Claves de la Organización Escolar para el
desarrollo de las competencias del siglo XXI
Clues to school
organization for the development of students´ skills in 21st century
Levis Villadiego-Sánchez
Universidad Metropolitana de Educación,
Ciencia y Tecnología
https://orcid.org/0000-0002-0179-2287
DOI: https://doi.org/10.36955/RIULCB.2022v9n1.004
Esta obra está bajo licencia internacional
Creative Commons Reconocimiento 4.0
Recibido: 05/08/2021 Revisado: 20/09/2021
Aceptado: 21/12/2021 Publicado: 15/01/2022
RESUMEN
El presente artículo, desarrolla los
elementos conceptuales que sustentan los componentes relevantes de la
organización escolar para desarrollar las competencias en los estudiantes en
respuesta a las demandas de la sociedad de la información, el conocimiento y el
aprendizaje. Se plantea diferentes estrategias que operacionalizan los
fundamentos atendiendo al nuevo enfoque del contrato social CTS (Ciencia,
Tecnología y Sociedad), para superar el antiguo paradigma positivista y
sentándola sobre un enfoque que atiende no solo los intereses de la ciencia,
sino las necesidades y problemas de los contextos sociales, lo cual amplía su
pertinencia, extensión y aplicabilidad. Desarrolla inicialmente, la necesidad
de priorizar sobre el diseño, implementación y evaluación de las políticas
públicas, que constituyen la guía u orientación de la educación, luego la
necesidad de reestructurar los diseños curriculares para que respondan a los intereses, necesidades que la sociedad
considere pertinentes, dándole relevancia a la implementación de estrategias
que potencialicen el aprendizaje en red, y las competencias para aprender a
aprender en un medio altamente cambiante, finalmente analiza las implicaciones
del desarrollo profesional docente y su impacto en una educación de calidad al
amparo de una sociedad marcada por los avances en materia tecnológica.
Palabras clave: Competencia, planeación,
didáctica, virtual.
ABSTRACT
This article develops
the conceptual elements that support the relevant components of school
organization to develop competencies in students in response to the demands of
the information, knowledge and learning society. Different strategies are
proposed that operates the bases according to the new approach of the social
agreement CTS (Science, Technology and Society) to get over the old positivist
model and set it on an approach that deals not only with the interest of
science, but also the needs and the problems of social context, this situation
enlarge its relevance, extension and applicability. It develops initially the
need to prioritize over the design, implementation and the review of the public
policies which constitute the guide or orientation of education, later the need
to restructure the curricular designs to answer to the interest, needs that
society considers relevant giving the importance to the implementation of
strategies that reinforce learning on net and the competences to learn how to
learn in an highly changing environment. Finally, it analyzes the implications
of the teacher professional development and its impact on an education with
quality under the protection of a society pronounced by advances in the
technological field.
Keywords: Competence,
planning, didactics, virtual.
INTRODUCCIÓN
Ante el panorama mundial que evidencia el
impacto de las políticas neoliberales con enfoque de desarrollo económico, a
través del aumento de los conflictos (entre y al interior de algunos países) y
la brecha de desigualdad, la alarmante crisis humanitaria mundial generada por
la violencia, la pobreza y el hambre, la creciente violación a los Derechos
Humanos y el deterioro ambiental que ha puesto en jaque la sobrevivencia del
ser humano, la educación enfrenta el reto de promover el desarrollo de
competencias que le permita a los individuos desenvolverse de manera eficiente
y eficaz en un medio que cambia aceleradamente.
Además, frente a los retos que le imprime la
sociedad del conocimiento a la escuela para desarrollar competencias en los
estudiantes, de tal forma que favorezca el aprender a aprender, desarrollar la
creatividad e innovación, se plantea el interrogante ¿Cómo pueden organizarse
las escuelas para promover entre los estudiantes las competencias del siglo
XXI?
A través del artículo, se desarrollan las
ideas que sustentan los diferentes elementos que debe tener la escuela, al
organizarse, para desarrollar las competencias en los estudiantes que
garanticen la pertinencia y calidad de los aprendizajes requeridos en la
sociedad del conocimiento y el aprendizaje. Inicialmente se aborda el currículo
como eje que engrana la propuesta educativa plasmada en la política educativa,
la cual atiende al nuevo enfoque del contrato social de las Ciencias,
Tecnología y Sociedad; a continuación, se desarrolla la variable planeación didáctica y práctica
áulica eficiente y contextual, luego, la variable desarrollo del capital humano
a través de la formación continua, seguidamente y finalmente se aborda el
impacto de la diada docencia-investigación en la transformación de las
prácticas educativas.
