Convivencia escolar. Razones para la polémica de un problema
actual
School life. Reasons for the
controversy of a current problems
Jorge Alexander Hernández
Benítez
Universidad Metropolitana de
Ciencia Y Tecnología
https://orcid.org/0000-0003-1934-0905
Regina De La Caridad
Agramonte Rosell
Universidad Científica del
Sur
https://orcid.org/0000-0001-6279-0851
Eduardo Menéndez Alvarez
Universidad Le Cordon Bleu
https://orcid.org/0000-0002-7276-7249
DOI: https://doi.org/10.36955/RIULCB.2021v8n2.007
Esta obra está bajo licencia
internacional Creative Commons Reconocimiento 4.0
Recibido: 05/10/2021
Revisado: 20/09/2021 Aceptado: 06/08/2021 Publicado: 31/10/2021
RESUMEN
En el presente texto se
analizan los términos convivencia escolar y estrategia pedagógica desde sus
perspectivas, semánticas, epistemológicas, legales y conceptuales; basados en
los cuatro aprendizajes fundamentales considerados como los pilares del saber
universal; de igual forma, se toma en cuenta el impacto que estos tienen en las
relaciones humanas e interpersonales en el contexto escolar, y de cómo pueden ser usados a modo referentes
para el desarrollo de programas, manuales y demás documentos que conforman los
marcos normativos que rigen la escolaridad y otros ambientes educativos; todo
lo anterior es tomado a consideración con el objetivo de indagar sobre de los
orígenes, evoluciones, implicaciones y posibles soluciones de los conflictos
que a diario se presentan en las escuelas colombianas. El documento también
analiza, el componente democrático y en qué medida su adaptación interactúa con
la convivencia escolar y su implementación en el campo educativo. Además, para
fundamentar el texto, se escogen algunos conceptos expuestos por diversos
autores y se hace una relación analítica de la pertinencia de estos hacia el
proceso investigativo, partiendo de los contextos en donde se dieran lugar a
realizar dichas iniciativas, de esa forma generar expectativas e ideas para el
desarrollo de proyectos encaminados a la mediación de las relaciones personales
en pro del mejoramiento del ambiente escolar y generación de espacios,
democráticos, incluyentes y de pensamiento.
Palabras
clave: Convivencia escolar, estrategia pedagógica, convivencia
democrática, clima escolar.
ABSTRACT
In this text, the words
school coexistence and pedagogical strategy are analyzed from their, semantics,
epistemological, legal and conceptual perspectives; based on the four
fundamental learnings which are considered as the pillars of the universal
knowledge; Similarly, the impact they have on human and interpersonal
relationships in the school context is taken into account, and how they can be
used as references for the development of programs, manuals and other documents
that make up the normative frameworks that rule schooling and other educational
environments; all of the above is taken into consideration in order to inquire
about the origins, evolutions, implications and possible solutions of the
conflicts that nowadays occur in Colombian schools. The document also analyzes
the democratic component and to what extent its adaptation interacts with
school coexistence and its implementation in the educational field. In addition,
to substantiate the text, some concepts exposed by various authors are chosen
and an analytical relationship is made of their relevance to the investigative
process, starting from the contexts in which these initiatives would take
place, thus generating expectations and ideas for the development of projects
aimed at the mediation of personal relationships in favor of the improvement of
the school environment and the generation of spaces, democratic, inclusive and
of thought.
Keywords:
School coexistence, pedagogical strategy, democratic coexistence, school
environment.
INTRODUCCIÓN
La sociedad humana se
desarrolla en un contexto de comunicación permanente; los conflictos por lo
general trascienden ante las complejidades de la convivencia. Lo anterior se
puede vivenciar en espacios laborales, familiares, escolares; pues donde quiera
que no se cuiden las relaciones interpersonales habrá un escenario para
conflictos, que no siempre resultan fáciles de resolver. Y es que la etapa
actual se caracteriza por una serie de contradicciones donde la incertidumbre y
la globalización de la vida cotidiana, aceleran los procesos, se introducen
nuevos códigos, emergen insatisfacciones y con ello serias dificultades para
conciliar y lograr entendimiento en espacios privados y colectivos de paz.
