RESUMEN
Las enfermedades producidas por hongos fitopatógenos son una de las
principales causas de pérdidas de las cosechas desde que el hombre comenzó a
cultivar plantas. Hasta el presente, estas enfermedades han sido controladas
fundamentalmente mediante: el mejoramiento de la resistencia de las plantas a
través de programas de selección y cruzamiento, el empleo de productos
agroquímicos y la adecuada rotación de los cultivos. Sin embargo, estas
estrategias no son suficientes para el control de las enfermedades causadas por
hongos porque los largos períodos de tiempo necesarios para realizar los cruzamientos
y retro-cruzamientos así como la selección de variedades comerciales, son
suficientes para que aparezcan nuevas razas de hongos con diferentes niveles de
virulencia; por otro lado, el uso de productos agroquímicos resulta costoso y
eventualmente pierden eficiencia con la evolución del patógeno, además de ser
potencialmente peligrosos para el ecosistema. Aplicando las modernas técnicas
de la biotecnología vegetal, así como la ingeniería genética, es posible
obtener plantas que se autoprotejan contra los hongos o los grupos de hongos en
un corto tiempo. Se estudia el caso tabaco, como modelo para entender los
mecanismos moleculares de transferencia y regulación que podrán ser aplicados
en cultivos de alta importancia económica como la papa.
Palabras claves: Bacterias patógenas,
cultivos, Agrobacterium tumefaciens, genes VIR, resistencia.
ABSTRACT
Diseases produced by phytopathogenic fungi are
one of the main causes of crop loss since humans started growing plants. Until
now, these diseases have been mainly controlled by the improvement of plant
resistance by means of selection and crossbreeding programs, the use of
agrochemical products and an accurate crop rotation. Nevertheless, these
strategies are not enough to control diseases caused by fungi because of the
necessary long periods of time to carry out the crossbreeding and backcrossing
as well as the selection of commercial varieties, which is plenty of time for
new fungi types with different levels of virulence to appear. On the other
hand, the use of agrochemical products is expensive and these eventually lack
efficacy as a result of the evolution of the pathogen, apart from being
extremely dangerous to the ecosystem. Implementing modern techniques of plant
biotechnology as well as genetic engineering makes possible the obtainment of
plants that protect themselves against fungi or fungal groups in short time.
Tobacco is studied as a model to understand the molecular mechanisms of
transference and regulation, which could be applied to crops of high economic
importance such as the potato.
Key Words:
Pathogenic bacteria, crops, Agrobacterium tumefaciens, VIR genes,
resistance
INTRODUCCIÓN
El tabaco (Nicotiana tabacum L.) es una de las más
de 7000 especies que componen la familia Solanaceae
(Clarkson et al., 2004). Esta especie
es un anfidiploide de 48 cromosomas que no se ha reportado en estado silvestre.
Betancourt (1991) y Siva et al.,
(2008), coincidieron en que la especie surgió como un híbrido natural que
posiblemente tenga como progenitores a Nicotiana
silvestris L. y a Nicotiana
tomentosiformis L. Este cruzamiento debió ocurrir en los actuales andes
peruanos- ecuatorianos- bolivianos, región única donde han sido localizados
ambos progenitores y es el centro original de su cultivo (Vavilov, 1936; Burns,
1982).
El cultivo del
tabaco tiene una gran importancia económica y amplia explotación mundial, llegó
a ocupar el séptimo lugar de las plantas cultivadas en el mundo después del
trigo, arroz, maíz, soya, algodón y café, sin embargo, hoy en día no está entre
las 15 más cultivadas, esto en gran medida por las campañas para disminuir los
hábitos de fumar, que si bien han incidido en la disminución del consumo desde
el año 2000, los valores logrados no son suficientes para alcanzar los
objetivos acordados para el año 2025 por la Organización Mundial de Salud (OMS).
El cultivo del tabaco, se practica en cerca de 100 países incluyendo mayoritariamente
a países en vías de desarrollo, donde se destacan: China (mayor productor y consumidor)
India y Brasil (OMS, 2019).
Patógenos
El cultivo del
tabaco en el mundo es atacado por numerosas plagas y organismos fitopatógenos,
que causan daños y enfermedades (tabla 1) que en diferentes grados afectan al
cultivo.
Tabla 1.- Organismos patógenos que afectan al cultivo del tabaco
(Espino, 1999)
|
Organismo patógeno |
Enfermedad |
Hongos |
Peronospora hyoscyami f. sp. tabacina Phytophthora parasitica var. nicotianae Breda de Haan Rhizoctonia solani Kuhn Fusarium oxysporum var. nicotianae Cercospora nicotianae Ell. y Ev. Alternaria tenuis Nees. Pythium sp. Collectotrichum destructivun O’Gara |
Moho Azul Pata Prieta Damping-off * Marchitamiento Ojo de rana Alternaria Damping-off * Antragnosis * |
Virus |
Virus del mosaico del tabaco (VMT) Virus del grabado del tabaco (VGT) Virus “Y” de la papa (VYP) Virus del encrespamiento foliar del tabaco (VEFT) Virus del mosaico del pepino (VMP) |
|
Bacterias |
Erwinia carotovora (Jones) Holland |
Tallo Hueco |
Insectos |
Heliothis virescens Fabricio Manduca sexta Bult. Myzus persicae Sulzer Prodenia sp. Trichoplusia ni Heteroderes laurentii Guerin Grillotalpa hexadactila Perty Feltia sp. |
Cogollero del tabaco Primavera del tabaco Pulgón verde Mantequilla Falso medidor Pasador del tabaco Verraquito de la tierra Cachazudo |
Nemátodos |
Meloidogyne
incognita (Kofoidy white) Chitwood |
|
Fanerógamas Parásitas |
Orobanche
ramosa L. |
Orobanche |
(*) Enfermedades
que afectan los semilleros.
Cualquiera de
estos organismos puede, de una forma u otra, causar daños severos en las zonas
tabacaleras. Las afectaciones en el cultivo se reducen o pueden ser controladas
con tratamientos preventivos y la aplicación de los programas de mejoramiento,
que han estado dirigidos fundamentalmente a la introducción en las variedades
comerciales, de los genes relacionados con la resistencia contra estos
patógenos y a la obtención de nuevas variedades, que tengan algún nivel de
resistencia a algunos de estos patógenos. Algunos de estos patógenos son
considerados como muy peligrosos para las plantaciones, destacándose, en orden
de importancia: Peronospora hyosciami
f. sp. tabacina, Phytophthora nicotianae
Breda de Haan, Heliothis virescens, Orobanche ramosa L., Virus del mosaico del
tabaco y Virus del grabado del tabaco (Espino, 1999).
El Moho Azul, causado por el patógeno Peronospora
hyoscyami f. sp. tabacina, es la enfermedad más importante que ataca al
cultivo del tabaco en los países donde se cultiva, pudiendo destruir totalmente
la planta, tanto en semillero como en plantaciones cuando las condiciones para
el desarrollo del patógeno son favorables (Todd, 1981). Lo mismo ocurre con la
bacteria del género Phythophtora, que
además de ser de rápido accionar destructivo en el cultivo del tabaco, lo
resulta en el cultivo de la papa. (Pérez y Forbes, 2008). Diferentes fito-mejoradores
y productores, han coincidido en plantear que, en los últimos años, a pesar del
empleo de fungicidas químicos y del manejo de variedades en las diferentes
áreas sembradas, el hongo ha aumentado su incidencia y afectaciones en las
plantaciones (Espino, 1999).
Figura 1.- Sintomatología característica del Moho Azul causado por el hongo Peronospora hyoscyami en una hoja de tabaco.
La sintomatología de esta
enfermedad es característica, en la fase de postura se pueden ver manchas
circulares amarillas en los semilleros, que corresponden con las plantas
afectadas. En las plantaciones (figura 1), se puede ver en el envés la
aparición del moho gris-azuloso mientras en el haz de las hojas permanece
aparentemente normal durante los primeros días, después cambia de color a
carmelita en los puntos afectados, terminando con la necrosis de la hoja. Las
hojas retardan el crecimiento, las raíces se afectan también (Lucas, 1975). Se
ha reportado la infección sistémica (Shew y Lucas, 1991).
En 1990 Spurr y Menetrez describieron la diversidad poblacional de Peronospora hyoscyami desde el punto de vista de su variabilidad genética. Esto tiene implicaciones epidemiológicas directas y explica por qué en ocasiones hay años sin la presencia de la enfermedad, o tener áreas geográficas locales que escapan de la enfermedad (Lucas, 1975).
Mejoramiento genético
El género Nicotiana es considerado un remanente de
un complejo poliploide que posiblemente haya evolucionado mediante la
anfiploidia y la diferenciación génica provocada por aneuploidia, mutaciones
espontáneas y recombinaciones genéticas (Goodspeed, 1954; Siva et al., 2008).
En Cuba el tabaco
se mejora de forma integral, lo que la coloca en una posición privilegiada en
cuando el conocimiento de su genética y manejo, lo que supone la obtención de
nuevas variedades con las mejores características agronómicas e industriales y
que además sean resistentes a los principales organismos patógenos, manteniendo
los parámetros organolépticos.
Las variedades
comerciales de tabaco en su mayoría presentan alta fertilidad. Esta es una
ventaja para la realización de programas tradicionales de mejoramiento, estos
programas incluyen básicamente la evaluación e incorporación a la producción o
a los programas de cruzamiento de variedades foráneas y el cruzamiento de
nuestras variedades con variedades foráneas o entre ellas, aplicando el método
de selección genealógica para obtener nuevas variedades integralmente
mejoradas. Con la aplicación de este programa se obtuvieron variedades como
Corojo, Habana 92, Habana Vuelta Arriba y Habana 2000 que son resistentes a las
principales enfermedades y además mantienen o superan la calidad y rendimientos
de las variedades anteriores (Espino, 1999).
Transgénesis
Las
características botánicas y fisiológicas de los géneros Nicotiana tabacum y Arabidopsis
thaliana han permitido que sean las plantas modelos en las investigaciones
de biotecnología vegetal y biología molecular aplicadas en los estudios básicos
de la mejora vegetal. Es así como el primer trabajo de expresión de genes foráneos
de interés económico en plantas transgénicas se realizó precisamente en tabaco
y estuvo dirigido a conferirles capacidad autopesticida al introducir en su
genoma y expresar el gen que codifica la d
endotoxina del Bacillus thuringiensis
var. Kurstaki cepa HD1 (Vaeck et al., 1987), estas plantas fueron
desarrolladas por la compañía belga Plant Genetic Systems. Las larvas de Manduca sexta (primavera del tabaco)
murieron después de comer de estas plantas. Posteriores experimentos en
invernaderos y campo con plantas de tabaco, tomate, papa y algodón productoras
de la d endotoxina del Bacillus thuringiensis (Bt)
demostraron que las plantas transgénicas estaban protegidas contra un rango de
plagas de Lepidópteros.
Se ha observado y así se
selecciona, que cuando se realiza la transformación genética, las plantas
transgénicas mantienen las características de la variedad, de acuerdo con la
guía establecida por la Unión Internacional para la Protección de Nuevas
Variedades de Vegetales (Menéndez et al., 1999).
Transformación de plantas mediada por Agrobacterium. Mecanismo molecular de
transferencia y su regulación
El sistema más
utilizado para la transformación genética de plantas es el basado en el uso del
Agrobacterium tumefaciens, donde un
segmento de su plásmido inductor de tumores (Ti) se transfiere a la célula
vegetal (Zambryski, 1992; Tinland y Hohn, 1995).
Los miembros del
género Agrobacterium son bacterias
gram negativas del suelo que pertenecen a la familia Rhizobiaceae (Lippincott et
al., 1981, Farrand, et al., 2003). Se conocen 4 especies
diferentes:
1.- A. tumefaciens produce “agallas”
formadas por células tumorales no diferenciadas en plantas de al menos 90
familias diferentes de gimnospermas y angiospermas dicotiledóneas. Algunas
cepas de Agrobacterium no producen
“agallas” pero inducen el crecimiento de teratomas, que son tumores
constituidos por células diferenciadas anormalmente, frecuentemente con la
apariencia de tallos o raíces.
2.- A. rubi produce pequeñas agallas
similares a tumores.
3.- A. rhizogenes es el agente causante de
la enfermedad conocida como “raíces en cabellera” al transferir el plásmido Ri
"inductor de raíces". El ADN-T del plásmido Ri es transferido al
núcleo de la planta donde tiene lugar la transformación (Tepfer y
Casse-Delbart, 1987; Zambryski y cols, 1989).
4.- A. radiobacter es una especie
avirulenta, que no causa la formación de tumores en plantas.
Aunque las
especies de Agrobacterium infectan a
la mayoría de las especies de plantas dicotiledóneas, es conocido que existen
diferentes niveles de susceptibilidad de acuerdo con la especie vegetal. Las
bases genéticas de esta limitación dependen de determinantes genéticos que se
encuentran en la planta y en la bacteria.
Durante el
proceso de infección natural, el Agrobacterium
tumefaciens, transfiere e integra en el genoma de la planta al plásmido Ti
(Piper et al., 1997), responsable de un tipo de crecimiento
desorganizado e indiferenciado de las células donde se produjo la infección,
apareciendo una enfermedad en las plantas conocida como “Agallas de Corona”.
Estos eventos de infección frecuentemente son localizados cerca de la unión del
tallo y la raíz (Braun, 1982). El proceso de transformación natural lleva
implícita la interacción planta- A. tumefaciens, donde a partir del daño
mecánico en la planta, se producen sustancias naturales, las cuales inducen los
eventos moleculares en la bacteria, que finalmente permiten la transferencia
del ADN-T a las células de las plantas.
El A. tumefaciens
transforma genéticamente células vegetales provocando la aparición de tumores
que sintetizan nutrientes que soportan el crecimiento de esta bacteria.
Los tumores
inducidos por A. tumefaciens se pueden extraer de una planta y cultivar in vitro en ausencia de reguladores del
crecimiento y continúan creciendo indefinidamente. Una vez iniciada la
formación del tumor no es necesaria la presencia de células de Agrobacterium para que continúe la
proliferación de este. Este hallazgo llevó a Braun (1982) a postular que Agrobacterium segrega un principio
inductor del tumor que origina el tipo de crecimiento anormal.
El crecimiento de
las células tumorales en medio de cultivo sin la presencia de hormonas
contrasta con las células de plantas normales que generalmente necesitan un
suplemento de auxina y/o citoquinina para mantener el crecimiento y la
viabilidad en el cultivo. En la generación de teratomas provocados por algunas
cepas de Agrobacterium también están
implicados ciertos cambios en el balance hormonal. Los teratomas, en plantas y
en cultivos pueden estar constituidos predominantemente de tejido verde de
tallo o de tejido radicular. Los tumores cultivados a partir de tejidos de
agallas son típicamente masas blandas de células no diferenciadas. Se puede
considerar que las células de los tumores se originaron por una transformación
neoplásica, es decir, la conversión de células normales a células tumorales
(Grierson y Covey, 1991).
Los tumores de
plantas producidos por infección de Agrobacterium
sintetizan una gama de derivados de aminoácidos, llamados opinas (Petit y
Tempé, 1975). Solo las células tumorales sintetizan opinas, los tejidos de
plantas normales generalmente no producen estos compuestos (Tempé y Goldmann, 1982). En un inicio, se
identificaron dos grupos de opinas: la familia de las octopinas, que son
derivados carboxietílicos de la arginina, y la familia de las nopalinas, que
son compuestos relacionados, conocidos como derivados carboxipropílicos de la
arginina.
El Agrobacterium puede catabolizar las opinas
sintetizadas por las células tumorales para obtener energía. Por ejemplo, la
octopina es convertida en arginina y pirúvico por enzimas de la bacteria y
estos productos son asimilados en el metabolismo celular bacteriano. Ciertas
cepas de Agrobacterium inducen
tumores que producen una opina específica. Únicamente la cepa de Agrobacterium implicada, o una cepa
relacionada, adquiere la ventaja competitiva de poder utilizar como fuente de
energía los nutrientes producidos por el tumor (Braun, 1958). Las cepas de Agrobacterium son clasificadas
dependiendo del tipo de opina que es codificada por el ADN-T (ej. octopina,
nopalina, L-succinamopina o mannopina).
El concepto del
principio inductor del tumor de Agrobacterium
se desarrolló a partir de la observación de que las células tumorales
proliferaban en ausencia del organismo causante. Inicialmente se propusieron
varias teorías en un intento por explicar este fenómeno. Se postuló que el Agrobacterium segregaba un “mensajero
químico” que activaba ciertos genes latentes de la planta, pero este nunca se
aisló o identificó. Otras propuestas, como la inducción de la tumorogénesis por
ADN vírico o bacteriano, no fueron tampoco sustentadas experimentalmente
(Grierson y Covey, 1991).
Después de las
observaciones realizadas a finales de los años 60 y principio de los 70, se
encontró que incubando una cepa virulenta de Agrobacterium (C58) a 36 °C, la virulencia se perdía
permanentemente (Hamilton y Fall, 1971). Varios laboratorios en los Estados
Unidos y en Europa demostraron claramente la implicación de elementos genéticos
bacterianos extra-cromosómicos en la tumorogénesis. Siguiendo el comportamiento
de plantas inoculadas con mezclas de cepas de A. tumefaciens virulentas y avirulentas, se observó que el carácter
de virulencia era transferido a la cepa avirulenta (Kerr, 1969). El análisis
del ADN bacteriano demostró que muchas cepas de Agrobacterium poseen uno o más plásmidos extra-cromosómicos
gigantes (Zaenen et al., 1974). La pérdida de virulencia de la cepa C58
después del tratamiento con calor se correlacionó con la pérdida de un
plásmido. Asimismo, la transferencia del plásmido de una bacteria virulenta a
cepas avirulentas confería oncogenicidad a la cepa receptora. La conclusión de
estos y otros experimentos (Van Larabeke et al., 1975.; Watson et al., 1975), fue que la transformación
de las células de las plantas por Agrobacterium
es causada por un plásmido bacteriano.
Los genes
involucrados en el catabolismo de opinas son de naturaleza procariota en cuanto
a que son operones inducibles. Su transcripción es inducida en presencia de
moléculas de opinas. Las células del tumor empiezan a producir opinas dirigidas
por los genes opina sintetasa del ADN-T. Las opinas, que difunden fuera de las
células tumorales, penetran en las células de Agrobacterium e inducen la expresión de los genes del metabolismo
de opinas localizados en el plásmido Ti, y también la transferencia del
plásmido Ti a otras cepas de Agrobacterium
que carecen de este plásmido. De esta forma, la cepa de Agrobacterium inductora sobrevive utilizando las opinas codificadas
por el plásmido Ti y fabricadas en el tumor vegetal, y la capacidad de
sintetizar opinas, es diseminada entre otras bacterias por transferencia del
plásmido (Grierson y Covey, 1991).
Los plásmidos Ti
que codifican una opina dada, codifican también para aquellas enzimas necesarias para el catabolismo de
dicha opina. Así, la cepa de A.
tumefaciens que codifique los determinantes genéticos para la síntesis y
catabolismo de nopalina, es clasificada como una cepa con un plásmido tipo
nopalina. De forma similar fueron caracterizados los plásmidos tipo octopina,
así como también de agropina y succinamopina, y de otras opinas producidas por
diferentes cepas de Agrobacterium.
En la parte del
plásmido Ti que no se integra al genoma de la planta, se mapearon varios genes
importantes, relacionados con la asociación entre la bacteria y la planta. Por
ejemplo, el catabolismo de opinas está controlado por loci localizados en el
brazo derecho de la molécula, cerca de un locus (tra), que codifican la enzima
necesaria para la transferencia conjugativa del plásmido Ti a cepas avirulentas
de Agrobacterium. El brazo izquierdo
del plásmido Ti contiene la región de virulencia (vir), que es activada por
compuestos exudados de las células vegetales heridas (Stachel y Zambryski,
1986). Este importante segmento controla la movilización del ADN-T como una
fase previa a la transformación.
En la fase
inicial de interacción, el Agrobacterium,
ataca las paredes celulares de las células vegetales lesionadas mecánicamente,
donde se multiplica (Lippincott y Lippincott, 1969). Este proceso está
controlado por dos loci de virulencia de Agrobacterium
(chvA y chvB), localizados en el cromosoma bacteriano. Los genes en estos 2
loci están constantemente expresados en las células de Agrobacterium, es decir, su expresión es constitutiva (Hooykaas y
Schilperoort, 1992). Los productos de los genes chv A y chv B solamente
pueden promover la unión cuando Agrobacterium
está en la proximidad de células vegetales dañadas, donde presumiblemente los
sitios de unión llegan a estar expuestos después del daño. Estas células
vegetales también excretan moléculas inductoras que activan ciertos genes en la
región vir del plásmido Ti. En contraste con los genes de virulencia
cromosómicos, los genes vir del
plásmido Ti están estrechamente regulados.
En tabaco
identificaron dos compuestos de la planta que activan específicamente los genes
vir del plásmido Ti (Stachel et al., 1985). Estos son: La acetosiringona
(AS), que es una sustancia lipofílica que se acumula con facilidad en la
membrana bacteriana interna o pasar a través de ella y la a-
hidroxi acetosiringona (OH-AS). Estas sustancias también activan la región vir
de aislamientos de Agrobacterium
crecidos en medio de cultivo. Además, ligeras modificaciones químicas de los
inductores reducen dramáticamente su eficacia, demostrándose cuán altamente
específica es la respuesta. En otras especies vegetales otros compuestos pueden
ser los responsables de la inducción de los genes de virulencia.
Una explicación
al por qué las plantas monocotiledóneas no son fácilmente infectadas por el Agrobacterium podría ser, que las
células vegetales dañadas no exudan compuestos fenólicos inductores de los
genes vir (Usami et al., 1987). Sin embargo, la formación de tumores es el resultado
final de un complejo proceso en el cual están involucrados varios pasos,
incluyendo el reconocimiento de las células vegetales por el Agrobacterium, el contacto de éste con
las mismas, la transferencia del ADN-T, su expresión, integración dentro del
genoma, y expresión de los síntomas por las células vegetales transformadas.
Los loci
genéticos de virulencia se denominaron vir A, B, C, D, E y G. La regulación de
los operones vir está mediada por la expresión constitutiva de vir A y vir G. La proteína vir A está en la membrana bacteriana interna
(Leroux et al., 1987; Melchers et al., 1989) y es capaz de
detectar desde su posición a los compuestos fenólicos. Esta molécula es
necesaria para la transportación de las moléculas que inducen la AS a través de
la membrana celular, desde la proximidad de células vegetales dañadas hasta el
interior de la célula de Agrobacterium.
Se cree que AS actúa cooperativamente con la proteína vir G para inducir la
expresión de vir B, C, D y E. La
expresión de estos genes es necesaria para la escisión del ADN-T del plásmido
Ti y su transferencia a la célula de la planta.
Para obtener una óptima inducción de los genes
vir (Alt-Moerbe et al.,1988; Melchers et al.,1989; Stachel y Zambryski, 1986), el pH del medio debe estar
entre 5 y 6, la temperatura cercana a 24 °C (Dillen et al., 1997), el medio de cultivo no debe tener extracto de
levadura y debe presentar un alto contenido de azúcar. La presencia de elevados
niveles de inositol mejora la expresión del sistema vir (Song et al., 1991). También algunos azúcares
no catabolizables tienen efectos estimulatorios (Ankenbauer y Nester, 1990; Shimoda et al., 1990).
El ADN-T es
transferido y expresado en las células vegetales aún antes de la integración.
Después de esta, la expresión del ADN-T es mantenida en un nivel estable,
dependiendo de la posición de su integración. La expresión de los oncogenes del
ADN-T da lugar a la síntesis de hormonas y a la proliferación del tumor. El
tumor resultante consiste en una mezcla de células vegetales normales y
transformadas.
El número de
copias del ADN-T en líneas vegetales transformadas es usualmente bajo, determinándose
desde una a pocas copias, raramente se han encontrado hasta 12 copias. El ADN-T
no se integra en posiciones específicas del genoma, si más de una copia están
presentes, pueden estar localizadas en diferentes loci del genoma vegetal o en
el mismo locus (Chyi et al., 1986;
Ambros et al., 1986).
El fragmento
específico de ADN transferido a plantas (ADN-T) está delimitado por secuencias
de 25 pb repetidas (Thomashow et al.,
1984). Hay genes codificantes para la superproducción de auxinas (Akiyoshi et al., 1984; Thomashow et al., 1984) y citoquininas (Barry et al., 1984), las cuales dirigen la
proliferación del crecimiento de la agalla. Otros genes del ADN-T codifican
para enzimas como opina sintetasas, un grupo de aminoácidos conjugados, que son
catabolizados por la bacteria (Bomhoff et
al., 1976).
Ha sido demostrado que, con excepción de las secuencias bordes, ningún otro
gen o secuencia del ADN-T es requerida para la transferencia (Nester et al., 1981; Leemans et al., 1982). La entrada de la región codificadora
del ADN-T puede ser cambiada por cualquier secuencia de ADN, permitiendo la
liberación de genes deseables a las células y posterior regeneración de plantas
completas (Zambryski et al., 1983).
Los caracteres introducidos han sido incorporados establemente dentro del
genoma nuclear y los alelos se segregan cumpliendo las leyes mendelianas (Otten
et al., 1981). La transferencia del
ADN es facilitada por un complejo de proteínas virulentas, codificadas en el
plásmido Ti, en un segmento de 40 Kb y el cromosoma bacteriano (Horsch et al., 1984).
Un problema
asociado con las técnicas genéticas que utilizan plásmidos Ti de Agrobacterium es que estas moléculas son
muy grandes (aproximadamente 200 Kb) y por tanto difíciles de manipular in vitro. Por ejemplo, son demasiado
grandes para encontrar sitios únicos de corte por enzimas de restricción en las
que se puedan clonar secuencias exógenas de ADN. Para resolver este problema se
han desarrollado dos estrategias de clonación que facilitan la manipulación del
ADN de grandes plásmidos Ti. La primera utiliza un vector intermediario (Caplan
et al., 1983; Horsch et al., 1984). En este caso, se extrae
la región ADN-T del plásmido Ti y se clona en un plásmido pequeño de E. coli, pBR322, que es relativamente
fácil de manipular in vitro. Luego se
clona el gen foráneo de interés en pBR322, en el sitio apropiado de corte por
una enzima de restricción dentro del ADN-T. A continuación, se transfiere por
conjugación el vector intermediario de E.
coli al Agrobacterium. Dentro del
Agrobacterium, el ADN-T modificado,
que contiene los genes insertados, es transferido al plásmido Ti residente por
recombinación homóloga. Puesto que este proceso de recombinación es raro, y el
vector intermediario se degrada rápidamente, y se transforma en un “vector
lanzadera” por incorporación del origen de replicación de un plásmido de amplia
gama de hospederos en el vector intermediario, de forma que pueda replicarse en
Agrobacterium. También pueden
seleccionarse los recombinantes por la incorporación de un gen de resistencia
de antibióticos en el ADN-T clonado en el vector lanzadera. Las colonias de Agrobacterium que contienen el plásmido
Ti modificado se pueden utilizar para transformar plantas.
El segundo tipo
de vector para la transferencia génica a plantas, basado en el plásmido Ti, se
denomina sistema binario (Bevan, 1984). En este caso, se clonan
independientemente los genes de virulencia del plásmido Ti y las secuencias del
ADN-T- en plásmidos más pequeños. La clonación de secuencias de ADN exógeno en
la región del ADN-T es relativamente fácil cuando éste se encuentra en un
plásmido pequeño. Entonces la integración del ADN-T modificado es controlada
por los genes de virulencia, activos en “trans”. Ambas estrategias utilizaron
con éxito para transferir diversas construcciones de genes a células y tejidos
de plantas.
En los primeros estudios,
la expresión de genes foráneos estaba limitada a tejidos tumorales, debido a
las dificultades de regeneración de plantas transformadas. Posteriormente se
encontró que el ADN-T podía ser desarmado por deleción de los genes oncogénicos
de la biosíntesis de hormonas, sin interferir con su capacidad para integrarse
en los cromosomas de las plantas (Horsch et
al., 1984). En combinación con un marcador de selección como la kanamicina,
esta estrategia permitió obtener transformantes no oncogénicos que se regeneraban
rápidamente dando plantas enteras. Además, los genes foráneos en las plantas
transformadas de esta forma se heredan, expresándose en las plantas de la
progenie. Los vectores desarmados son especialmente importantes para los
estudios de la expresión de genes foráneos y específicos de tejidos u órganos, debido
a que se pueden regenerar plantas enteras que portan el gen manipulado en cada
célula.
CONCLUSIONES
El control de
plagas y enfermedades en los diferentes cultivos debe ser abordado
integralmente de manera que sea eficiente el uso de los productos tradicionales
en el control fitosanitario sin necesidad de elevar las dosis inicialmente
recomendadas, que pueden contaminar el medio ambiente de manera irreversible,
aumenta el costo de la producción y aumenta la resistencia de los patógenos.
Teniendo en
cuenta que el control tradicional en diferentes patógenos es cada vez, menos eficiente,
se hace necesario el estudio y entendimiento de los mecanismos de acción tanto
en la planta como en los patógenos, así como su interacción, de manera que se
puedan aplicar nuevas estrategias que permitan su control.
Las técnicas
biotecnológicas, así como la ingeniería genética aplicadas a la agricultura, constituyen
una nueva y buena herramienta para el control de plagas, que, unido al manejo
integral de los cultivos, pueden lograr altos rendimientos sin dañar el entorno
ambiental.