Se concluye además, la importancia del
currículo contextual, atendiendo a los
intereses y necesidades explícitos en los diferentes Proyectos Educativos
Institucionales, el cual necesita integrar las Tecnologías de la Información y
las Comunicaciones en ambientes de aprendizaje enriquecidos, retantes, fruto de
la acción educativa pedagógica y didácticamente intencional, fruto de un
docente en formación continua.
DESARROLLO
La respuesta al interrogante inicial ¿Cómo
pueden organizarse las escuelas para promover entre los estudiantes las
competencias del siglo XXI? involucra diversidad de variables, destacando
fundamentalmente al currículo, como eje articulador de la política educativa,
la teoría pedagógica y la práctica de aula, en tanto su carácter polisémico,
pone de manifiesto las diferentes concepciones en su dinámica de construcción y
reconstrucción cultural, la cual responde a las características del momento
histórico que se presenta. Por consiguiente, se puede plantear que la función
esencial del currículo es hacer tangible la concepción de educación desde el
marco teleológico, el cual le da sentido y autenticidad al proceso educativo y
posibilita, además, las transformaciones necesarias para alcanzar la concreción
de la propuesta pedagógica que contiene la visión de la educación.
En este mismo sentido, la pedagogía, la
didáctica, el currículo y la evaluación en el quehacer formativo, se articulan
en función de las convicciones, ideales y fundamentos compartidos que
identifican las propuestas educativas con las que las comunidades se sienten
representadas en los Proyectos Educativos Institucionales, esto es a través de
la coherencia entre las prácticas institucionales en el desarrollo curricular y
los lineamientos trazados en dichos proyectos, en consonancia con lo que
plantea Santiváñez Limas (2012) “el currículo concreta los planteamientos de la
concepción educativa que un país desea alcanzar” (p.34), en consecuencia, el
currículo es una construcción cultural, entendido desde los contextos reales en
que que se desarrolla la enseñanza y el aprendizaje, y desde la perspectiva de
sus actores, la cual contiene las decisiones necesarias para planear, regular
los contenidos, poner en marcha el proceso de enseñanza – aprendizaje, y la
acción didáctico pedagógica del docente (Sacristán, 2010), esto es, sirve de
guía que orienta estratégicamente el proceso educativo.
Desde otro punto de vista, al abordar los
aspectos que describen la manera en que se debería ejercer la labor educativa
en la sociedad globalizada e interconectada, se destaca la formación continua,
como elemento que garantiza la supervivencia de los docentes en un medio que
avanza a pasos agigantados; en concordancia con lo planteado por Pastrana
Armínola y Oviedo (2014), se trata de “prepararse o alfabetizarse en los nuevos
saberes, lenguajes y tecnologías emergentes” (p. 7).
Desde este ángulo, se exige una motivación
interna, comprometida, útil, de tal manera que en el docente se posibilite no
solo aprender, sino desaprender y aprender a prender; lo que implica en cierta
forma ganar vigencia, credibilidad y prestigio social, poniendo en escena y
validando lo aprendido desde las prácticas áulicas, traducidas en nuevas y
mejores maneras de enseñar, prácticas exitosas, eficientes y eficaces;
aprendizajes duraderos y pertinentes.
Se trata de una práctica de aula reflexiva,
orientada, consciente y responsable; sustentada en bases sólidas del
conocimiento filosófico, epistemológico y pedagógico de la educación. Este
aspecto sugiere un esfuerzo extra para los profesionales que no somos nativos
digitales, pues se vuelve imperativo despojarse de los elementos estáticos del
paradigma tradicional que fundamentó nuestro proceso de formación, hacia la
búsqueda de elementos asociados al paradigma constructivista, conectivista, en
medio del auge de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).
En segundo lugar, es posible abordar la
investigación educativa, como factor asociado al fortalecimiento de la
enseñanza-aprendizaje y de la generación de conocimiento, por lo que se asume
un rol activo en materia de encontrar soluciones a las problemáticas
contextuales en los que se desarrollan los Proyectos Educativos; contribuyendo
así al desarrollo social.
En este nuevo escenario social, el rol que
asume el docente pasa de posibilitar el aprendizaje a través de entornos
mediados por las TIC, a ser diseñador y generador de recursos educativos en
ambientes de aprendizaje significativos (UNESCO, 2013). De igual forma, genera
los espacios para potencializar el trabajo colaborativo, acerca a las personas
de diferentes nacionalidades, promoviendo así la interculturalidad en Ambientes
Virtuales de Aprendizaje (AVA) mediados por Objetos Virtuales de Aprendizaje
(OVA), lo cual enriquece las situaciones de aprendizaje, favorece la
autogestión del conocimiento y la innovación.