En apoyo de esta idea, se
considera pertinente lo postulado por Pérez I. (2016), acerca de que “la
democracia tiene que ser el marco dialógico que nos permita conocernos y
convivir con la diferencia hasta enriquecernos mutuamente”. De modo que, como
puede apreciarse, en algunas instituciones educativas de Colombia, sus entornos
escolares y relaciones intersubjetivas evidencian notorias carencias en cuanto
al respeto, tolerancia, amor, solidaridad, entre otros valores que constituyen
la base de un comportamiento adecuado. A raíz de ello, los estudiantes adoptan
conductas violentas que muchas veces son inaceptables, afectando indirectamente
su formación integral y por ende la de los demás; hasta llegar, en algunos
casos, a resultados fatales para las víctimas de tales comportamientos. Por tal
motivo, es imperioso que los docentes desempeñen un rol fundamental en la vida
de cada uno de los estudiantes y miembros de la comunidad educativa, buscando
métodos, técnicas, o cualquier clase estrategias que les brinden una
perspectiva adecuada sobre su visión del mundo para así formar personas
virtuosas dentro de la sociedad. En el trabajo académico de Campdesuñer (2020),
titulado: Plan de mejora y convivencia democrática en interculturalidad. Un
estudio en establecimientos educacionales de la comuna de Santiago de Chile, se
sostiene que:
En las últimas décadas el
tema de la convivencia escolar ha cobrado mucha importancia en el contexto
educativo. La cada vez más colorida y diversa fisionomía de las escuelas, así
como también el heterogéneo entramado social y cultural de los estudiantes, han
ido de la mano con la presencia de la violencia y el racismo como expresiones
de exclusión en el ámbito escolar (p. 87).
Con sustento en esta idea,
se explica la importancia de la conceptualización de los términos “convivencia
escolar y estrategias pedagógicas”, tomando como referentes una amplia
representación de autores estudiosos del tema.
La convivencia escolar
resulta ser un tema polémico dadas las complejidades de las relaciones
interpersonales a nivel global. Lo cual explica una amplia presencia de
información en revistas indexadas de alto impacto y libros especializados
(Campdesuñer, 2015); lo que puede interpretarse como una muestra del interés
que la comunidad académica y científica internacional le otorga, a partir de
las contradicciones en torno a esta episteme; de lo anterior, se deriva la
necesidad de que el informe escrito de esta tesis, presente un acercamiento a la
conceptualización de nociones básicas, respaldadas con algunos estudios (tesis,
artículos, ensayos, normatividad, teorías) relacionados con el tema, dada su
implicación lógica, metodológica y epistemológica.
Desde una perspectiva
teórica, para la convivencia escolar existe cierto consenso en su definición,
es decir que hay una estandarización en su descripción. Dentro de la acción de
vivir, la educación estructura cuatro aprendizajes fundamentales, dándole
sentido al conocimiento adquirido, no solo en las aulas de clases, sino también
en otros contextos. Estos aprendizajes serán los pilares del saber: el primero
es el aprender a conocer, para comprender el mundo; continuando con el aprender
a hacer, para transformar de manera positiva en contexto; siguiendo con el
aprender a vivir juntos, para fortalecer las relaciones interpersonales y la
ayuda hacia los demás; para terminar en el último pilar, aprender a ser, que es
la fusión de los anteriores. De ahí que la convivencia escolar haga referencia
al conjunto de relaciones que ocurren entre las personas que hacen parte de la
comunidad educativa que debe enfocarse en el logro de los objetivos educativos
y su desarrollo integral.
