Endomarketing:
a key piece in the design and management of a liquid experience
Miguel E. Torres Pérez
Centro de Diseño, Cine y Televisión
https://orcid.org/0000-0003-2125-5240
DOI: https://doi.org/10.36955/RIULCB.2022v9n2.005Esta
obra está bajo licencia internacional Creative Commons
Reconocimiento 4.0
Recibido: 23/12/2022 Revisado: 11/04/2022 Aceptado:
16/06/2022 Publicado: 01/07/2022
RESUMEN
La experiencia
del cliente se ha convertido en el núcleo central de las estrategias
mercadológicas de empresas y marcas en el contexto actual. Hoy vivimos en una sociedad
líquida donde todo cambia aceleradamente. Las ventajas competitivas se han
desplazado hacia aspectos totalmente intangibles, y si se considera a la
experiencia como un fenómeno totalmente personal anclado en la memoria de las
personas se torna fundamental reflexionar acerca de cómo diseñar y
gestionar dichas experiencias. Una pieza clave en ese proceso es el
endomarketing; un fenómeno relativamente poco estudiado y afectado por la
polisemia que padece el marketing como disciplina. Con antecedentes centrados
en la importancia del servicio al cliente interno, la concepción sistémica del
marketing desde las perspectivas interna, externa e interactiva, la necesidad
de incorporar a la práctica empresarial nuevos paradigmas como por
ejemplo el Modelo Teal de Laloux y la perspectiva “Funky” de economías del
alma, en este artículo se intenta aporta una visión del endomarketing que sirva
como referente para que las marcas y organizaciones comprendan que sin
experiencia memorable hacia el interior es imposible generar
experiencias memorables afuera. El tema puede ser polémico tener
diferentes lecturas, sin embargo estamos convencidos que no se puede
desarrollar una estrategia efectiva de marketing sino partimos de aquí, máxime
en tiempos donde lo humano debe estar en el centro de cualquier
propuesta.
Palabras
clave: Marketing, experiencia líquida, satisfacción, clientes, experiencias.
ABSTRACT
The customer experience has
become the core of the marketing strategies of companies and brands in the
current context. Today we live in a liquid society where everything changes
rapidly. Competitive advantages have been displaced towards totally intangible
aspects, and if the experience is considered as a totally personal phenomenon
anchored in people's memory, it becomes essential to reflect on how to design
and manage these experiences. A key piece in this process is endomarketing; a
phenomenon relatively little studied and affected by the polysemy that
marketing suffers as a discipline. With antecedents focused on the importance
of internal customer service, the systemic conception of marketing from internal,
external and interactive perspectives, the need to incorporate new paradigms
into business practice, such as Laloux's Teal Model and the "Funky"
perspective. of economies of the soul, this article attempts to provide a
vision of endomarketing that serves as a reference for brands and organizations
to understand that without a memorable experience inside, it is impossible to
generate memorable experiences outside. The topic can be controversial and have
different interpretations, however we are convinced that an effective marketing
strategy cannot be developed if we do not start from here, especially in times
where the human must be at the center of any proposal.
Keywords: Marketing, liquid
experience, satisfaction, customers, experiences.
INTRODUCCIÓN
El término
“experiencia” ha venido adquiriendo desde hace algún tiempo un lugar
protagónico en el escenario de las empresas y las marcas. “Todo negocio es
negocio del espectáculo” aseguraba hace algún tiempo Jan Carlzon, creador
del concepto de “momento de la verdad” y unos años después Nordstrôm y
Ridderstrale en su excelente trabajo “Funky Business” advertían acerca de una
gran realidad: las fuentes de las ventajas competitivas se estaban desplazando
cada vez más hacia cuestiones intangibles; por lo que la introducción de los
sentimientos y las sensaciones en el diseño de las marcas se convertían en una
exigencia de los nuevos tiempos.
La
introducción del término “economías del alma” fue clave para demostrar la
necesidad de enfocarse en la extensión de la experiencia y –en síntesis, establecer
que el concepto implicaba entender que no siempre los clientes compran lo que
creemos estarles vendiendo, pero por otra parte que debíamos convertirnos en
“maestros en el arte de tocar las cuerdas emocionales en nuestra lira y en la
de los demás” (Nordstróm y Ridderstrale, 2008).