Desde esta óptica, cobra relevancia el
sentido educativo de las Tecnologías del Aprendizaje en Red (TAR), puesto que
propicia el aprendizaje a lo largo de la vida y desde diferentes contextos,
relacionado con el aprendizaje sin costuras al que se refiere Cesar Coll; es
decir, modifica la ecología del aprendizaje en relación con los contenidos, las
herramientas y los entornos. Los diseños curriculares bajo esta modalidad
educativa, son planeados desde las necesidades particulares de los individuos y
sus ritmos de aprendizaje, articulando los saberes y competencias a nivel
interdisciplinar, se potencializa la búsqueda de información a través de
diferentes fuentes, se privilegia el análisis de la información para
diferenciar lo verdaderamente importante y el trabajo colaborativo toma un
valor trascendente al debatir ideas, redactar ensayos, ponencias, artículos y
presentar la información a través de mapas mentales, conceptuales y cuadros
comparativos, entre otros.
En la escuela, el desarrollo de competencia
en entornos virtuales, aprendizaje remoto o en la modalidad de alternancia, es
un proceso que poco había avanzado, se había postergado, en algunos casos
debido a la falta de dotación en recursos tecnológicos e internet y de
articulación con los procesos de formación del profesorado, pero ante la
pandemia del COVID-19 se han evidenciado avances significativos al respecto,
los cuales deben ser garantes para seguir en esa línea e ir avanzando.
Con respecto a la función de las teorías y
formas de organización curricular en los procesos de enseñanza y aprendizaje,
éstas fundamentan, direccionan y organizan de manera científica y práctica la
actividad educacional, evitando así la improvisación. Del mismo modo se plantea
que el docente adecúa el diseño curricular a las necesidades específicas de
aula en la que desarrolla su práctica educativa (Fonseca Pérez & Gamboa
Graus, 2017), por lo que resulta importante que el docente a lo largo de su
formación, conozca el sustento teórico de las diferentes teorías, de tal forma
que pueda interpretar, aplicar y reflexionar sobre los fundamentos del
desarrollo de competencias y direccionar así, intencionalmente su práctica de
aula.
De este punto de vista emerge el primer
elemento indispensable para el desarrollo de competencias, un profundo
conocimiento de las características individuales, potencialidades y
limitaciones del sujeto que se educa, en el marco de su contexto cercano, para
poder entender y traducir las necesidades de la realidad del individuo, en la
planeación consciente, responsable y pertinente del acto educativo.
El contexto de la educación virtual tiene
características muy particulares, esto es, promueve el trabajo colaborativo,
acerca a las personas de diferentes nacionalidades, fomentando así la
interculturalidad en Ambientes Virtuales de Aprendizaje (AVA) mediados por
Objetos Virtuales de Aprendizaje (OVA), lo cual enriquece las situaciones de aprendizaje
en procura de la autogestión del conocimiento.
Aprender en el contexto desafiante de la
pandemia del COVID-19
Ante la crisis de salud generada por el
avance acelerado de la pandemia del COVID 19 y de acuerdo a las medidas
establecidas por la Organización Mundial de la Salud, en materia de
confinamiento y distanciamiento social, las instituciones escolares optaron por
cerrar, lo que ocasionó que de acuerdo al Centro Estadístico de la UNESCO, el
95% de los niños, niñas y adolescentes, esto es, el equivalente a 159 millones
de alumnos en edad escolar en América Latina fueron afectados (UNICEF para
América Latina y el Caribe, s.f.).
La crisis reveló las condiciones
desfavorables y de desigualdad a la que están sometidos los alumnos de las
instituciones escolares públicas, lo que generó que, en medio de esta nueva
realidad, las instituciones escolares en todos los niveles educativos, se
reorganizaran y adaptaran para responder a esta nueva demanda, surgen así,
interrogantes como ¿Deben aprender lo mismo que de manera presencial? ¿Cómo garantizar aprendizaje significativo y
formación integral en estas condiciones adversas? Elementos como la misión
escolar, el perfil del alumno, del docente y del padre de familia, así como los
ajustes al diseño curricular, se convierten en el centro de los nuevos
direccionamientos a nivel organizacional.
Se parte de la necesidad de reflexionar la
misión escolar, ya que a raíz de la aguda crisis de salud, su labor gira en
torno a mejorar los sistemas de comunicación para motivar e integrar a todos
los actores escolares a través de diferentes fuentes de contacto, promover la
seguridad, el cuidado personal, la salud mental y reactivar la movilidad
curricular ahora mediada por las TIC, liderar la reestructuración del diseño curricular
hacia la pertinencia y la priorización de los aprendizajes, así como la
reorientación de los proyectos pedagógicos para potencializar la actividad
física y recreativa, el trabajo colaborativo en familia, la sana convivencia,
el respeto, la tolerancia, la resiliencia; como estrategia de prevención de la
violencia intrafamiliar y el abuso sexual, cuyos índices se dispararon a lo
largo de la pandemia.
En este mismo orden de ideas, es
indispensable de igual forma, replantear el perfil del alumno y del docente, ya
que, en medio de esta nueva normalidad, el alumno adquiere un papel
protagónico, más autónomo, consciente y responsable de su proceso de formación
fortalecido en las habilidades blandas, tecnológicas, físico deportivas y con
equilibrio mental y emocional. Se enfrenta a Ambientes Virtuales de Aprendizaje
diseñados por los docentes para orientar su proceso de formación a través de
plataformas educativas como Classroom y de comunicación sincrónica como Google
Meet, zoom y Microsoft Teams, entre otras, las cuales enriquecen sus
aprendizajes, ahora más alineados a su carácter de nativos digitales.
En cuanto al plan de estudios y la
evaluación, urge su flexibilidad basándose en los principios de seguridad,
equidad e inclusión, para adaptarse a los ritmos, necesidades, carencias y
dificultades que presentan las familias para proveer las herramientas y
materiales para el desarrollo de las clases propuestas ahora en línea o
sincrónica y/o a través de guías pedagógicas, de tal forma que se pueda contrarrestar
el desconcierto, desilusión y soledad en que se ve envuelto el alumno,
minimizando el impacto de la deserción escolar.
Bajo este nuevo paradigma curricular, el
docente es alumno y guía, ya que necesariamente empieza a adaptarse, reaprender
cómo diseñar e implementar sus guías de aprendizaje en casa articuladas con
objetos y ambientes virtuales de aprendizaje, manejar plataformas de
comunicación, mensajería instantánea, en suma, potenciar sus habilidades
tecnológicas; así como gestionar el volumen de información que recibe como
actividades desarrolladas por los estudiantes para llevar un mejor control y
poder retroalimentar de manera adecuada.
El docente en el marco de la pandemia,
acelera la movilización de sus competencias en el uso pedagógico de las TIC
para planear y desarrollar las clases y además ante las circunstancias de
nuevas formas de comunicación, diseña e implementa diferentes formas de atender
a los alumnos: uso de plataformas, video llamadas, llamadas, WhatsApp y guías
impresas para los alumnos que no disponen de ningún tipo de conectividad. En el
marco del contexto educativo virtual, adquiere pertinencia pedagógica el empleo
de estrategias como el Aprendizaje Basado en Problemas, Aprendizaje Basado en
Proyectos, Estudio de casos y el trabajo colaborativo.
Se destaca el papel de la familia como agente
dinamizador, orientador del aprendizaje en casa, en medio de la
semipresencialidad, virtualidad o aprendizaje remoto. Asume la familia un papel
fundamental, siendo considerado un factor determinante para garantizar la
permanencia y continuidad de los alumnos en la escuela.
La evaluación, es un proceso que permea el
diseño curricular, da cuenta de la evolución de los niveles de progreso en el
alcance de las competencias, en consecuencia, es de carácter formativa, pero a
su vez, da cuenta de un producto y del nivel de impacto del diseño curricular;
esto es, del Proyecto Educativo Institucional en relación con el contexto
sociocultural.
De este aspecto, se desprende un reto
importante, movilizar las prácticas evaluativas frecuentes que dan cuenta de
los contenidos desarrollados (evaluación sumativa) hacia las estrategias de
evaluación formativa. El sistema de evaluación, debe estar alineado con las
competencias planteadas, los aprendizajes esperados y los procesos de
pensamiento potencializados, de tal forma que dé cuenta del nivel de avance de
la competencia, de manera integral.
La evaluación en el contexto de la pandemia
del COVID-19, toma su nivel de máxima flexibilidad, atendiendo a los ritmos y necesidades
de los alumnos desde la diversidad de contextos situacionales en los que la
escuela está circunscrita y a la cual sirve, esto es, adquiere la sensibilidad
que en tales condiciones, la torna humanizada.
