DOI: https://doi.org/10.36955/RIULCB.2021v8n1.001
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Recibido: 30/01/2021 Revisado: 18/04/2021 Aceptado: 08/05/2021 Publicado: 31/ 06 / 2021
RESUMEN
La
investigación se realizó en la ciudad de Lima, en el primer trimestre del año
2021.Tuvo como objetivos: conceptualizar la política, la cultura, y las
políticas culturales. Además, identificar las principales problemáticas respecto
a políticas culturales en la administración gubernamental, describir las leyes
peruanas que atañen a la cultura, proponer la cultura como factor de desarrollo,
y finalmente describir una taxonomía de las industrias culturales y creativas. Los
objetivos de investigación, se cumplieron a través del análisis documental. Finalmente, la conclusión decanta en que las políticas
culturales públicas en el Perú, son débiles e incipientes. Y para corolario las
autoridades de turno no le prestan la debida atención e importancia,
considerando a la cuestión cultural como algo secundario en el desarrollo de la
comunidad.
Palabras
clave: Política, cultura, políticas culturales, industrias culturales,
industrias creativas.
ABSTRACT
The
investigation was donde in Lima city, in the first trimester of 2021. Had like
objectives: conceptualize the policy, the culture, and cultural policies. Also,
identify the main problematics about the cultural policies in the governmental
administration, describe the peruvian laws about the culture, propose the
culture like a development factor and finally, describe a taxonomy about the
cultural and creatives industries. The objectives of investigation were done,
through the documental analysis. Finally the conclusion was that the cultural
public policies are incipient and weaks. And the authorities on duty, dont put
the right atention and importance, considering the cultural points like something in second
stage in the community development.
Keywords:
policy, culture, cultural policies, cultural industries, creatives industries.
INTRODUCCIÓN
Para Nivón (2017), profesor
investigador del Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma
Metropolitana de Iztapalapa en México, la demanda de políticas culturales
eficaces ha incrementado. Siendo los primeros en mostrar interés los artistas e
intelectuales, luego han estado los gestores o activistas de las áreas
culturales de diversas instituciones, y ahora en el presente son los mismos ciudadanos
los que demandan de políticas culturales eficaces e inclusivas. Y es natural,
ya que el acceso a la cultura es para todos. Esta idea tiene asidero en el
artículo 27° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dicta que
toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la
comunidad, a gozar de las artes y participar en el progreso científico y en los
beneficios que de él resulten. En este mismo sentido Yúdice (2019) afirma que “gran
parte de las políticas culturales que se vienen estableciendo en el nuevo
milenio, tienen como marco los derechos culturales” (p.2).
¿Qué es la
política?
Desde el análisis etimológico de
la palabra política, se sabe que esta, tiene su origen en el vocablo griego Politeia, que significa teoría de la
ciudad. Otro término relacionado a la política también de origen griego es politiké techne, que vendría a ser arte social
o arte de vivir en sociedad, ideal que fue postulado por Aristóteles. Un
antecedente predecesor al de Aristóteles, fueron obras literarias como La
República y posteriormente Las Leyes, ambas obras de autoría de Platón.
Según Bracamonte (2002),
“la política debe entenderse como un proceso en virtud del cual los hombres y
grupos toman decisiones para hacer frente a situaciones diversas” (p.74). El
concepto de política está asociado al concepto de Estado, siguiendo a Bracamonte
“es la institución a través de la cual las acciones políticas se organizan en
función del bien común, constituyéndose en una red de relaciones sistemáticas
regidas por la ley” (p.76).
Para Roiz, como se citó en Guzmán
(2008), respecto a la
política esta es:
Un fenómeno universal en el que
la persona humana desarrolla actividades y establece relaciones que responden a
diferenciados sentidos y ámbitos de aplicación. La política está ligada a la
misma condición humana y por lo tanto, puede considerarse como una construcción
mental (p.6).
A raíz de las discusiones y
consensos políticos se generan las leyes que son reglas que se disponen con un
ideal, que es el bien común en la sociedad. Un ejemplo de las primigenias leyes
en el mundo, ocurrió en el siglo XVIII antes de Cristo, en tiempos del imperio
babilónico, en Mesopotamia, donde existieron los códigos del rey Hamurabi, que
eran una serie de leyes basadas en la famosa ley del Talión, del ojo por ojo,
diente por diente. Estos códigos fueron creados desde el poder del imperio, y
como es natural fueron creados para impartir justicia en la sociedad.
En Perú, las leyes de origen
estatal nacen de poderes constituidos, que están debidamente alineados a La
Constitución Política del Perú, que nace de un poder constituyente. Y estas
leyes naturalmente tienen carácter de obligatoriedad. Sin embargo, existen
normas creadas por organismos privados que son voluntarias, por ejemplo, las
normas que crea la Organización Internacional de Estandarización (ISO), que son
normas de estandarización, para mejorar la efectividad de los procesos en las
empresas. Estas normas no son obligatorias, por lo tanto, no tienen fuerza
jurídica y el empresariado las adopta por conveniencia y libre albedrío.
Leyes que tienen diferentes
rangos y nombres. Por ejemplo, decreto supremo, decreto legislativo, ordenanzas
municipales y normas legales. Normas que valga la redundancia, normalizan la
conducta de los sujetos, guían su actuación. Entonces, como dijo el filósofo
francés Michel Foucault, los sujetos están sujetos a ellas.
Pero en la reflexión de hoy en
día se pueden distinguir dos corrientes de pensamientos sobre la política, así
como afirma Del Águila, como se citó en Guzmán (2008) que:
Hay dos grandes grupos de
concepciones sobre la política, en primer lugar, la política en sentido
cooperativo y, en segundo lugar, la política en sentido conflictivo. En el
primer caso, la política sería la actividad a través de la cual los grupos
humanos toman decisiones colectivas. En el segundo, inspirada en la concepción
maquiavélica, se entiende la política como una actividad de conflicto entre
personas, grupos de interés, o visiones del mundo (p.273).
Por supuesto que la más
conveniente de adoptar es la primera, que va en un sentido cooperativo. Sin
embargo, en la realidad de la mayoría de países la política siempre traerá consigo
debates, peleas, protestas y hasta muertes.
¿Qué es cultura?
La palabra cultura al ser
polisémica, cuenta con gran variedad de acepciones. Según Cornejo (1987)
“los antropólogos Kroeber y Kluckhon recogieron más de doscientas definiciones
de cultura. Y desde entonces a nuestros días el número se ha incrementado”
(p.3). En este mismo sentido el filósofo ruso V. Mezhúiev afirma respecto a la
cultura, que ningún otro fenómeno de las ciencias suscita tanta divergencia de
puntos de vista, juicios y definiciones. Por lo tanto, es necesario hacer un
deslinde terminológico sobre el concepto cultura.
Empecemos con una definición de
cultura, desde la visión antropológica. Sebastián Salazar Bondy, como se citó
en Jacinto (1997), define “la palabra
cultura en el sentido neutral de la antropología, como el nombre de un sistema
de valores, símbolos y actitudes con que un grupo humano responde a las
solicitaciones y conflictos que provienen del mundo y la existencia” (p.113). Otra
definición interesante de cultura, pero con un enfoque más expresivo es la
definición de Pulido et al., como se citó en Pino (2018), que la refiere
como:
La suma de prácticas o
expresiones que el ser humano ha desarrollado en su proceso de adaptación y
creación de su medio vital, expresiones como el lenguaje, el arte, el derecho,
la historia, la política etc. Mientras que el enfoque interpretativo de la
cultura es la capacidad que tienen las diferentes sociedades de dotar
significado o valor a las prácticas o expresiones antes mencionadas
(p.252).
La cultura también se define como
todo lo que la gente hace, tiene, piensa, y como se comportan, pero en el
interior de un grupo humano, es decir una serie de códigos que se comparten,
una serie de símbolos, una serie de red de significados que hacen que la vida
sea manejable en sociedad (Huerta, 2012).
Además, Huerta deconstruye la
cultura y observa que existen tres grupos alternos, donde la primera idea de
cultura que es la más común y cotidiana es la idea de una cultura de élite,
donde se encuentra la música clásica, la ópera, el teatro. Menciona que también
hay otro tipo de cultura denominada cultura tradicional, donde el ejemplo sería
aquella idea congelada en el tiempo de indigenismo romántico, por ejemplo, la
idea clásica de Macchu Picchu como un mundo andino congelado en el tiempo, homogéneo,
tierno, pero ficticio. Y finalmente, está la cultura popular en contra posición
a la cultura de élite, la cultura popular es la más consumida, es aquella cultura
que se difunde masivamente en los medios televisivos, es una cultura que no
pertenece a un grupo sofisticadamente poderoso, es aquella cultura no
reconocida como tal, que también es llamada cultura chicha. En este mismo
sentido Montiel (2004) afirma que “la
cultura es uno de los elementos fundamentales para la constitución de la
identidad de un pueblo” (p.49).
Mientras que para Sommer,
profesora de la universidad de Harvard, la cultura ya no es una cosa de elite, sino
que es para todos, también refiere que existen diferencias entre las
definiciones de cultura, por ejemplo en la visión antropológica de cultura se
tiende a respetar las prácticas que ya existen, mientras que el artista o
humanista busca las prácticas que están por crearse, es decir, si uno toma una
línea antropológica uno respeta paradigmas, mientras que en la línea del
artista este rompe todos los paradigmas (Sommer, 2017).
Para Geertz, como se citó en
Eufracio (2017), la cultura es “como
un mecanismo regulador y homogéneo que se sitúa por fuera de los individuos
para gobernar su conducta” (p.104).
Otra definición interesante y en
un sentido divergente a las anteriores es la de Basail (2005) que afirma:
La cultura como recurso cobra
legitimidad entre los políticos que deciden la inversión y protección cultural por
su valor utilitario para disminuir los conflictos, procurar justicia social e
impulsar el desarrollo económico; para, de esta manera, fortalecer a la
sociedad civil como soporte del desarrollo del capital, promover el desarrollo
del turismo, de las industrias culturales en general y de todas las que
dependen de la propiedad intelectual (p.78).
Para la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO), la cultura es el
complejo de características espirituales, materiales, intelectuales y
emocionales distintivas de una sociedad o grupo social. Incluye, no solo las
artes y las letras, sino también las formas de vida, los derechos fundamentales
del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.
Para terminar este apartado sobre
la cultura donde hemos podido observar una vasta variedad de conceptos,
concluimos con la definición de Emile Durkheim como se citó en Urbano (2004),
que la define sucintamente como “conciencia colectiva” (p.12).
¿Qué son políticas culturales?
Según Cortés (2006), en 1968 la UNESCO definió
a las políticas culturales como:
Un conjunto de prácticas
sociales, conscientes y deliberadas, de intervención o no intervención, que
tienen por objeto satisfacer ciertas necesidades culturales de la población y
de la comunidad, mediante el empleo óptimo de todos los recursos materiales y
humanos que dispone una sociedad en un momento determinado (p.19).
Si bien las políticas culturales
desde tiempos pretéritos se han desarrollado en un sentido proteccionista, hay
que decir que, en el presente las políticas se han desarrollado en un sentido
de difusión de la cultura. Así lo afirma Altuve (2000) “en los últimos años se ha introducido de
manera enérgica el valor del concepto promoción de la cultura, que sirve como
equilibrio ante la sola actividad protectora del Estado” (p.550).
Otra definición sobre las
políticas culturales es la de Texeira (2009), que afirma lo
siguiente:
La política cultural constituye
una ciencia de la organización de las estructuras culturales y generalmente es
entendida como un programa de intervenciones realizadas por el estado,
instituciones civiles, entidades privadas o grupos comunitarios con el objeto
de satisfacer las necesidades culturales de la población y promover el
desarrollo de sus representaciones simbólicas (p.241).
En la definición anterior, se
incorpora la responsabilidad de las instituciones privadas respecto a la
intervención en política cultural. Otra definición muy similar es la de Néstor
García Canclini, como se citó en Atehortúa (2008), que afirma que:
Las políticas culturales son el
conjunto de intervenciones realizadas por diversos agentes. Tales como el
Estado, organizaciones no gubernamentales o grupos comunitarios, con el
objetivo de orientar el desarrollo simbólico y responder a las necesidades
culturales de la población (p.127).
Otro
concepto de política cultural es el de Gilberto Giménez, como se citó en
Figueroa (2006), que afirma:
La política cultural surge
precisamente de la intervención del estado y de los poderes públicos en el
orden de la cultura. El Estado tiene buenas razones para interesarse por la
cultura. Por ejemplo, a sus ojos la cultura funciona como fuente de legitimación,
como fundamento y clave de la identidad nacional, como título de prestigio en
la competencia internacional, como fuente de recursos en la economía nacional.
En el documento titulado Políticas
Culturales 2017-2022 elaborado por el Consejo Nacional de la Cultura y las
Artes del Gobierno de Chile, definen a las políticas culturales como un
conjunto de orientaciones y decisiones que el Estado con la participación de
organizaciones de la sociedad civil y grupos comunitarios, diseña y ejecuta con
la finalidad de facilitar la consecución de objetivos considerados necesarios o
deseables en el ámbito de la cultura en general o respecto de un sector
cultural o disciplina específica, y sirve como cartas de navegación para la
acción del Estado en el campo cultural, permitiendo definir lineamientos,
prioridades y articular distintos ministerios, servicios y agentes culturales,
para lograr que su accionar sea integral y efectivo.
Leyes y políticas
culturales en el Perú
En este apartado se describen las
leyes nacionales que tratan sobre los derechos fundamentales del hombre
respecto a la cultura, y además, sobre el rol que tiene el Estado.
Artículo 2, inciso 8 de la
Constitución Política del Perú (1993), que se encuentra en
el capítulo titulado Derechos Fundamentales de la Persona, dicta lo siguiente:
Toda persona tiene derecho a la
libertad de creación intelectual, artística, técnica y científica, así como a la
propiedad sobre dichas creaciones y a su producto. El estado propicia el acceso
a la cultura y fomenta su desarrollo y creación.
Cabe mencionar que el artículo 2°,
inciso 8 de La Constitución Política del Perú está alineado a los Artículos 45°
y 50°, del Pacto de San José de Costa Rica (1969), ratificados en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Artículo 45°: Los Estados
Miembros darán importancia primordial, dentro de sus planes de desarrollo, al
estímulo de la educación, la ciencia y la cultura, orientadas hacia el
mejoramiento integral de la persona humana y como fundamento de la democracia,
la justicia social y el progreso (s/n).
Artículo 50°: Los Estados
Miembros acuerdan promover, dentro del respeto debido a la personalidad de cada
uno de ellos, el intercambio cultural como medio eficaz para consolidar la
comprensión interamericana y reconocen que los programas de integración
regional deben fortalecerse con una estrecha vinculación en los campos de la
educación, la ciencia y la cultura (s/n).
Además, existe la Ley General de
Patrimonio Cultural de la Nación. Ley N°28296 (2004), que en su capítulo
segundo, titulado Participación de Entidades Estatales, artículo 29° sobre
Municipalidades, expresa lo siguiente:
Las competencias y funciones
establecidas en la Ley Orgánica de Municipalidades, corresponde a las
municipalidades en sus respectivas jurisdicciones:
a) Cooperar con el Instituto
Nacional de Cultura, la Biblioteca Nacional y el Archivo General de la Nación
en la identificación, inventario, registro, investigación, protección,
conservación, difusión y promoción de los bienes muebles e inmuebles
integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación.
b) Dictar las medidas
administrativas necesarias para la protección, conservación y difusión de los
bienes integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación de su localidad, en
concordancia con la legislación sobre la materia y las disposiciones que dicten
los organismos competentes.
c) Elaborar planes y programas
orientados a la protección, conservación y difusión de los bienes integrantes
del Patrimonio Cultural de la Nación de su localidad, en coordinación con los
organismos competentes.
Las ordenanzas, resoluciones, acuerdos
y reglamentos emitidos por las municipalidades que se refieran a bienes
integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación requieren opinión previa del
organismo competente, en caso contrario serán nulas de pleno derecho (s/n).
También existe la Ley Orgánica de
Municipalidades. Ley 27972 (2003), en su artículo 82°
sobre Educación, Cultura, Deportes y Recreación, expresa lo siguiente:
Las municipalidades, en materia
de educación, cultura, deportes y recreación, tienen como competencias y
funciones específicas compartidas con el gobierno nacional y el regional entre
otras la siguiente: promover la protección y difusión del patrimonio cultural
de la nación, dentro de su jurisdicción, la defensa y conservación de los monumentos
arqueológicos, históricos y artísticos, colaborando con los organismos
regionales y nacionales competentes para su identificación, registro, control,
conservación y restauración (s/n).
La cultura como
factor de desarrollo
La representante de UNESCO en
Perú, afirma que “es importante que la
cultura sea vista como un eje de desarrollo económico inclusivo. La cultura
genera empleo, trabajo y obviamente en el caso de Perú hay un activo
importantísimo”. Además, la Jefa de la Oficina de UNESCO en Lima, señaló
que sólo en el sector turismo, más del 70% pertenece al turismo cultural. “Con una política enfocada de desarrollo
económico, desde cultura y turismo, se puede activar la economía local y
mejorar las condiciones de vida” (Robalino,
s.f.)
Para el Estado, la cultura
siempre ha desarrollado un papel sustantivo en la sociedad, al igual que la
salud o la seguridad, si bien de los sectores antes mencionados, no se esperan
retribuciones económicas, naturalmente por ser servicios públicos, se sabe con
respecto a la cultura que más allá de generar identidad, ahora es considerada
un factor que incide en el desarrollo de las naciones, tanto así que el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), ha denominado a las industrias culturales y
creativas como la economía naranja.
Ahora habría que hacerse la
pregunta ¿Qué quiere decir economía naranja? Según Finlev, et al. (2017),
esta se refiere a la “economía creativa y cultural” (s/n), como abreviación del
ecosistema definido por el BID en su informe La economía naranja. Abarca la
economía creativa y cultural y sus industrias asociadas, sus actividades de
apoyo creativo, el diseño, los nuevos medios de comunicación, el software, las
artes y el patrimonio. En esta economía, el talento y la creatividad
constituyen los principales insumos y recursos.
Esta economía naranja ha generado
empleo a una gran cantidad de individuos involucrados en las diferentes actividades
antes mencionadas. Según Helga Flores, Directora de Industrias Culturales del
BID, el sector cultura, genera en el mundo 2300 millones de dólares al año, lo
que es equiparable con el PBI de la India, que es el segundo país más grande en
población en el planeta. Otro dato importante es que las industrias culturales
y creativas en América Latina generan 11 millones de empleos. Además, se sabe
que las industrias culturales aportan en el Perú el 2.7% del PBI, superando la
cifra del año 2007 que fue de 1.2%.
Por lo tanto, las políticas
culturales más allá de ir en un sentido proteccionista y difusor del
patrimonio, como se ha podido observar en el apartado anterior, titulado
Políticas culturales en el Perú, estas deberían ir más bien en un sentido de
facilitación y apoyo con respecto a los actores y agentes de las industrias
culturales y creativas. Según Grimaldo (2006) “en algunos países
desarrollados la política cultural forma parte del progreso político, económico
y social que ha alcanzado el Estado, asumiéndola como uno de los componentes
más importantes, a partir de la cual se hace viable el desarrollo” (p.46).
Problemáticas de la
política cultural a nivel local
Los problemas son situaciones que
se deben de resolver, y en el campo de las políticas culturales, como dijo Cesar
Vallejo “hay mucho por hacer”. Según Yanovich (2017), representante de la
Alianza Peruana de Organizaciones Culturales (APOC), mencionó en el último Foro
Internacional de Cultura, realizado por el MINCUL, que:
La APOC tiene como objetivos
fortalecer e impulsar la articulación de las organizaciones culturales, incidir
en el diseño, implementación y evaluación de políticas culturales reconociendo
la transversalidad de la cultura, y propiciar e institucionalizar espacios y
mecanismos que garanticen el dialogo y colaboración entre el Estado y sociedad
civil (s/n).
Además, Yanovich (2017) identificó
las principales problemáticas que se observan en los gobiernos locales y que se
consideran brechas que inciden en el desarrollo de una gestión eficaz de
cultura. A continuación, se describen los problemas identificados:
Problema 1. La visión de cultura
como factor de desarrollo no es compartida por todos los actores y sectores de
la sociedad. Las autoridades desconocen el rol de la cultura como factor que
mejora la calidad de vida de los ciudadanos.
Problema 2. La propia ciudadanía
tiende a subestimar el papel que juega la cultura en la generación de
comunidades más sostenibles, saludables, seguras, inclusivas y democráticas.
Problema 3. La ausencia de
políticas culturales, y si hay no se cumplen. Esto pone en riesgo la
sostenibilidad de esfuerzos para poner en marcha proyectos culturales, y limita
las oportunidades entre Estado y sociedad civil. Además, los esfuerzos por
generar políticas culturales intersectoriales que abordan los vínculos del
sector cultural con salud, educación, seguridad, medio ambiente se ven
seriamente limitados.
Problema 4. La falta de apoyo de
las autoridades locales y regionales en las dinámicas de transformación social
desde la cultura.
Problema 5. Falta de
transparencia y medición de impacto, no se cuenta con instrumentos que midan el
impacto de las políticas culturales, no se cuenta con información suficiente de
iniciativas y programas culturales impulsados por el Estado (s/n).
Como se puede observar, las
problemáticas planteadas en párrafos anteriores, respecto a las políticas
culturales. Atañen directamente a las autoridades en sus diferentes niveles; ya
sean regionales, provinciales, distritales. Son las autoridades las que deben
poner esfuerzos en impulsar la gestión cultural al servicio del público. Según
Arroyo y Carmona, como se citó Cristian (2011), respecto a la
evaluación de las políticas públicas afirma que:
En la evaluación de las políticas
públicas incluirá también al conjunto de decisiones que los Estados toman en el
amplio campo del arte y la cultura, especialmente desde que el acceso y el
disfrute de las mismas aparecieron consignadas como un derecho humano esencial
en la Declaración Universal (p.52).
Un derecho que no se ve
manifiesto, ya que la cultura no llega a todos. La idea de democratizar la
cultura, consigna un verdadero desafío que deberá ser asumido con la mayor
equidad posible, procurando acercar la cultura y todas sus expresiones a la
mayor cantidad de personas posibles. En este mismo sentido Espinoza et al. (2016)
refieren que “la implementación de las políticas culturales está íntimamente
relacionadas con la difusión y promoción de las artes como herramienta para la
creación de una identidad y cohesión social, así como con la intención de
impulsar y mejorar los procesos educativos” (p.5). Entonces, si la cultura trae
consigo: identidad, cohesión y educación; habría que reflexionar por qué las
autoridades no muestran interés en la gestión cultural, ni en el
fortalecimiento de las políticas públicas.
Las dimensiones de
las industrias culturales y creativas
En este apartado revisaremos las
dimensiones, ámbitos o sectores que conforman las industrias culturales y
creativas, desde la mirada de expertos.
Según Towse (2017), profesora de
Economía de Industrias Culturales de la Universidad de Bournemouth en el Reino
Unido, menciona sobre las industrias creativas, que:
Son una mezcla entre la cultura
de élite y de la cultura popular, y que ambas tienen diferentes perfiles económicos.
Los objetivos de las políticas en las industrias creativas son incrementar los
servicios de cultura, pero también aumentar su alcance en la comunidad. Los
ámbitos que figuran en la lista del Departamento de Medios Digitales Culturales
y Deportes del Reino Unido son la publicidad y marketing, arquitectura,
artesanía, diseño, cine, televisión y radio, tecnologías de información,
servicios de software y computación, museos, galerías y librerías, música,
artes visuales y publicaciones (s/n).
Para Flores (2017), directora del
equipo de Industrias Culturales del Banco Interamericano de Desarrollo, las
industrias creativas y culturales son:
Parte de la economía naranja, que
son aquellos bienes y servicios basados en la propiedad intelectual que nacen
del talento, del patrimonio de la creatividad. La economía naranja se refiere
entonces a todos los sectores económicos que están en el entre cruce entre
cultura, arte, tecnología y comercio y abarca desde las artes tradicionales,
las industrias creativas y los servicios anexos de soporte es decir el cine, la
moda, video juegos y el diseño (s/n).
Mientras que para la UNESCO (2010),
según su Guía para el desarrollo de las industrias culturales y creativas son:
Los sectores que están
circunscritos a las actividades de las industrias culturales y creativas se
dividen en seis ámbitos que son el patrimonio natural y cultural que incluyen
los productos derivados y servicios de los museos, sitios arqueológicos,
históricos y paisajes culturales; las presentaciones artísticas y celebraciones
donde se incluyen las artes escénicas, la música, festivales, festividades y
ferias; los medios audiovisuales y creativos que incluyen filmes, videos,
radio, televisión, podcasting, mainstreaming,
juegos de video y de animación; los diseños y servicios creativos que incluyen
la moda, el diseño gráfico, diseño de interior, paisajismo, servicios de
arquitectura y de publicidad; los libros y prensa que incluyen libros,
periódicos, otros materiales impresos, bibliotecas y ferias de libros; las
artes visuales y artesanía que incluyen la pintura, la escultura, la fotografía
y la artesanía (s/n).
Otra clasificación muy parecida
pero diferente a las anteriores, es la del profesor de la Universidad de Miami,
George Yúdice, que junto a Sylvie Duran, fabricaron un cuadro sinóptico donde
se reflejan los ámbitos de la economía creativa.
Figura 1. Sectores y subsectores
de la economía creativa
Elaborado
por: Yúdice y Duran, 2018.
CONCLUSIONES
El
concepto de cultura al ser polisémico. Tiene diferentes acepciones, dependiendo
el contexto en el que se encuentre. Pero dentro de este contexto político, la
acepción pertinente sería aquella que va en un sentido antropológico de cultura
viva donde el interés está en las costumbres, los hábitos, las formas de
expresión y creación. Al fin y al cabo, la cultura es creación humana.
Las
políticas culturales públicas son débiles e incipientes. Los problemas que giran
en torno a la cultura son secundarios para las autoridades de turno. Esta
situación es común, sobre todo en países del tercer mundo, donde los ineficientes
gobernantes no sopesan la importancia que tiene la cultura como eje de
desarrollo. Sin embargo, en otras latitudes se observa la situación inversa,
donde se manifiesta verdadera preocupación desde las universidades y
gobernanzas por seguir impulsando a la cultura como un objetivo primordial a
nivel país y que, además, aporta réditos significativos. Lo paradójico de todo
esto, es que el Perú es considerado como un país multicultural, que podría
aprovechar esta ventaja para mostrarse al mundo, ofertando un amplio abanico de
posibilidades. Pero en gran medida todo esto dependerá de las políticas públicas
y las autoridades de turno.
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