DESARROLLO
La oferta
económica ha evolucionado: quedaron atrás los tiempos en que los productos
básicos y los bienes manufacturados eran los ejes rectores de la creación del
valor; lo mismo ha sucedido con los servicios, y hoy; en pleno siglo XXI aunque seguimos requiriendo
de productos básicos, bienes y servicios para accesar a nuestros clientes, es
la experiencia la que se convierte en el núcleo de atención de las marcas y
empresas, con la particularidad de que esta es totalmente personal y se nutre
de muchísimos componentes para existir en un espacio totalmente intangible e
inmanejable por parte de los oferentes: la memoria del consumidor.
Por tal razón,
cada vez más las empresas y marcas con cultura mercadológica trabajan en el
diseño de la experiencia del cliente; entendiendo al diseño como un
enfoque multidisciplinario encaminado a crear ambientes con sentido de
interacción entre clientes, bienes, servicios, personas, sistemas y espacios.
El marketing tradicional ha cedido su lugar a un marketing que centra su atención
en la experiencia de consumo de bienes y servicios y no en estos últimos como
tales.
Alrededor de
esta dinámica existe todo un debate acerca de si las empresas y marcas traen en
su ADN la posibilidad de engendrar estas experiencias satisfactorias hacia
afuera cuando hacia adentro siguen funcionando con las mismas prácticas de hace
muchísimas décadas.
Zygmunt Bauman
acuñó los términos modernidad y sociedad
líquida, de los cuales han derivado otros tantos, que fueron abordados por él y
sus seguidores. La definición de lo líquido
ha permeado en el ámbito del marketing actual. La disolución de lo
sólido se manifiesta también en el mundo organizacional, en el mundo de las
marcas y por supuesto en terreno de las
experiencias. Si bien el marketing nació en una época donde imperaba lo sólido
y los orígenes del endomarketing habrían que ciscunscribirlos a estas
circunstancias, hoy habitamos un mundo en constante cambio, fluido; que nos
obliga a replantearnos la manera en la que debemos pensar y definir nuestras
estrategias.
Si se
comprende al marketing como una capacidad individual u organizacional para
crear, captar, distribuir y promover
valor y por tanto provocar comportamientos de consumo hay que entender
que los recursos, habilidades y actitudes para poder desarrollar tales
comportamientos sólo pueden obtenerse y ampliarse si se visualiza a la empresa
o la marca como un sistema, cuyo nivel de competitividad estará determinado por
la manera en la que fluyan desde adentro, y de manera natural, todas las
acciones que permitan hacer nacer una auténtica economía del alma, sustentada
desde luego en procesos de innovación que desde su concepción
tienen que tener la cualidad de regenerarse constantemente.
¿Cómo lograr
esto en empresas donde el ADN organizacional está diseñado para que los
colaboradores sigan órdenes y/o instrucciones, obedezcan muchas veces a ciegas
y no tengan la menor oportunidad de poder disentir? He aquí donde aparece la
necesidad de introducir al marketing interno o endomarketing y entenderlo más
que nunca como una solución al “conflicto empresa-colaborador”, en un escenario
donde se habla de economías del alma, pero se opera bajo preceptos
heredados del siglo XX.
Entender la
importancia del marketing interno como punto de partida del marketing externo y
del marketing interactivo es la clave para poder explicar la auténtica lógica
de una empresa o marca que utiliza esta disciplina como orientación al mercado
y como filosofía de negocios.
La trilogía
marketing interno-externo -interactivo es explicada por Lovelock y Wirtz en
“Marketing de Servicios”, cuando hacen alusión a los llamados imperativos
funcionales para diseñar una estrategia mercadológica efectiva.
“El imperativo
de marketing: dirigirse a tipos específicos de clientes… y crear relaciones
continuas con ellos al entregar un paquete de productos de servicio
cuidadosamente definido, a cambio de un precio que ofrece valor para los
clientes y el potencial de ganancias para la empresa. Los clientes reconocerán
esta proposición de valor, la cual tiene una calidad consistente, que
proporciona soluciones a sus necesidades y que es superior a las alternativas
de los competidores.
El imperativo
de operaciones: crear y entregar el paquete de servicio específico a los
clientes meta seleccionando las técnicas de operación que permitan que la
empresa cubra consistentemente los costos provocados por los clientes, el
itinerario y las metas de calidad, y que también permitan que el negocio
reduzca sus costos a través de un aumento continuo de su productividad…
El imperativo
de recursos humanos: reclutar, capacitar y motivar a los empleados de contacto,
a los líderes del equipo de entrega de servicios y a los gerentes, los cuales
podrán trabajar bien, en conjunto a cambio de una compensación y beneficios
realistas para equilibrar la doble meta de la satisfacción el cliente y la
eficacia operativa…” (Lovelock, 2009).