En esta misma línea, aparece
Mockus afirmando que La convivencia escolar resume el ideal de la vida en común
entre las personas que forman parte de la comunidad educativa, partiendo del
deseo de vivir juntos de manera viable y deseable a pesar de la diversidad de
orígenes. Así mismo, esta se relaciona con construir y acatar normas; contar
con mecanismos de autorregulación social y sistemas que velen por su
cumplimiento; respetar las diferencias; aprender a celebrar, cumplir y reparar
acuerdos, y construir relaciones de confianza entre las personas de la
comunidad educativa (Mockus, 2002); haciendo referencia a lo anterior, se considera oportuno el planteamiento de Antanas Mockus,
autor que, por su trayectoria académica y experiencia laboral, es de
considerarse un especialista de aportaciones trascendentales en este tema. No
obstante, también es de considerar que, al momento de especificar el rol de la
escuela en el proceso de formación para la convivencia, el autor define
incipientemente su postulado, ya que la formación de conductas, pensamientos y
habilidades se deben fortalecer es en la escuela, de tal manera que un niño o
joven estudiante no puede dejarse que lo realice de forma empírica o voluntaria
(Pediatrics, 2018). En virtud de lo cual, el texto referenciado no ofrece la
suficiente ilustración en cuanto a la función de la escuela en la formación
infantil, en el tema de estudio.
Ahora bien, la reflexión
sobre la convivencia escolar trae consigo la necesidad de comprender esta
noción desde su carácter procesal, flexible, continua; que debe ser construida cada día en las instituciones
educativas desde donde se fomenta una interacción de conductas, formas de
pensamiento, experiencias, visiones del mundo, entre otros factores que
contribuyan al desarrollo de ambientes escolares democráticos, en los cuales la
participación y el fomento de identidad desde la diferencia, sean centrales
(Pérez R. , 2007). Es decir que, no solamente la escuela debe verse como el
sitio para aprender normas de convivencia y todo tipo de conductas sociales, es
también el sitio para poner en práctica todo lo aprendido: la democracia, el
respeto, la inclusión y todas las demás condiciones que hagan tomar conciencia
de las diferencias que existen en cualquier nicho social.
De otro lado, autores como
(Fierro y Carbajal (2015), profundizan en el estudio de las características de
la convivencia escolar, estableciendo algunas de las perspectivas necesarias en
el desarrollo de análisis e investigaciones atinentes a la temática enunciada.
Así, la primera determinación a ser considerada es el estudio de clima escolar,
de la violencia y/o de su prevención; lo anterior, con el fin de identificar
patrones de conducta y factores de riesgo que delimiten la alteración del
ambiente escolar; para, de esa forma, continuar con el proceso de augurar las
emociones de los sujetos (estudiantes), estructurando la convivencia en un
estado de educación “Socio-Emocional”, que centra su atención al desarrollo de
habilidades sociales como mecanismo principal de la convivencia y por tanto
como componente regulador en la mejora de las relaciones interpersonales en el
contexto educativo (Fierro y Carbajal, 2015). Por último, se debe basar en los
principios democráticos y comunitarios, que enmarcan las pautas de civismo que,
desde la escuela, deben concebirse; de tal modo que la convivencia sea un
elemento de educación para la ciudadanía y la democracia, que se aplique para
considerar los procesos cotidianos de participación como oportunidades para
desarrollar capacidades cívicas, entre las cuales se logre aprender a reconocer
la diversidad de identidades y capacidades de otras personas, valorar la
pluralidad de ideas, entre otros. Estas perspectivas, son herramientas
imprescindibles para tener en cuenta - en las escuelas y centros de educación
y/o formación - en el desarrollo de manuales de convivencia, normas,
reglamentos, etc.; ya que apuntan a elementos importantes como la democracia,
el civismo, las emociones y el ambiente escolar; siendo estos, referencias de
gran aporte a la consolidación estructural de la tesis actual. Es necesario
destacar lo expuesto sobre la Educación para la Ciudadanía y la Democracia,
debido a que se basa en la formación para el respeto de la diversidad, la
tolerancia, participación etc.