Por otro lado, en los diseños curriculares
por competencias adquiere relevancia la movilización articulada e
interrelacionada de diferentes tipos de conocimientos, capacidades y actitudes
(contenidos cognitivos, procedimentales y actitudinales). Así, aparece el
segundo reto, transformar los diseños curriculares, para que den respuesta al
desarrollo de competencias, atendiendo a la articulación de los conocimientos
relacionados entre áreas y/o asignaturas, y que además éstos respondan a las
necesidades educativas contextuales; superando así los conocimientos aislados,
descontextualizados y el gran volumen de áreas y/o asignaturas a desarrollar.
Docencia e investigación.
La estrecha relación que existe entre la
competencia pedagógica del docente y el logro u éxito escolar, exige el
compromiso a nivel personal, profesional e institucional para promover el
desarrollo profesional docente como elemento clave para potencializar los
aprendizajes. Docentes íntegros y cualificados, capaces de mantener una
interacción constante y asertiva con sus educandos, logrando con ello que el
estudiante se enamorare, empoderarse del conocimiento a través de buenas
prácticas pedagógicas.
En consecuencia, para fortalecer las
competencias pedagógicas del docente, se sugiere que esté en un proceso de
formación constante para manejar diferentes estrategias de aprendizaje, que
faciliten y potencialicen el desarrollo de las competencias y en consecuencia
pueda dar respuesta efectiva a los desafíos de la sociedad del conocimiento
(Organziación para la Cooperación y el Desarrollo Económico, 2019). En esta
perspectiva, cobra vigencia la diada indisoluble docencia – investigación,
consideradas parte fundamental de la formación docente y de las
transformaciones pedagógicas necesarias para alcanzar la eficiencia y eficacia
en las prácticas áulicas.
La investigación, como estrategia pedagógica
y metodológica, es ampliamente abordada por Malagón Plata, y otros (2019),
destaca la capacidad de propiciar las transformaciones de los procesos
pedagógicos, ya que fomenta la lreflexión de la práctica pedagógica, esto es, se
convierte en una oportunidad para su mejora, superando así las prácticas
tradicionales. En otras palabras, resignifica el arte de enseñar para que
responda a las características y necesidades contextuales de los estudiantes,
aportando sentido e impactando positivamente en sus proyectos de vida.
En forma similar, se plantea que cambia el
rol del docente, esto es, activa la participación del docente y los estudiantes
en la indagación y búsqueda del conocimiento, siendo el docente un mediador del
proceso. En este sentido, la investigación se convierte en una estrategia de
innovación metodológica, didáctica y curricular, en la medida en que se
construye y reconstruyen los planes de asignatura y fomenta la producción
intelectual, a razón de compartir a través de artículos, ensayos, libros, sus
reflexiones en torno a los avances en el desarrollo de las competencias, y a su
vez, fortalecer el uso de las bases metodológicas de la investigación.
Podemos afirmar entonces, que al posicionar
la investigación como elemento clave del desarrollo curricular, esta pasa a ser
la propuesta para la acción transformadora, contribuyendo a la modernización
institucional, ya que materializa los cambios en las prácticas académicas,
administrativas y de gestión.
La práctica pedagógica concebida desde la
reflexión a partir de la experimentación didáctica, no solo valida teorías, sino
que genera aprendizajes teóricos, contribuyendo a la cultura del mejoramiento
continuo de las prácticas de aula, a la eficiencia, eficacia y calidad
educativa; y en consecuencia al mejoramiento institucional, en tanto se
compartan las experiencias exitosas a través de las comunidades de aprendizaje.
De acuerdo con esto, es posible plantear que la investigación pedagógica in
situ transforma a los actores educativos de reproductores de teoría a
generadores de conocimiento contextualizado, y se convierte en un reto,
extender sustancialmente la práctica de la investigación pedagógica
tradicionalmente desarrollada en los terrenos de la universidad, hacia el
contexto escolar.
CONCLUSIONES
La organización de la escuela sobre la cual
se promueve las competencias para el siglo XXI, tiene como eje central el
currículo, elemento que articula, cohesiona y contextualiza la política
educativa, alrededor de las necesidades particulares de las comunidades,
fundamentadas en prácticas profesionales conscientes, responsables y
actualizadas. Lo que requiere formación continua del educador en el campo
disciplinar, didáctico pedagógico e investigativo; así mismo consolidar
los nuevos escenarios educativos, de
comunicación y de participación de los padres y las familias, los roles activos
de los estudiantes y mediador del docente; ambientes de aprendizaje permeados y
enriquecidos por las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, los
cuales tomaron auge durante la pandemia del COVID-19; y se convierten en un
reto al mantenerlos, en la pos pandemia.
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