Estos tres
ejes hacen referencia al marketing, las operaciones y los recursos humanos como
áreas que deben trabajar en conjunto para que se puedan alcanzar los resultados
deseados en términos de credibilidad y de rentabilidad de la empresa; sin embargo,
los reduce a funciones y por tanto pareciera que el marketing pudiera estar
separado de operaciones y recursos humanos: he aquí donde debemos reflexionar
sobre cómo entender el marketing en general y el marketing interno en
particular.
El marketing
es una disciplina polisémica: su interpretación desde distintas perspectivas y
a partir de las posturas académicas e ideológicas de quienes lo han definido
con el paso del tiempo ha generado confusiones, que de no aclararse debidamente
pueden conducir a un entendimiento erróneo de lo que significa realmente el
marketing interno o el endomarketing.
Un breve
paréntesis entonces es necesario para dejar establecida una posición con
respecto a la definición de marketing.
Las
organizaciones a lo largo de la historia y desde que se consolidó la producción
mercantil han tenido que desarrollar estrategias y tácticas para llegar a su
mercado. De acuerdo al nivel de la competencia y del desarrollo de las fuerzas
productivas este enfoque se ha ido modificando. En contextos de escasez
funcionó -y aun funciona- una orientación a la producción, cuando oferta y
demanda se equilibraron comenzó a predominar una orientación al producto, como
manera natural de atraer al mercado; fenómeno que dio lugar a lo que después se
acuñara como miopía del marketing por Teodoro Levitt. El aumento de la oferta con respecto a la demanda
trajo como consecuencia la aparición del enfoque a las ventas como forma de
llamar la atención del mercado e intentar conseguir dar salida al producto
(Torres, 2022).
Los enfoques
al producto y a la venta al día de hoy siguen existiendo a pesar de los cambios
en las condiciones históricas de los mercados y requieren un análisis especial
para poder entender por qué siguen siendo el paradigma bajo el cual algunas
organizaciones establecen su modelo de enfoque al mercado.
El auge de la
competencia, el desarrollo tecnológico y los cambios acontecidos en la
mentalidad de las personas trajeron como consecuencia la aparición del
marketing, como una “nueva” orientación al mercado. El marketing está
sustentado en la teoría de la elección individual que se da a través del
principio de la soberanía del consumidor (Torres, 2022).
El marketing
nació en el siglo XX, aunque sus antecedentes podamos encontrarlos desde mucho
tiempo atrás si reconocemos que- como expresé antes- desde tiempos ancestrales
mercantiles, las organizaciones han buscado efectividad en sus acciones por
medio de la respuesta del mercado.
Existen cuatro
ideas clave que permiten poder llegar a explicar filosóficamente el término
marketing. Estas ideas han sido desarrolladas ampliamente por Carlo Galluci,
quien en conjunto con Lambin y Sicurello escribieron el libro Marketing
Estratégico; texto de consulta obligada para quienes quieren estudiar a
profundidad el tema.
1 . Los
individuos se esfuerzan por lograr experiencias gratificantes: es la búsqueda
del propio interés lo que los lleva a producir y trabajar, y ese es el motor
del crecimiento y del desarrollo individual, lo que finalmente, determinará el
bienestar de todos.
2. La elección
individual determina lo que es gratificante. Esto varía de acuerdo con los
gustos, la cultura, los valores y otros factores….
3. A través
del intercambio libre y competitivo de los individuos y las organizaciones,
estos creen que podrán lograr sus objetivos de mejor manera…
4.- Los
mecanismos de la economía de mercado están basados en el principio de la libertad
individual… la base moral del sistema descansa sobre el reconocimiento del
hecho de que los individuos son responsables de sus propias acciones y pueden
decidir lo que es y lo que no es bueno para ellos (Gallucci, 2018).
El marketing es,
por tanto, un sistema de pensamiento y un sistema de acción, pero también es
clave definirlo como una capacidad para provocar comportamientos de demanda y
de consumo, sin que ello implique manipular a las personas ni propiciar y
estimular el consumismo.
Hecho este
breve paréntesis es menester regresar al fenómeno del marketing interno o
endomarketing.