Del mismo modo, al momento
de mencionar las características que se desprenden de la convivencia escolar,
se genera una arista denominada “clima escolar” que algunas veces tienden a
confundirse. Para (Arón & Milicic, 1999), existe una división o discrimen
del señalado concepto, y argumentan que los climas escolares pueden clasificarse
en nutritivos y tóxicos; los primeros brindan al conglomerado la impresión de
motivación al participar en actividades de la escuela, generando una
convivencia positiva, en la cual existe interés por el aprendizaje, respeto
entre los profesores y alumnos, confianza, etc. Asimismo, permite un ambiente
físico adecuado para las actividades escolares cotidianas, reconocimiento y
valoración de críticas, castigos y realización de actividades divertidas. Por
el contrario, los climas escolares “tóxicos” se caracterizan por evidenciar
conductas contrarias a las del clima nutritivo, los que derivan en conflictos
no favorables para los procesos académicos y formativos entre los miembros de
la comunidad educativa. Esta clasificación podría ser considerada como
polarizada, ya que enmarca drásticamente la definición de clima escolar, sin
dar espacio a un término medio para el concepto. En la definición de clima
nutritivo, se describe un contexto poco probable; que, al aterrizarlo a la
práctica, se nota un amplio margen con respecto a la realidad, debido a que,
aunque las condiciones óptimas estén dadas, siempre habrá inconvenientes,
puesto que la conducta humana varía de acuerdo a cada individuo (Peña, Sánchez
y Menjura, 2015). Para sintetizar, un
tercer clima escolar de término intermedio generaría una discusión más
acertada, entraría a ser denominado como clima “ecléctico”.
La importancia que viene
teniendo la convivencia escolar, desde hace más de dos décadas, en la
normatividad e investigación científica, en factores como el desarrollo
conductual en educación primaria, asientan su base en la integración del
contexto escolar por medio de la regulación de elementos; cuando este proceso
adquiere matices positivos o negativos, los factores conductuales que componen
la convivencia y los procedimientos regulares de la escuela se ven afectados
puesto que se altera el orden. No obstante, no debe limitarse al desarrollo de
la personalidad solamente en los niveles de educación primaria; ya que estos
conflictos escolares, se ven de manera más evidente y recurrente en la
educación secundaria, sobre todo en los grados 7°, 8° y 9°. Esto se debe quizás
por el cambio a nivel fisiológico al que generalmente se encuentran los
estudiantes al cursar los mencionados grados (Lozano, 2019). No es un detalle
menor, dejar la secundaria por fuera de la teoría. Muchos niños o adolescentes
no han formado su carácter y moldearlos es papel de la escuela, por ende, en
esta etapa de sus vidas en cuando resulta más relevante hacer de ellos
ciudadanos democráticos y pacíficos.
En este punto, es importante
resaltar que, en el estudio sobre las definiciones de convivencia escolar,
surge una integración de conceptos relacionados con la democracia, para hacer
una concepción metodológica de su percepción. Por ello, se supone que las escuelas desarrollen
procesos por medio de los cuales los estudiantes adquieran la habilidad para
regular sus emociones y sentimientos, que se reflejen en formas de manejo de
conflictos en las que prevalezca el consenso y el dialogo; luego, es preciso
contar en el trabajo de aula con
herramientas como la deliberación, el debate, así como la participación en la
formulación y seguimiento de normas tanto en el aula como fuera de ella; se resume entonces que la convivencia
democrática necesita fomentar el valor de solidaridad, puesto que existe un
sesgo social que indica que no todos tienen la oportunidad de expresarse y que
sus opiniones sean tomadas en cuenta, para la toma de decisiones.
