Competencias en las clases
de idiomas del mundo en la virtualidad
On-line Competency Based
Learning in World Language Classes
Aida Cristina Perdomo
Indian Land High School
https://orcid.org/0000-0002-4010-4803
Allison Tarwater Reeves
Charlotte Christian School
https://orcid.org/0000-0001-7179-2453
Nhora S. Gómez-Saxon
South Mecklenburg High
School
https://orcid.org/0000-0002-1943-0049
DOI: https://doi.org/10.36955/RIULCB.2021v8n2.002
Esta obra está bajo licencia
internacional Creative Commons Reconocimiento 4.0
Recibido: 05/08/2021
Revisado: 20/09/2021 Aceptado: 24/09/2021 Publicado: 31/10/2021
Resumen
Los educadores del siglo XXI
deberán ser valientes y arriesgarse a redireccionar los sistemas educativos
hacia un desarrollo sostenible y una educación inclusiva, con un énfasis en la
formación de competencias adaptables y transferibles. Además, deberán navegar
entre las TIC y las necesidades de centrar el enfoque del proceso
enseñanza-aprendizaje en el estudiante. Después de la pandemia del Covid-19 los
profesores saben que la incertidumbre es lo único cierto y que sus herramientas
más seguras son el instinto docente para encontrar la dirección que se le debe
dar a sus pupilos. Este artículo investigativo está basado en una revisión
documental sobre la educación por competencias, la virtualidad y la enseñanza
de las lenguas del mundo basadas en la visión de UNESCO 2030. Se concluyó que
la virtualidad llegó a la educación para quedarse y es importante hallar un
balance TIC-personalización, porque se educa individuos que necesitan
conexiones humanas fuertes y saludables.
Palabras
claves: Educación por competencias, TIC, virtualidad, lenguas
del mundo.
Abstract
Twenty First century
educators must be courageous and take risks in redirecting education systems
towards sustainable development and inclusive education, all with an emphasis
on the formation of adaptable and transferable skills. In addition, these professionals
must navigate between ICT and the need to focus the teaching-learning process
on the student. After Covid-19, teachers know that uncertainty is the only
thing that is certain and that their safest tools are their own instincts to
find the direction for their students. This investigative article is based on a
documentary review of skills-based education through competencies, on line
learning, and world language instruction based on UNESCO's 2030 vision. It was
concluded that on line learning came to education to stay and it is important
to recognize the needs of an ICT-personalization balance skills-based learning
as we are educating individuals who need strong and healthy human connections.
Key
words: Skills-based learning, ICT, on line learning, world
languages.
Introducción:
La educación global a partir
del 2021 estará basada en competencias,
tendrá componentes virtuales y deberá centrarse en las necesidades del
estudiante, como ya lo venían anunciando las recomendaciones de las políticas
públicas de educación de los organismos internacionales. Con el cierre
obligatorio de los centros educativos ante el COVID-19, quedó demostrado que la
presencialidad dejó de ser la única opción de la enseñanza-aprendizaje y se
hizo evidente que sistemas educativos, profesores, educandos y padres requieren
competencias tecnológicas que les permita guiar el descubrimiento del saber
requerido de los ciudadanos del siglo XXI. Ante el reto que presentó la crisis
sanitaria de cómo continuar la enseñanza, la reacción de emergencia fue
lanzarse a la virtualidad. Comenzada la reflexión de la post pandémica el
desafío es ¿cómo enseñar virtualmente y cómo demostrar el aprendizaje? Aunque
la respuesta no se ha hallado, se sabe que no es universal, porque cada aula es
sui generis; y está en constante evolución, porque cada día presenta nuevos
retos, alternativas y esperanzas.
Mucho antes de la pandemia
la UNESCO (2015) ya demandaba una reforma tendiente a la educación por
competencias. En Replantear la educación: ¿hacia un bien común mundial? se
analizó la problemática de la educación frente a la continua y rápida evolución
de las sociedades; y, además, abrió el diálogo a un concepto de educación que
preparara ciudadanos humanistas con habilidades y competencias laborales afines
al entorno real. Se preguntó entonces “¿Qué instrucción se necesita para
alcanzar el éxito en el siglo XXI? ¿Qué papel debe desempeñar la educación
frente a la transformación de la sociedad? ¿Cuál es la organización más
efectiva para el aprendizaje, dadas las circunstancias virtuales?”. Las
soluciones mostraron una redirección de los sistemas educativos hacia un
desarrollo sostenible y permanente, y a una aproximación a la educación
inclusiva en la que el profesor se convierta en el guía. Para aliviar la descoyuntara
entre educación y oferta laboral, se propusieron alianzas con la industria,
reforzar la responsabilidad del estado en las políticas de empleo sólidas y
sobre todo un énfasis en la formación de competencias adaptables y
transferibles a una carrera profesional, competencias del presente siglo y
aquellas pragmáticas como son la comunicación, la alfabetización digital, la
resolución de problemas, el trabajo en equipo y el espíritu de empresa”
(UNESCO, 2015 p. 64).
