanece”.

El privilegio de la subjetividad en la representación del mundo ha traído la dificultad en el reconocimiento de la exactitud de las informaciones, en la pérdida de parámetros para lograr la objetivación de criterios compartidos en lo que solíamos llamar “verdad”. 
La comunicación diferida trae la añoranza de un tiempo de diálogo en un mundo donde las redes pueden concentrar el afecto que deviene en vacío cuando se cierra la pantalla. La comunicación por sí misma nunca puede generar una real comunidad. El pensamiento secuencial es el causante, para muchos, de la dificultad para centrar la atención en el procesamiento en profundidad de contenidos en aquellos que han nacido con las tecnologías electronales. He allí al autista que privilegia la subjetividad para volcarla en el compartir de sus intereses profundos, que utiliza la comunicación diferida para poder privilegiar ese momento de conexión, por intermitente que sea. Que en la secuencialidad focaliza profundamente antes para agrupar cada elemento con los que realiza las categorías, donde cada objeto no escapa al ritual que permite ordenar el azar.  El ritual autista recuerda generar un espacio, como señala Byung-Chul (2020) donde no se repite algo idéntico sino uno donde se puede asegurar lo estable que trasciende lo efímero y donde la persona puede re-conocerse cada vez que lo realiza.

La vida, para poder ser vivida, necesita de la duración de los espacios mentales y de las cosas. Un mundo cegado por la inestabilidad de los cambios y el consumo hipercultural, no permite ser habitado ni vivido. La mente autista constituye, entonces, en sus rutinas, aparente inflexibilidad y ritos, un acto de rebeldía en un mundo donde no se puede desplegar vida entre las preocupaciones de producir indefinidamente, de consumir y cambiar: allí no existe un espacio para crear y tampoco para existir. La mente autista apuesta por lo duradero, por crear una morada donde se puede encontrar lo constante y re-encontrarse. Hace que el tiempo pueda habitarse con profundidad. La mente autista enseña cómo habitar la electronalidad. Por ello es depositaria de los rasgos de la creatividad humana y del tiempo bueno.

 CONCLUSIONES.

Nuestra época electronal, respecto de la manera cómo procesamos y producimos sentido (percibimos) el mundo muestra un privilegio de la representación subjetiva, de la comunicación diferida y de la lógica extensional.
Las características antes señaladas correlacionan con la manera por la cual la mente autista produce sentido.
 

Referencias Bibliográficas