Esto lleva a destacar el
fomento de la empatía y la adquisición de perspectiva, que facilite obtener
consensos en puntos de opiniones diferentes a las propias, para identificar y
mediar conflictos. Hasta este punto, los autores coinciden con la búsqueda
teórica de la presente tesis, pero las experiencias vividas en entornos
educativos, muestran que no toda escuela tiene como política institucional, las
herramientas legales, físicas o humanas, para sobrellevar situaciones que
alteren la normalidad pedagógica; luego entonces, esta teoría plantea un postulado
que no está en la posición de ser adoptado por un sistema educativo complejo, o
de grandes números de escuelas.
También se halló, desde otra
concepción teórica formulada por Yamanija, Omura, y Barrientos (2018), que, “la
convivencia democrática se basa en la práctica de relaciones interpersonales
que se modulan y permiten vivir en sociedad”. Es decir, que este concepto va
más allá de los contextos escolares; la interiorización de él, va a ser factor
determinante en el desarrollo social, partiendo de las conductas y formas de
interacción comunitaria. De ahí la importancia de poseer herramientas, humanas,
legales y sociales, en el organigrama educativo de la escuela, pensando en el
hombre del mañana y en el “producto” final que se convertirán los estudiantes
al enfrentarse a la sociedad y las diversas situaciones que devienen del diario
acontecer (Yamanija, Omura, y Barrientos, 2018).
Por otro lado, se hace casi
que obligatorio mencionar la inclusión, ya que es un tema de mucho auge y
relevancia en la elaboración de diseños curriculares, planes de estudio,
normatividad escolar o cualquier tipo de planeación, tanto interna, como a nivel
gubernamental. Lo anterior vislumbra la forma en cómo la escuela se estructura
pedagógicamente y establece sus políticas enfocadas a mantener la asistencia de
todos los estudiantes. De tal manera que la convivencia inclusiva requiere de
factores en su implementación, en los cuales deben existir en su estructuración
elementos que atiendan las necesidades de personas con disposiciones físicas
y/o intelectuales diferentes, así como personal capacitado para atender las
diversidades (de género, cultura, religión, lengua, condición física etc.); que
fomenten la participación y sentido de pertenencia de los miembros de la
comunidad educativa y el trabajo colaborativo.
Entonces, estas
características, formulan algunos criterios sustanciales a tener en cuenta al
momento de formular estrategias pedagógicas en trabajos de investigación, por
lo que se hace importante tener definidas las particularidades de cada
contexto, para proceder a la aplicación de un elemento documental en pro de la
convivencia escolar.
En esta instancia, y
haciendo referencia al marco legal, se puede notar que el amparo jurídico de
todo concepto pedagógico e investigativo, debe servir como fundamento legal,
para el amparo ante la Ley; en Colombia existe un conjunto de normas que
regulan el funcionamiento escolar a nivel general y también existen normas, que
respaldan la convivencia escolar directamente; es este caso el Sistema
educativo colombiano está regulado por la Ley 1620 de 2013 (MEN, 2013),
normatividad educativa constituida por artículos que enmarcan las conductas
atípicas que alteran el normal desarrollo del proceso académico de las escuelas
nacionales. La implementación y difusión de esta ley, comenzó desde el año 2013
en todas las escuelas nacionales, tanto públicas como privadas, pero al día de
hoy, se refleja una falta de consolidación y aprehensión por parte de la
comunidad educativa, en cuanto a sus objetivos, por el hecho en que, en los
últimos años, muchos casos manifiestos han ido en crecimiento en nuestro país
en términos de violencia sexual, embarazo precoz, acoso escolar y transmisión
de enfermedades de trasmisión sexual.