El marketing
interno ha sido definido desde muchas posturas: como una herramienta de las
áreas encargadas de los recursos humanos de la organización, como una actividad
relacionada con los procesos de reclutamiento, contratación y desarrollo del
personal, e incluso como una filosofía organizacional encaminada a desarrollar
el talento humano. Sin embargo, es bueno preguntarse si estas definiciones son
funcionales en el nuevo contexto.
No se puede
entender al marketing como capacidad mientras no hagamos de él la estrategia
fundamental de la compañía; es decir la que impregne todos los elementos del
sistema en su afán de crear valor. La definición de marketing interno tiene entonces
que construirse desde la perspectiva de entenderlo también como una capacidad,
en este caso únicamente organizacional ya que va direccionada a provocar comportamientos
de involucramiento, compromiso e implicación de los trabajadores con todo
aquello que guarde relación con los procesos de creación y entrega de valor.
Como bien
señala Gary Hamel, las capacidades humanas en el trabajo en la cúspide de la
pirámide (iniciativa, creatividad y pasión) son dones que no se le pueden pedir
ni imponer a nadie, sino que afloran en la misma medida en que la organización
es capaz de provocar dichos comportamientos, que al fin y al cabo ponen de
manifiesto que los colaboradores están comprometidos con la marca y no únicamente
“presentes”; como quien pasa lista, en los procesos de producción de bienes y
servicios.
La experiencia
humana es multidimensional, para poder generarla de manera efectiva hay que
apelar a determinar su alcance y su intensidad, así como los detonadores de la
misma y por supuesto entender que el máximo impacto de una experiencia tiene
lugar cuando evoca significados y en el centro de éstos se encuentran los
valores esenciales de la marca.
Al llegar a
este último punto queda muy claro que en la era de la economía experiencial,
las bases para el diseño de experiencias holísticas se encuentran en el
interior de la organización, máxime cuando las experiencias son funcionales,
sociales, culturales y personales, por lo que todos los involucrados en su
creación tienen que experimentar la necesidad de “sentir las ganas” de
crearlas, siguiendo la lógica de la cadena de utilidad de los servicios.
Marketing
interno es entonces una capacidad organizacional dirigida a provocar
comportamientos de compromiso con la marca/empresa, lo cual tiene como premisa
la necesaria conexión con las necesidades de los individuos que colaboran con
la misma y la conectividad de todos en la organización, en un
contexto donde la creación y entrega de valor es el eje de todas las
decisiones.
La conexión es
el punto de partida. Conexión está planteada desde la perspectiva del trabajo
en pro de las economías del alma, la conectividad desde el necesario
entendimiento de la comunicación como fuente fundamental para la generación del
rumbo estratégico. La conectividad es la capacidad de poder conectar a todos
con el credo de la empresa/marca y significa un grado superior de conexión que
permite asimilar al marketing como un valor compartido por todos; si esto llega
a ocurrir el camino de la empresa y/o marca hacia el futuro estará marcado por
la credibilidad y esa sin dudas, es una fuente de ventaja competitiva en estos
tiempos.
Frederick
Laloux escribió el libro “Reinventar las organizaciones” con la finalidad de
presentar el Modelo Teal, como un nuevo paradigma organizacional enfocado en lo
humano y en el logro de la efectividad bajo leyes del management comprensibles
en el contexto de una sociedad líquida.
Si bien su
propuesta ha sido recibida en el mundo del management con gran aceptación,
también se ha debatido profundamente acerca de si el ADN de las organizaciones
actuales está “preparado” para “adoptar” este modelo. En el debate ha existido
una evidente ausencia en términos de su aporte al endomarketing y siendo esto
lo que nos ocupa es primordial enfatizar en que los tres pilares del Modelo: la
autogestión, la plenitud y el propósito evolutivo se nos presentan como ejes de
una estrategia de marketing interno, que obviamente tendrían que definirse y
adaptarse al contexto cultural de la empresa o marca en cuestión.
Si bien Laloux
aclara que las empresas no deben adoptar necesariamente los tres, sería
interesante pensar de qué forma una estrategia de marketing interno pudiera
considerar los tres y en qué dosis para ir facilitando la experiencia interna
de los colaboradores, lo cual permitiría en un mediano/largo plazo transformar
a dichas organizaciones.
Mientras
existan pirámides jerárquicas y la burocracia sea el eje rector del sistema
será imposible que la autoridad pueda distribuirse y se pueda generar un
auténtico aprendizaje e inteligencia colectiva: en ese ámbito la autogestión es
algo que podría considerarse como una pieza fundamental en la estrategia de
endomarketing.
