Recibido: 26/08/2020 Revisado: 01/09/2020 Aceptado: 02/09/2020
Publicado: 25/10/2020
RESUMEN
A fines de 2019 se inicia en Asia una pandemia de Enfermedad por
Coronavirus 19 (COVID-19). Esta enfermedad llega al Perú en
marzo de 2020 afectando principalmente a adultos pero también a
niños. La información disponible parece indicar que los
niños son tan susceptibles como los adultos de contraer esta
enfermedad, generalmente de otro miembro de la familia, siendo
asintomáticos en la mayoría de los casos, pero sin perder
la capacidad de contagiar el virus a otras personas. Los adultos, por
otro lado, adquieren la enfermedad en la comunidad y presentan
sintomatología más severa. En este artículo
revisamos las características epidemiológicas,
clínicas y de tratamiento de esta enfermedad en pacientes
menores de 18 años.
Palabras clave: COVID_19, epidemiología, clínica, tratamiento, prevención.
ABSTRACT
At the end of 2019 a Coronavirus Disease 19 (COVID-19) pandemic starts
in Asia. This disease arrives in Peru in March 202 affecting mainly
adults but also children. The current available information indicates
that children are as susceptible as adults to get this disease,
generally from another household member, being asymptomatic in most
cases but maintaining the capability of transmitting the virus to other
persons. Adults, on the other side, acquire the disease from the
community and have more severe symptoms. In this article we review the
epidemiological and clinical characteristics of the disease and its
treatment in patients under 18 years of age.
Keywords: COVID_19, epidemiology, clinical, treatment, prevention.
INTRODUCCIÓN
La familia Coronavirus está constituida por virus RNA
zoonóticos que infectan diferentes especies de animales,
produciendo diversas enfermedades en ellos. También infectan a
los seres humanos generando sintomatología respiratoria como
rinorrea, tos, fiebre, inflamación faríngea y
laríngea y broncoespasmo. Adicionalmente pueden afectar el
sistema digestivo produciendo diarrea. En casos serios pueden llegar a
producir distrés respiratorio agudo severo coagulopatías
y la muerte especialmente en personas con enfermedades crónicas
coexistentes (Zimmermann, 2020). El SARS-CoV-2 pertenece al grupo de
los Betacoronavirus e hizo su aparición en la provincia de Wuhan
en China en diciembre de 2019 a través de la infección en
humanos por consumo de carne de murciélago. Desde entonces se ha
diseminado por el mundo llegando al Perú en marzo de 2020. El
término COVID-19 se usa para referirse a la enfermedad causada
por el SARS-CoV-2.
Siendo la COVID-19 una enfermedad que afecta primordialmente a adultos
y en la que la gran mayoría de pacientes menores de 18
años son asintomáticos (Ludvigsson, 2020) la
información sobre la evolución de ella en este grupo
etario es limitada. Más aún si entendemos que solo han
pasado 8 meses desde su aparición. A continuación,
revisaremos las características epidemiológicas,
clínicas y de tratamiento en niños y adolescentes
incorporando la data peruana disponible.
DESARROLLO
Epidemiología
Los Coronavirus se encuentran como agentes causales en el 4 a 7 % de
las enfermedades respiratorias en niños (Cabeca, 2013 y
Ludvigsson, 2020) muchas veces coincidiendo con otros virus como el
sincicial respiratorio, influenza y rinovirus. En la gran
mayoría de casos esos pacientes presentan sintomatología
leve siendo más severa en aquellos niños con enfermedades
debilitantes.
En el caso específico del SARS-CoV-2, las series reportadas en
China estiman que aproximadamente el 2 % de los casos reportados en
este país fueron pacientes menores de 18 años y datos
similares se reportan en series estadounidenses (Zunyou, 2020).
En el Perú, la incidencia estimada de casos en menores de 18
años, definidos como la presencia de síntomas
consistentes con la enfermedad más una prueba diagnóstica
positiva, es de 5 % según data del Ministerio de Salud (tabla
1). lo cual es más del doble de la incidencia global reportada.
Esto debido principalmente a un incremento en el contagio
intradomiciliario donde los adultos traen el virus de la comunidad.
Tabla 1. Casos positivos de COVID-19 según grupos etarios
Fuente: Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades – MINSA
Transmisión
El SARS-CoV-2 se transmite de personas enfermas o asintomáticas
a través de partículas suspendidas en el aire originadas
por toser, estornudar, gritar, etc. También es posible la
transmisión por micropartículas en aerosol. Estas
partículas y micropartículas contienen una carga viral
que se incrementa en proporción a la severidad de la enfermedad.