Más adelante, la Iniciativa
de Educación para el Desarrollo Sostenible del 2005-2014 de la UNESCO (2018)
presentó un marco conceptual para el aprendizaje permanente a lo largo de toda
la vida. Este modelo organizó el aprendizaje en los siguientes cuatro pilares:
- Aprender a conocer: el desarrollo
de habilidades y conocimientos necesarios para funcionar en este mundo.
- Aprender a hacer: la
adquisición de habilidades aplicadas vinculadas al éxito profesional.
- Aprender a vivir juntos: el
desarrollo de habilidades y valores sociales como el respeto y la preocupación
por los demás y la apreciación de la diversidad cultural.
- Aprender a ser: el
aprendizaje que contribuye a la mente, el cuerpo y el espíritu de una persona.
Diez años después, la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2015)
encomendó la creación del marco conceptual al Proyecto de Definición y
Selección de Competencias (DeSeCo), el cual identificó tres amplias categorías
de competencias clave: 1. Es requerido que los individuos usen un gran rango de
herramientas para que interactúen efectivamente con el ambiente: herramientas
físicas como las TIC y socioculturales como el lenguaje; 2. La interdependencia del mundo hace necesario
que las personas se comuniquen con otras, y debido a la diversidad humana, es
indispensable poder actuar interculturalmente; 3. Es necesario que los
individuos se responsabilicen de manejar sus vidas, situándose en un contexto
social amplio y proceder de manera independiente con responsabilidad social
(OCDE, 2015).
A la misma vez, la OCDE
elaboró un marco curricular que contempla ocho competencias básicas de
enseñanza: tratamiento de la información y competencia digital (TIC),
competencia en comunicación lingüística, competencia en el conocimiento y la
interacción con el mundo físico, competencia para aprender a aprender (para la
UNESCO aprender a conocer), competencia autonomía e iniciativa personal, social
y ciudadana; competencia cultural y artística; y competencia matemática.
Por su parte, la Unión
Europea, un referente importante por cuanto unifica la educación en 27 países
independientes, entiende las competencias como “la capacidad de responder a
demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada” (Galván
Estrada, 2010). Y agrega que para lograr una respuesta eficaz se requiere la
mezcla de componentes sociales, emocionales y físicos. El informe DeSeCo
anuncia que las competencias nacen de la combinación del saber, del hacer, de
la actitud y motivación del individuo que decide completar una tarea
eficazmente. “Por lo tanto una competencia clave aúna la parte teórica con la
práctica y las motivaciones internas que la impulsan en aras de alcanzar el
éxito de la acción” (OCDE, 2015).
Este artículo se enfoca en
cuatro competencias que nos atañen como profesoras de español en Carolina del
Norte, Estados Unidos, entendiendo que las TIC están en cada una de ellas: las
competencias para aprender a aprender, comunicación lingüística, social y
ciudadana; y la cultural y artística.
Competencia: Aprender a
aprender en la modalidad virtual
El impacto que ejercen la
bioelectrónica, el internet, la producción de software y la comunicación
digital en el proceso de transmisión del conocimiento es innegable e imparable.
La modalidad virtual cada vez cobra más relevancia porque la idea tradicional
del conocimiento adquirió otra definición. Hoy la prioridad no es el adquirir y
retener el conocimiento, sino saber dónde y cómo encontrarlo para usarlo en el
momento en que se necesite; la rapidez con que se accede al saber que permita
realizar una función o resuelva una problemática. Estos conceptos y escenarios
novedosos suponen una adaptación del sistema educativo para preparar individuos
capaces de relacionarse con un entorno altamente digitalizado. Se demandan
instituciones y docentes versados en tecnología didáctica, en plataformas
inteligentes, currículo interactivo y bibliotecas digitales.