Con respecto a
la plenitud, estaríamos invitando a los colaboradores a “quitarse sus
máscaras”; este tema altamente controversial es vital para poder diseñar una
estrategia de marketing interno auténtica. Afirma Laloux en su excelente libro:
“Se valora la racionalidad sobre todas las otras formas de inteligencia. En
suma, en la mayoría de puestos de trabajo en nuestros ámbitos emocionales,
intuitivos y emocionales no solo no son bienvenidos, sino que más bien están
fuera de lugar. En general las organizaciones son lugares sin alma; lugares
hostiles para nuestra más profunda individualidad, y los anhelos secretos de
nuestra alma.” (Laloux, 2017).
La plenitud en
el espacio de trabajo se convierte, por tanto, en una condición tanto necesaria
como suficiente para que se pueda operar en un contexto apegado a la economía
del alma.
Por otra
parte, el propósito evolutivo transforma totalmente muchas prácticas
empresariales cotidianas. Como bien afirma Laloux. “en muchas de las
organizaciones investigadas… el propósito global no es solo una declaración
escrita en una placa sobre el mostrador de la recepción o en el informe anual,
sino que es una energía que inspira y orienta.”
La experiencia
de las personas en el siglo que vivimos es líquida, no se puede fragmentar.
Afirman José Carlos Otero y Marta Marrodán en su libro “Experiencia Líquida”:
El aspecto más positivo de esta concepción… es que precisamente esta condición,
la convierte también en recuperable. Si fuera un sólido, una mala experiencia
podría romperla, como una bala atravesando un objeto. Pero una de las
características de los líquidos es la ductabilidad, es decir, son adaptativos,
cambian, transforman su forma por presión y, de igual manera, no pueden volver
a recuperarla” (Otero y Marrodán 2017).
El
endomarketing en estas condiciones tiene que visualizarse como un modelo
líquido de gestión de la experiencia del cliente interno de la organización,
que incorpore la fluidez y dinámica de las empresas y los modelos mentales de
los involucrados. Debemos tener mucha claridad en el entendimiento de que la
experiencia de cualquier individuo es independiente de su gestión; es decir
esta va a existir tanto si la diseñamos como si no lo hacemos.
El diseño de
la experiencia debe partir del establecimiento de un adecuado proceso de
endomarketing o marketing interno, que asegure que los miembros de la
organización estén en condiciones de poder transmitir la promesa de la marca y
de ser captadores de la percepción del
cliente sobre la empresa. La coherencia entre la experiencia del empleado o
colaborador y la experiencia del cliente externo es clave para que la marca
alcance el posicionamiento deseado y pueda materializar sus anhelos en términos
de competitividad.
Las empresas
que prestan servicios generalmente enfrentan problemas derivados de la
insatisfacción de sus clientes, estas situaciones afectan su posicionamiento y
por tanto su nivel de competitividad. Las causas de esta insatisfacción son
sistémicas y su análisis suele ser bastante complejo, pero se puede afirmar que
la inexistencia de endomarketing o la pobre implementación de este, es sin
lugar a dudas una de las razones más poderosas por las cuales se produce una
brecha entre lo que se le promete al cliente y lo que se le entrega en los
momentos de la verdad; de ahí la importancia y relevancia de integrar a la
estrategia al ADN de la empresa y/o la marca el marketing interno.
En el contexto
de la sociedad líquida el endomarketing está llamado a convertirse en el eje
clave de la plataforma de creación y entrega de valor de una empresa. No debe
ser relegado a un segundo plano, ni confundido con las funciones que un
departamento de recursos humanos debe cumplir. Esto debe ser entendido a
profundidad por la gerencia en los distintos niveles de una organización de
cualquier tamaño; quienes deben estar sensibilizados con el hecho de que “si
desea que las cosas funcionen fuera, en primer lugar, debe conseguir que
funcionen dentro de la empresa” (Albrecht, 1998).
Hoy, más que
nunca la transición hacia la autogestión, la plenitud y el propósito evolutivo
ponen en evidencia que en el mundo líquido las personas y sus motivaciones
tienen que ocupar un lugar protagónico en el diseño de la estrategia con sus
respectivas implicaciones en términos de diseño de confianza y de cambio en los
modelos mentales, que hacen del endomarketing una capacidad que
obligatoriamente se debe desarrollar en la búsqueda de la competitividad
empresarial.
REFERENCIAS
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