Esta falencia institucional,
no se manifiesta estrictamente por fallas en las instituciones educativas, dado
que, de cierta forma, aquí la mayor responsabilidad la debe asumir el propio el
Ministerio de Educación Nacional (MEN), órgano que no ha implementado políticas
precisas para difundir la esencia de la ley, ni tampoco se ha dispuesto un plan
de trabajo organizado para capacitar al cuerpo docente (docentes, de aula,
coordinadores, psicólogos, rectores) en el manejo tanto de la norma, como del
debido proceso de las situaciones de alteración de la convivencia que se
presentaren en las escuelas. Este referente muestra señales de la realidad en
que se encuentra el manejo de la convivencia infantil y de adolescentes en el
país; y de la notoria incompetencia por parte de los entes de control para
poner en práctica esta importante ley, y de esa forma, garantizar la integridad
de la niñez y juventud nacional que se ha visto afectada por diversidad de
factores, entre ellos, la convivencia escolar.
La convivencia escolar no es
ajena a las percepciones y teorías epistémicas de la educación y la piscología.
Así, el aprendizaje significativo postulado por David Ausubel (1997), es muy
pertinente en el estudio de los aspectos y factores conductuales de los
jóvenes, dado que, al momento respetar normas y formar el carácter de la
personalidad, la fundamentación de lo aprendido y la experiencia por medio de
la cual el conocimiento fue adquirido, cumplen un rol indispensable en los
esquemas de pensamiento del estudiante. De hecho, las concepciones epistémicas
de Ausubel se presentan como componentes de colaboración para la convivencia
escolar, integrando la comunicación asertiva, la participación de los actores
educativos, la asesoría escolar y la interdisciplinariedad.
También se tiene que, en la
construcción de la teoría del conocimiento, el pragmatismo visto como actitud,
fomenta la apropiación adecuada de un carácter de ideas en pro de la sana
convivencia; pero debe ser analizado desde la aplicación de la coerción a los
que, de una u otra forma, infrinjan las normas, en cuanto a que en esta se
buscar es mejorar a través de la toma de conciencia, mas no de elementos punitivos
y de limitación de derechos.
Para Reutert y Castro
(2019), “la convivencia escolar es una construcción colectiva y dinámica que
surge a partir de las diferentes interacciones al interior de un
establecimiento educacional”. Así mismo los postulados del teórico
constructivista Jean Piaget (1996), aseveran que, por medio de la interacción
entre las personas, se va creando y fomentando la convivencia escolar, de modo
que los educadores tienen la oportunidad de encaminar a los estudiantes para
formarles de manera sana, productiva y para el bien común de su sociedad.
Además, el constructivismo
como fuente de creación de relaciones interpersonales, posee características
que lo conectan con el factor de convivencia, como se comprende en los estudios
de Reutert y Castro (2019). Estas relaciones se enfocan al afecto en el trato
interpersonal, para promover las posibilidades que tienen los diferentes
miembros de participar y expresarse. La escuela tiene como deber brindar
espacios para actividades diversas de los alumnos, que se concentren en la
actitud que tomen los estudiantes cuando sientan la acogida o rechazo, la
formas y el criterio que se adopta para distribuir el poder, los estilos de
trabajo entre profesores.
La integración de todos los
factores que se referencian, hace que se cree la constricción de convivencia
social, en este caso, de un tipo de convivencia en el contexto escolar. Y esta
fuente nos brinda un carácter epistemológico para el desarrollo de
investigaciones y trabajos científicos. Existen fundamentos epistémicos que
consolidan la convivencia escolar, porque se parte de que la interacción entre
seres humanos es compleja, por la heterogeneidad de estos debido a sus
diferencias religiosas, políticas, culturales, entre otras, factor que no es solo
evidenciado en la escuela, sino también en el contexto familiar; sin embargo,
una vez que se ingresa al sistema educativo, el estudiante deberá aprender
desde otro contexto, otras diferencias y aceptarlas como parte de su formación
social.
En términos de la educación,
la convivencia y el constructivismo se integran por medio de la promoción del
ser humano como sujeto, miembro de una sociedad regida por normas de conducta,
reflejadas en deberes y derechos; a medida que se adapte al medio ambiente y
social de manera correcta. Aunado a ello, la educación proporciona los medios
para fortalecer la formación del individuo en concordancia con los
requerimientos de la realidad social que lo contextualiza, como lo
representa (Piaget, 1996), al afirmar
que, “educar es forjar individuos capaces de una autonomía intelectual y moral
que respeten esa autonomía y la del prójimo, en virtud de la regla de la
reciprocidad” (p.56); es decir que, la educación promueve siempre no solo la
intelectualidad, si no la vida social.