La modalidad virtual del
aprendizaje o las plataformas inteligentes requieren competencias tecnológicas
que permita guiar el descubrimiento del saber requerido de los ciudadanos del
siglo XXI y son la respuesta a las demandas de los estudiantes de la década del
2020 que pertenecen a la Generación Z, nacida entre 1994 y 2010, o sea, los
estudiantes que encontramos en nuestras clases de español de bachillerato y que
han crecido con todo lo que la internet les ofrece. Según Carla Torreiro Rondón
(2021), profesora y fundadora de Munus Lingua en España, las plataformas
inteligentes son una tendencia universal y ofrecen ventajas para educando y
docentes.
Para los estudiantes:
- aportan flexibilidad a la
forma de aprender y la organización de los recursos
- emiten estadísticas y
resultados sobre la forma en la que los alumnos usan las plataformas con el
objeto de su posterior facilitación y mejora
- reiteran los aprendizajes de
conceptos y procedimientos con alternativas de recursos y secuencias de
aprendizaje hasta conseguir las competencias necesarias
- proporcionan una
retroalimentación personalizada, con base en datos, para poder corregir errores
y aprender de la experiencia
Para los docentes:
- facilitan la toma de
decisiones en cuanto a planificación, orientación o apoyo a los alumnos
- ofrecen una base de datos
relevante para mejorar el aprendizaje y así sepan exactamente cómo mejorar
tanto profesores como alumnos.
En los experimentos de los
últimos años se han creado modelos tendientes a guiar la implementación
pertinente a la tecnología en las aulas, los de mayor relevancia en la
virtualidad han sido, el modelo SAMR y la rueda de la taxonomía. El primero,
SMAR (Sustitución, Aumentación, Modificación, y Redefinición) guía el diseño
innovador y justificado de la tecnología; el segundo, la rueda de la taxonomía
es una adaptación moderna de la Taxonomía de Bloom que data de 1956 y explica
cómo incluir las plataformas inteligentes en el currículo contemporáneo. Su
creador, Paul Hopkin (Puentedura, 2015), también elaboró una lista de las habilidades
que los empleadores buscan en el graduado de educación superior en el Siglo
XXI. Entre ellas se encuentran: conocer y dominar la tecnología relevante a su
profesión; demostrar pasión y entusiasmo por su carrera; demostrar empatía y
capacidad de colaboración aceptando las debilidades propias y de los demás;
saber negociar con transparencia y demostrando respeto por las opiniones del
otro; ser perseverante, positivo y mantener la calma en momentos de alto
estrés; manejar y organizar el tiempo con eficiencia y poder efectuar
presentaciones con alta oratoria.
Es necesario reconocer que el currículo contemporáneo
debe ofrecer variedad de plataformas teniendo en cuenta la realidad del entorno
del estudiante. La brecha digital, rompe con los principios de equidad en la
educación, ya que los estudiantes de sectores vulnerables solo podrían tener
acceso en ambientes comunitarios, como las bibliotecas, los centros culturales
en donde el tiempo del uso personalizado es limitado.
El currículo de las
plataformas inteligentes producirá un graduado del Siglo XXI interesado en
aumentar su bagaje académico durante toda su vida, que use la tecnología para
acceder al conocimiento relevante a su campo profesional y su entorno; y que
posea la habilidad para entender y emplear las TIC a medida que avanzan y
evolucionan. El currículo en plataformas inteligentes es parte integral en la
construcción de los cuatro pilares sobre los cuales se debe levantar el
currículo del Siglo XXI.
Competencia en comunicación
lingüística en la modalidad virtual
En el preámbulo de La Ley
Orgánica de Educación (LOE) que regula la educación de la Unión Europea, se
dejó claro que uno de los objetivos más importantes del sistema educativo es la
competencia en comunicación lingüística, definida como capacidad de comunicar y
comprender oral y textualmente ideas, acontecimientos y reacciones; además
hacerlo atendiendo los códigos y registros lingüísticos según el entorno en el
que se encuentre. (Barbero et al, 2008). Esta noción ha calado en los sistemas
educativos de España. Por ejemplo, en Cantabria el currículo dispone “la
utilización del lenguaje como instrumento de comunicación oral y escrita, de
representación, interpretación y comprensión de la realidad, de construcción y
comunicación del conocimiento y de organización y autorregulación del
pensamiento, las emociones y la conducta” (Barbero et al., 2008, p. 7). La
competencia en comunicación lingüística incluye habilidades en la lengua
materna y una segunda lengua del mundo (lengua extranjera). Esta última
desarrolla capacidad de empatía y comprensión sobre la cultura del idioma
extranjero y con ello se da la multiculturalidad, objetivo final de la
convivencia con el otro.