Al depositarse en la mucosa oral, nasal o conjuntival el virus se une a
las células epiteliales mediante la proteína S de su
envoltura lipoprotéica, con la cual se adhiere al receptor ACE-2
que está presente en las membranas apicales de las
células de la mucosa (Dohchak et al,. 2020). Una vez dentro de
la célula, libera el ARN que se replica y forma nuevas
partículas virales que salen para infectar nuevas células
(Perez et al., 2020) (Figura 1).
Figura 1. Infección celular por el SARS-CoV-2. Luego de
adherirse al receptor ACE2 el virus ingresa a la célula y libera
la cadena de RNA la cuál es replicada por acción de una
polimerasa viral. En paralelo se codifican, también,
proteínas estructurales que formarán nuevas
partículas virales y serán liberadas. Tomado de Perez
Gema et al.,202
Como mencionamos anteriormente, la transmisión del
SARS-CoV-2 a niños ocurre principalmente en el hogar a través de adultos que
traen al virus de la comunidad. En el caso de adolescentes el contagio es
similar a los adultos al exponerse comunitariamente. En el caso de los recién
nacidos, la transmisión también es por contacto con adultos infectados ya no
hay evidencia, hasta ahora, que apoye la infección transplacentaria (Cabero-Perez
et al., 2020).
Por otro lado, los niños son capaces de infectar
a los adultos a pesar de ser asintomáticos. Más aún, existen reportes indicando
que los niños pueden tener una carga viral bastante elevada a
pesar de tener pocos o ningún síntoma, llegando a ser
similar a la de los pacientes adultos con enfermedad severa (Yonker et
al., 2020). Esto resalta la importancia de los niños como
elementos transmisores de la infección dentro de la familia.
Las partículas o micropartículas pueden depositarse en
diferentes superficies donde el virus puede permanecer viable por
tiempo variable. Al tocar los niños estas superficies y luego la
cara con la mano llevan el virus a las mucosas y se infectan.
Es debido a estos mecanismos de transmisión que las medidas
preventivas para controlar la expansión de la infección
deben incluir el uso obligatorio de mascarillas, el distanciamiento
entre personas y el lavado o desinfección de manos frecuente.
Clínica
La infección por SARS-CoV-2 pasa por varios fases: el periodo de
incubación, que en promedio dura 5 a 7 días pudiendo ser
de hasta 14; la fase infecciosa en la que el virus desencadena
síntomas similares a una gripe con fiebre, rinorrea, malestar
general, dolores musculares, tos y perdida del olfato y gusto; una fase
de neumonía viral y una fase inflamatoria en la que una
reacción exagerada del sistema inmune del paciente produce
daño multisistémico, principalmente respiratorio que
puede llevar a los pacientes a necesitar cuidados intensivos y,
eventualmente, fallecer (Berlin, 2020).
La sintomatología de la COVID-19 en niños y adolescentes
tiende a ser bastante más leve que en adultos, siendo la
mayoría asintomáticos.
Las primeras series pediátricas reportadas refieren fiebre y tos
como los síntomas más prevalentes seguidos de diarrea y
rinorrea (Yonker et al., 2020 y Xia, et al., 2020). Adicionalmente, los
síntomas gastrointestinales son más prevalentes en
niños.
Si bien la sintomatología es más leve en niños, en
algunos casos puede presentarse un síndrome inflamatorio
generalizado denominado MIS-C (Multisystem Inflammatory Síndrome
in Children), bastante similar al Síndrome de Kawasaki, que
aparece varias semanas después de exponerse al virus y que se
define como fiebre por más de 24 horas, evidencia de
inflamación de dos o más órganos, rash
cutáneo y una prueba positiva de infección por SAR-CoV-2
(Yonker et al., 2020).
Los hallazgos de laboratorio son similares a los de los adultos, con
disminución de leucocitos, trombocitopenia y elevación de
marcadores inflamatorios como la Proteína C Reactiva, Velocidad
de Sedimentación, Enzimas Hepáticas, Procalcitonina y
Deshidrogenasa Láctica.
Las radiografías de tórax y tomografías
Computarizadas muestran infiltrados bilaterales en parches, opacidades
en vidrio esmerilado y consolidaciones
Existen varias posibles razones por las que la infección por el
SARS-CoV-2 en los niños es más leve. La expresión
de ACCE-2 en la nasofaringe es menor en este grupo etario y aumenta con
la edad, esto disminuiría la capacidad del virus para ingresar a
las células de la mucosa respiratoria. Exposición
frecuente a otros Coronavirus podrían generar inmunidad cruzada
que puede controlar la infección. El recibir vacunas con cierta
frecuencia en la niñez puede mantener al sistema inmune
más activo que en los adultos mejorando su capacidad de
respuesta frente a la infección (Dohchak et al., 2020).