De una manera más explícita,
la teoría sociocultural de Vygotsky (1979), tiene su cimiento en el aprendizaje
sociocultural del individuo y así mismo en el entorno en el que se desenvuelve,
es decir que el individuo tiene la habilidad de aprender por medio de la
observación de la conducta de otros; Vygotsky expresa que el ser humano es
dinámico y se adapta a su entorno del cual aprende y pone en práctica a través
de su conducta. Esta teoría también expone que en el desarrollo del
conocimiento se da que la relación entre la persona y su entorno es un
principio básico; luego se aprende con la experiencia. En el constructivismo de
Vygotsky los docentes y padres son mediadores de la relación y reacción del
niño con el mundo, esto es base fundamental para el desarrollo de las
diferentes investigaciones, ya que, por medio de la elaboración de una
implementación pedagógica, las opiniones y aquiescencia de los padres de
familia es factor determinante en el éxito de dicha implementación (Vygotsky,
1979).
Por otra parte, una de las
teorías de Seymour, (Ortega, 2015) señala que “los estudiantes deben ser
estimulados, para el aprendizaje de normas, sensaciones cenestésicas y
propioceptivas, que ayudan a la realización de actividades, y así representar
los esquemas de su entorno” (p.6). Aquí en enfoque analítico y del conjunto de
códigos, establecen la relación íntima entre el enfoque de Seymour y la
convivencia escolar, ya que las normas, son códigos conductuales, que deben ser
respetados.
Las estrategias pedagógicas,
se han convertido en una de las herramientas más eficaces para el desarrollo de
planteamientos y resoluciones de conflictos relacionados con los aspectos
educativos, en este caso los que tienen que ver con la convivencia escolar y
democrática. En el contexto educativo, el término estrategia es de uso
frecuente en todo tipo de documentos inherentes al quehacer escolar, y también
es frecuente encontrarlo asociado con la pedagogía, principalmente, en la tesis
que hoy nos ocupa, ya que ambos son aunados con el propósito de creación,
desarrollo y culminación de innumerables propuestas de investigación. Para
representar un bagaje amplio de estos dos términos, a continuación, se exponen
algunas definiciones de autores e investigadores, en pro de fortalecer el marco
teórico de este proyecto.
De acuerdo al diccionario de
la Real Academia Española, “estrategia, se define como el arte de coordinar
acciones y de maniobrar para lograr un objetivo o un proceso; que se puede
demostrar a través de habilidad, talento, destreza, disposición, creatividad,
inspiración, disciplina, técnica para hacer algo” (RAE, 2013). Pero de esta
expedita definición, que da la RAE, se devienen ciertas características, que
muchos autores describen, teniendo en cuenta la funcionalidad de esta, y su
aplicación a los diversos tópicos en que sea usada, para el caso que nos
concierne, se marcan las principales particularidades en el campo de la
educación. Cuando las estrategias son consideradas alternativas para el
desarrollo de investigaciones y fundamentación de teorías en la educación
superior y posgradual, se toman como modelos para el mejoramiento del desempeño
profesional pedagógico de los docentes; en tal virtud, una estrategia
pedagógica se define como un programa de superación para el mejoramiento de los
procesos investigativos de carácter universitario, en esta descripción la
estrategia pedagógica, se considera un proyecto que busca el beneficio de una
determinada comunidad y más allá.
La estrategia pedagógica en
términos de amplitud y representación a gran escala, contiene características
muy expresas, al momento de ser aplicada en el desarrollo de investigaciones.
En tal sentido, Sierra (2007) hace un compendio de dichas características,
precisando que, la estrategia está sujeta a ser cambiada, dada con exactitud,
concreta a partir de las modificaciones a que diera lugar. La estrategia
pedagógica, en cuanto al rol del docente, debe dar solución a los objetivos
establecidos en el currículo, conformado por los niveles de educación.
En el haber de la educación
han existido prácticas pedagógicas tradicionales, que conlleva un gran espectro
de actividades dentro de las cuales la más conocida es la denominada clase
magistral; la aplicación de este modelo de clases centra sus objetivos en la
adquisición de conocimiento, por medio del habla, donde los alumnos son solo
receptores. Las clases magistrales, tienen una consecuencia positiva, cuando el
estudiante buscaba adquirir el conocimiento de forma unilateral, aupado por su
motivación intrínseca compuesta por el docente y los contenidos que pretendía
enseñar; la actualidad ha hecho cambiar de manera amplia esta concepción, y ha
hecho que la jerarquización de las clases magistrales, en la que el docente era
el centro de la enseñanza; se haya modificado y tanto el docente como el grupo
de estudiantes, se encuentran en el mismo nivel y se busca amalgamar los
objetivos del docente con los de los estudiantes.
Con el fin de que las
estrategias no queden relegadas a simples técnicas y recetas, sino que sean
aplicadas pragmáticamente en el proceso de enseñanza – aprendizaje, y de esa
forma tener en cuenta una un propósito pedagógico; y no solo sea limitada a las
acciones tradicionalistas de las clases, que poco fomenta la imaginación y
creatividad de los estudiantes.
De modo que, para finalizar,
es de señalar que, en Pedagogía, utilizar una estrategia, ayuda a establecer la
dirección inteligente, y desde un punto de vista amplia y global, también son
útiles para las acciones encaminadas a resolver los problemas que se presenten
en el trasegar del ejercicio de la cotidianidad. El desarrollo de la
personalidad del estudiante, como individuo resolutivo de problemas, está
sujeta al direccionamiento del proceso pedagógico, en el que se pretende
cambiar un estado de conducta y de pensamiento insipiente a uno con mayor grado
de saberes y que tenga la habilidad de ponerlos en práctica, para el bien
propio y el general.
Conclusiones
Se señala la importancia de
resaltar las aportaciones de los autores incluidos en este estudio, dada su
estrecha relación de sus formulaciones y resultados investigativos, los que
brindan elementos de apoyo a la fundamentación teórico-conceptual sobre le
temática aquí abordada, para el desarrollo de procesos investigativos y científicos
concernientes.
Por medio de la
conceptualización de los términos “convivencia escolar” y “estrategias
pedagógicas” se enriquecen las ideas del investigador y pueden formar un
criterio propio para poner en práctica en sus proyectos o promover los de
otros, puesto que con lo visto se fortalecen las perspectivas de sus ideas y
les permiten interactuar con estas.
El acervo documental
referenciado, es un repertorio amplio en cada una de las temáticas
conceptualizadas sobre convivencia escolar y estrategias para su mejoramiento;
ayudando al investigador analizar minuciosamente lo expuesto por cada uno de
los autores citados. Por consiguiente, es pertinente que en el interior de la
documentación contenida es este texto, se identifique los elementos práctico-pedagógicos
requeridos en la implementación de una estrategia pedagógica; partiendo de la
definición de las características intrínsecas de la convivencia escolar y cada
una de sus particularidades.
La educación se encuentra
frente a un desafío, que se basa en una nueva travesía académica enfocada en la
generación de nuevos y actualizados modelos pedagógicos que sean los derroteros
de un proceso académico proactivo, que se dirija hacia el fomento de
habilidades críticas, creativas a los educandos, en todos los niveles de
aprendizaje. Pues coincidimos con lo postulado por Berkel y Schmidt (2011), en
el sentido en que, para lograr este tipo de paradigmas educativos, es menester
enriquecer las capacidades creativas, investigativas de los docentes en el aula
y por fuera de ellas.
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