Se evidencia la competencia
de comunicación lingüística cuando un individuo puede utilizar la lengua para
comunicar espontáneamente ideas y sentimientos, demostrando conocimiento de las
convenciones sociales, elementos culturales y el registro lingüístico de su
interlocutor. Como profesoras de idiomas
del mundo, sabemos que adquirir las habilidades lingüísticas en una segunda
lengua requiere entender cómo funciona el idioma; y cómo y cuándo poderlo usar
obedeciendo los códigos apropiados a cada escenario; pero reconocemos que es
primordial que los aprendices tengan contenido y sepan de qué hablar. Se
produce la competencia de comunicación lingüística cuando el individuo ha
desarrollado curiosidad e interés en los asuntos culturales y siente que su voz
es bienvenida en un entorno seguro y cálido; cuando se siente confiado y
respetado para probar, equivocarse, autocorregirse y volver a intentarlo. El
educador como tutor, estimulador, conductor y guía debe adaptar el currículo
oficialmente mandado a tareas que incluyan virtualidad y mini lecciones
conductoras al aprendizaje. Maldonado (2002) resalta que la competencia
lingüística es inherente al ser humano y recomienda variedades de juegos y
roles que lo exponga a interacciones con otras personas, reflexione sobre su
postura y negocie con los otros. Aprovechando las TIC se puede concertar un
campeonato internacional de bailes típicos latinoamericanos entre estudiantes
de español en EE. UU. y Bolivia, por ejemplo. O un concurso de cuentos cortos
bilingües entre estudiantes de español e inglés como segundas lenguas.
Competencia social y ciudadana
en la modalidad virtual
De acuerdo con Pagès la
competencia social y ciudadana (CSC) es “fundamental en el desarrollo del
proyecto educativo, pues los centros y sus aulas deben convertirse en espacios
fundamentales para el crecimiento personal del alumnado y para el aprendizaje
de la democracia y, en consecuencia, para su desarrollo y su aplicación”
(2009). La CSC es una de las competencias básicas para el siglo XXI y supone
distinguir la realidad de la sociedad, afrontar las relaciones y las desavenencias
con ética, con integridad personal y respetando siempre los principios
democráticos; y, además, estar comprometido con la convivencia en armonía, el
bienestar común y el respeto de los deberes y derechos cívicos del individuo
(Pereira, 2007, p.25).
La CSC se logra cuando el
educando conoce y entiende las bases sobre los cuales descansa una sociedad
democrática, haciendo una reflexión crítica de las ideas de: soberanía de la
mayoría, libertad, apoyo a las causas nobles del otro, responsabilidad compartida,
participación, acatamiento a los derechos y deberes promovidos por los
organismos internacionales (Monzonís M. & Capllonch, 2015).
La adquisición de la CSC es
un proceso continuo en el que los estudiantes, experimentando la cooperación,
la convivencia, la participación y la toma de decisiones, aprenden lo que
significa operar en una sociedad democrática y el compromiso que tienen de
mejorarla. Uno de los métodos que se utilizan en las clases de idiomas para
lograr el cumplimiento de competencias es el aprendizaje basado en proyectos
(ABP). A través de proyectos los estudiantes podrán investigar y crear
conocimiento sobre la pobreza, la desigualdad, los conflictos bélicos, la
diversidad de etnias, los problemas ecológicos; realidades que también se viven
en EE. UU. (Rivero Sánchez, 2016). Una de las grandes ventajas del ABP es la
facilidad como puede pasar de la enseñanza presencial a la híbrida o virtual,
gracias a las plataformas que permiten la colaboración. El ABP no solo permite
el conocer las realidades sociales, sino que también permite que los
estudiantes aprendan a convivir con los demás, puesto que, en la ejecución del
proyecto, los estudiantes tendrán que escuchar, negociar, ceder, aceptar
recomendaciones, y sobretodo desarrollar tolerancia hacia los demás integrantes
del grupo (Monzonís Martínez & Capllonch Bujosa, 2015).
Competencia cultural y artística en la
modalidad virtual
La competencia cultural y
artística consiste en reconocer las manifestaciones culturales y artísticas de
los pueblos, comprender el origen y su intención, apreciar el mensaje y
respetarlo es parte de las habilidades que todos los individuos deben
desarrollar para su enriquecimiento personal y su participación en la
protección del patrimonio cultural universal. De igual forma, esta competencia
incluye el conocer básicamente las principales presentaciones, reglas y
variantes de los múltiples modelos artísticos, y poder utilizar tales
conocimientos para expresar ideas propias de manera única y creativa (Buela
Fresno, 2017). El significado de la competencia cultural y artística para el
estudiante, se demuestra en el interés por el mundo de las bellas artes, que
son un reflejo de la identidad y afiliación con alguna cultura, pero que al
mismo tiempo respeta y admira las producciones artísticas del otro, con quien
buscará una conexión artística-cultural genuina, ya sea pasiva o activa. En las aulas de idiomas del mundo es bien
conocido que enseñar un lenguaje es exponer su cultura, y por ello se incluye
educación artística como música, teatro, artes visuales, literatura y danza.
Los alumnos pueden elaborar una biografía de audio-lectura de Picasso y Kahlo;
liderar una visita virtual al Museo de Botero; invitar a un seminario con
expertos en tatuajes y arte callejero, en Tegucigalpa. Ya afirma la sabiduría
popular que una imagen vale más que mil palabras y la virtualidad nos permite
tener las imágenes al alcance de los pulgares. Podemos mostrar el interior del
Museo del Prado, las pirámides de Teotihuacán, la población garífuna y hasta lo
profundo de la catedral de la mina de sal en Zipaquirá, desde nuestro salón de
clases.
Es importante reconocer que
vivimos en una sociedad con múltiples influencias estéticas que contribuyen en
la construcción de identidad y que influyen en las ideas que construimos sobre
el mundo. El desarrollo de las TIC ha producido un consumo masivo de música e
imágenes y con ello el contexto cultural presenta notables transformaciones.
Hoy gozamos de expresiones artísticas diversas: música, danza, artes visuales y
artes escénicas que pueden ser utilizadas en el aula de idiomas del mundo a
diario, ya sea a través de la canción de moda que se les pega a todos como
ocurrió con Despacito, con los poemas cantados de José Martí como Guantanamera,
o con los cuentos cortos del realismo mágico de García Márquez.
Conclusiones:
Las autoras, como profesoras
de español en EE. UU. con altos rendimientos académicos y décadas de
experiencia, reconocemos que enseñar por competencia en vez de calificaciones
requiere un cambio conceptual, y por ende una adaptación curricular, de tareas
y evaluaciones. Hemos vivido la transición de la enseñanza tradicional a la
enseñanza por competencias y reconocemos que amerita el esfuerzo porque
garantiza el mejoramiento de la experiencia enseñanza-aprendizaje, y también,
la formación del ciudadano del siglo XXI.
Los educadores del Siglo XXI necesitan ser atrevidos y
valientes para probar e improvisar apoyándose en las experiencias previas. Más
que nunca, los profesores deben aceptar que la incertidumbre es lo único
cierto. Deben lanzarse a usar las herramientas que posee para abrirse camino,
y, en la aventura, crear nuevos instrumentos que se adapten a lo nunca antes
imaginado. Además, confiar en el instinto docente para encontrar la dirección que
se le debe dar a sus pupilos.
La virtualidad llegó a la
educación para quedarse y es importante reconocer el menester de un balance
TIC-personalización, porque estamos educando individuos que necesitan
conexiones humanas fuertes y saludables. El uso de competencias en la modalidad
virtual exige mayor autodisciplina y autodeterminación de los estudiantes. Y
los profesores deben fijar objetivos claramente definidos para que la
tecnología no distraiga del propósito de la tarea.
Las TIC utilizadas efectivamente
en el aula formarán los individuos adaptables, independientes y racionales que
exige el siglo XXI, aquellos que la modalidad presencial tradicional no produjo
porque la institución, el profesor sabio y el currículo rígido no permitieron
pensar en las necesidades del estudiante y su entorno. La tecnología, como
herramienta novedosa y regeneradora, supone agilidad, soltura, creatividad,
soluciones múltiples y colaboración. Para ello es indispensable preparar al
docente en el uso efectivo de las TIC.
Las clases de idiomas del
mundo son el espacio perfecto para el aprendizaje de competencias, los
currículos interdisciplinarios permiten elaborar tareas y asignaciones basadas
en habilidades y destrezas que demuestran el uso de la lengua. Esta combinación
de saberes, habilidades y actitudes permite al estudiante interactuar con su
entorno de manera interpersonal, presentacional e interpretativa mostrando una
competencia intercultural y lingüística. Así se da cumplimiento a las
competencias de la UNESCO aprender a ser, aprender a hacer, aprender a vivir
juntos y aprender a conocer.
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