La mortalidad por COVID-19 en niños también es bastante
menor que en los adultos, siendo los niños menores de 1
año y aquellos con co-morbilidades los que tienen mayor riesgo
de tener enfermedad seria y fallecer.
El diagnóstico de la COVID-19 en niños se hace en base al
antecedente de exposición a un adulto infectado, la
sintomatología y una prueba diagnóstica positiva. Siendo
la mayoría de los casos asintomáticos o muy leves es
necesario un alto nivel de sospecha para indicar estas pruebas y
confirmar el caso.
La principal prueba diagnóstica es la detección de la
secuencia genética del virus mediante la Reacción de
Cadena de Polimerasa en Tiempo Real (RT-PCR) o prueba molecular como
también se le conoce. Esta puede ser positiva desde unos
días antes de la aparición de los síntomas hasta
aproximadamente diez días después de estos en promedio.
Adicionalmente se puede determinar la presencia de anticuerpos contra
el virus usando las llamadas pruebas rápidas que emplean
técnicas de ELISA o Inmunocromatografía para detectar
inmunoglobulinas A, M y G en sangre total o suero (pruebas
rápidas o serológicas) que se elevan secuencialmente dos
semanas después de la aparición de los síntomas en
promedio (PAHO, 2020) (Figura 2).
Figura 2. Secuencia de positividad de las diferentes pruebas
diagnósticas para la COVID-19. Tomado de www.paho.org/coronavirus
Tratamiento
Hasta la fecha no existe un tratamiento específico y claramente
definido para la COVID-19. Sin embargo, el conocimiento adquirido
estudiando otras formas de infección por Coronavirus (MERS-CoV y
SARS-CoV) ha permitido definir una serie de opciones que están
en diferentes fases de investigación clínica para
determinar si alguna de las diferentes alternativas investigadas ofrece
resultados positivos. Todos esto estudios se están realizando en
adultos y no hay, a la fecha, estudios de tratamiento hechos
específicamente en niños de tal forma que la
aplicación de una terapia se hace en base a la
extrapolación de data obtenida en adultos.
Dentro de las diferentes alternativas se incluyen antivirales como el
Remdesivir, anticuerpos monoclonales para bloquear mediadores
inflamatorios como el Tolicizumab, antiparasitarios como la
Hidrocloroquina y la Ivermectina, el Suero de Pacientes Convalecientes
con anticuerpos bloqueadores al virus, inmunomoduladores como el
Interferón y las Gammaglobulinas Intravenosas, los
corticoesteroides como la Dexametasona (con buenos resultados en
pacientes severamente enfermos) y otros.
En la gran mayoría de niños el tratamiento es
sintomático, usando paracetamol para la fiebre y malestar e
hidratación. Solo en casos que progresen al MIS-C se usan
gammaglobulinas intravenosas como parte del manejo.
Prevención
Como hemos visto, el SARS-CoV-2 es un virus altamente contagioso que se
disemina rápidamente en la comunidad. La mejor forma de detener
esta diseminación es evitando infectarse usando estrictas
medidas de prevención.
Las tres medidas preventivas más efectivas hasta el momento son
el uso de mascarillas en espacios públicos y reuniones para
evitar eliminar e inhalar partículas contagiosas, el
distanciamiento social de al menos 1,5 a 2 metros y el lavado y/o
desinfección de manos frecuente que impide el contagio luego de
tocar superficies contaminadas por el virus. Como hemos mencionado, los
niños se contagian principalmente de los adultos que traen el
virus a casa luego de adquirirlo en la comunidad; es por esto que
desinfectarse antes de relacionarse con ellos es indispensable. Otra
forma de contagio infantil es en reuniones con otros niños que
pueden estar infectados. Por esto se deben evitar grupos de
niños en parques, jardines, escuelas, etc.
Las medidas mencionadas se deben aplicar hasta que esté
disponible una vacuna que sea eficaz y segura, que permita desarrollar
anticuerpos bloqueadores contra el virus de manera duradera.
Actualmente hay casi 200 vacunas siendo investigadas, algunas de las
cuáles ya están en estudios clínicos de fase III
que permitirán establecer su eficacia y seguridad con certeza
antes de su uso en la población general.
REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA