RESUMEN
El presente artículo, tiene como
objetivo establecer los primeros alcances, a nivel Lima Metropolitana, sobre la
problemática del estrés y conductas alimentarias de
riesgo y la personalidad en población universitaria no obesa. Una de las etapas
más críticas para afianzar estos nuevos hábitos es en la infancia; sin embargo,
por los cambios dados a nivel contextual y tecnológico, la etapa universitaria
también se ha consolidado como una etapa crítica para el ser humano. Factores como el estrés que de alguna manera son
aplacados por ciertos rasgos de personalidad y por los hábitos adquiridos en la
infancia; sin embargo, es importante poder establecer un estudio donde se
puedan identificar más factores que intervienen en esta problemática y a su
vez, hallar métodos de prevención a fin de afianzar hábitos alimenticios
saludables en los estudiantes.
Palabras clave: personalidad, estrés, conductas
alimentarias de riesgo.
ABSTRACT
The aim of this article is to establish the first findings, at Metropolitan Lima level, about the problem of stress and risky eating behaviors and personality in the non-obese university population. One of the most critical stages to reinforce these new habits is during childhood; however, due to the changes that are taking place at contextual and technological level, the university stage is also considered as a critical stage for the human being. Issues such as stress are somehow soothed by certain personality features and by habits acquired during childhood. However, it is important to be able to set up a study to identify more factors that intervene in this problem and, in turn, find prevention methods in order to foster healthy eating behaviors in the students.
Key words: Personality,
stress, risky eating behaviors.
INTRODUCCIÓN
El
estudio de la personalidad se encuentra ligado directamente a aspectos
conductuales, sentimientos y pensamientos que en cierta medida influyen en
muchos de los comportamientos que ejercen las personas en determinadas
situaciones relacionadas a diversos factores. Uno de estos factores es el
estrés, que a nivel mundial arroja el 50 % de relación con algún tipo de
enfermedad mental (Caldera y Pulido, 2007). En ese sentido, este se ha
convertido en un factor de riesgo para diversas enfermedades, como pueden ser
las enfermedades cardiovasculares, entre otras. (Ávila et al., 2014). En
un mundo regido por la alta demanda de puestos laborales, los nuevos
estudiantes, adultos jóvenes, que están siendo parte del mundo universitario,
es importante poder identificar factores que influyen en el desarrollo de
capacidades y nuevos aprendizajes y, al mismo tiempo, poder controlar los
efectos que puedan estar repercutiendo en su personalidad, pues según estudios,
Espinoza, Rodríguez,
Gálvez, Mac Millan (2011), los rasgos de personalidad guardan relación
con diversas áreas de la salud
Se han encontrado diversos trabajos de investigación que se
enfocan en el impacto que tiene el estrés en la ingesta de alimentos en
estudiantes universitarios, ya que se encuentran en un periodo de adaptación a
los cambios y a la adquisición de nuevos hábitos que pueden provocar problemas
a corto o largo plazo en la salud física, mental y también en su desempeño a lo
largo de la carrera. En ese sentido, se han venido planteando nuevos mecanismos
que ayuden a controlar o mitigar los efectos negativos mencionados. Una de
esas propuestas es la intervención de las Funciones Ejecutivas (FE), ya que
estas tienen una capacidad regulatoria sobe determinados tipos de conductas de
riesgo y a esto se le suma la intervención de factores de personalidad que también
ayudan a controlarlas.
Existen estudios en los cuales se observa que las FE tienen la
capacidad de reducir el impacto del estrés, ya que ayuda a disminuir la
percepción de situaciones amenazantes de acuerdo con el contexto en el que se
encuentra el individuo. Asimismo, se han hallado diversos estudios donde se
observa que existe diferencias entre los efectos que del estrés en la conducta
(Gonzáles, 2018). Esto nos lleva a preguntarnos sobre cuáles serían los
factores que intervendrían en los individuos para que los efectos del estrés
sean menos impactantes en un grupo de personas más que en otros.
El individuo pasa por diversas etapas en las que sufre cambios a
nivel físico y emocional, lo que significa que la falta de prevención ante
estas situaciones puede provocar problemas en su salud, de ello la importancia
de abarcar factores como estilos de afrontamiento e ingesta de alimentos en
grupo que es de especial interés para la psicología de la salud (Chau y
Saravia, 2014).
Estudios epidemiológicos de la salud mental en población
universitaria presentan alta prevalencia en trastornos depresivos y ansiosos,
manteniéndose los trastornos depresivos a lo largo de la carrera entre otros
padecimientos como cambios en su ritmo de sueño, tensión, inquietud, cansancio,
aburrimiento, etc. (Chau y Saravia, 2014). Junto con ello, el análisis de las
de variables como la personalidad y la capacidad regulatoria de las funciones
ejecutivas es de suma importancia por su relevancia en la capacidad del
individuo al momento de presentarse situaciones estresantes como los cambios
ocurridos en el camino de su vida universitaria, en especial, las FE que
permite al individuo adaptarse cognitiva, emocional y socialmente (Da Silva,
2017).
Las investigaciones publicadas hasta el momento sobre el estudio
de estas variables han presentados relaciones que no han sido profundizadas y,
por ende, presentan deficiencias por la falta de un modelo teórico determinado
que respalde los estudios hasta el momento, publicaciones. Por ello, establecer
un modelo teórico que ayude a probar las relaciones entre las variables
propuestas sería un aporte a nivel teórico.
Por otro lado, a nivel social, permitirá una adecuada evaluación
neuropsicológica y psicológica en adultos jóvenes quienes, en la actualidad,
pertenecen a una generación que se encuentra muy vulnerable a los cambios y que
luchan por adaptarse a ellos que es clave en el desarrollo de ciertos
trastornos mentales relacionados a las variables estudiadas.
En conclusión, en este artículo se pretende brindar los primeros
alcances sobre la problemática expuesta a fin de dar a conocer los factores que
pueden servir de ayuda para prevenir las conductas alimentarias de riesgo.
Conducta alimentaria preclínica o de riesgo
En la actualidad, tanto hombres como
mujeres viven en un medio social muy agitado, especialmente en relación con
aspecto estético, sin embargo, al encontrarse inmersos en un escenario lleno de
exigencias en todos los niveles como el cultural y el social, un gran número
modifica hábitos de manera consciente e inconsciente, lo cual hace que pueda
incurrir en conductas que son perjudiciales para su bienestar físico y mental.
Estas pueden ser conductas en relación con la ingesta de alimentos excesiva o
mínima, dependiendo del momento y el grado de ansiedad que se maneje. Por ello,
de acuerdo con Unikel, Díaz de León y Rivera (2017), las conductas alimentarias
de riesgo son aquellas que rosan a los trastornos de conducta alimentaria (TCA)
y pueden ser similares; sin embargo, no son las mismas, ya que, estas son
conductas inapropiadas como el uso de medicamentos laxantes, seguimientos de
dietas estrictas y restrictivas que sin bien no llegan a tener un diagnóstico
clínico, sí son consideradas signos de alerta que requieren de estrategias de
prevención a fin de aplacar e impedir algún tipo de daño en niveles superiores.
Estas conductas sí pueden llegar a repercutir en la salud de los sujetos,
desconociéndose aún si son condicionantes como factores de riesgo para TCA,
pero repercuten en el funcionamiento psicosocial, elevando el grado de ansiedad
y estrés como lo haría un trastorno alimentario en sí mismo. Según Sánchez
(2009), es importante establecer la diferenciación un factor de riesgo y un
trastorno, ya que el primero, sería un signo aislado y el segundo, sería la
conjunción de signos y factores asociados a un determinado problema, en nuestro
caso, a nivel alimenticio.
Cognición social
Es
pertinente mencionar la cognición social, pues esta guarda relación con el
control inhibitorio, la monitorización y la planificación, que son vitales para
el manejo y la prevención de factores de riesgo de diversa índole, siendo una
de ellas el poseer una conducta alimentaria preclínicas. Asimismo, guarda
relación con el factor socioambiental, muy estudiado en estos temas.
La
cognición social se define como el conjunto de operaciones mentales que
subyacen las interacciones sociales, que incluyen la habilidad y capacidad
humana de percibir las intenciones y disposiciones de otros (Penn et al.,
1997 citado por Gutiérrez, 2013). Asimismo, se establece como un aspecto
especializado de la cognición cuyo fin más importante es la solución de
problemas sociales. Sin embargo, en la actualidad este concepto aún no está del
todo estructurado, pues se ha utilizado principalmente dentro de la práctica
clínica.
Por otro lado, estudios
sobre la elaboración de una perspectiva multidimensional que contemplan
aspectos cognitivos y afectivos en el proceso empático, a fin de analizar la
relación entre la habilidad empática y las funciones ejecutivas, en suma, de
las funciones cognoscitivas han funcionado de forma correcta y han brindado más
luz acerca del tema. Ello
hace referencia a que las investigaciones han arrojado luz a la compresión del
modo en que los componentes cognitivo y emocional de la empatía actúan
principalmente en el funcionamiento psicopatológico, sin embargo, es
fundamental hacer una exploración sobre las relaciones de estos componentes en
individuos que no tienen compromiso psicopatológico (Filippetti, López y
Ricahud: 2012).
Personalidad
Eysenck, de acuerdo con Mori (2002) al
hablar de personalidad, se refiere a ella como un todo organizado donde
confluye el temperamento, el carácter, el intelecto y el físico de un individuo
propiamente expuesto a un determinado ambiente. De acuerdo con Mori (2002), la
teoría de la personalidad elaborada por Eysenck está constituida por cuatro
factores de conducta: cognitivo, conativo, afectivo y el somático, que abarcan
la inteligencias, el carácter, el temperamento y la constitución
respectivamente. Esta suma de factores está determinada por la herencia y por
el ambiente en el cual se encuentra el individuo. Lo que resalta, además, en la
propuesta de Eysenck, la personalidad llegue a ser una ciencia, por ello parte
de principios ligados a la objetividad de sus planteamientos como es la parte
biológica. En ese sentido, la personalidad no es algo que se encuentre ligado
solamente a factores externos como son las sociedades y el medioambiente, sino
que, según este autor, al mismo tiempo las conductas que ejercen los seres
humanos se encuentran sometidas a factores internos y físicos. Esto hace que el
punto de vista cambie en torno al tema, pues se deben hallar formas de
modificar conductas no solo en favor de reconocer puntos externos que estén
influenciando en ella, sino que se debe incentivar el estudio del
funcionamiento del ser humano a nivel interno.
Mori (2002), indica que la teoría de
la personalidad de Eysenck, se ha centrado en bases biológicas muy definidas,
como por ejemplo, que el hombre biológico guarda relación con el sistema
nervioso central y con las inhibiciones corticales.
Estrés y desarrollo académico del estudiante universitario
El estrés académico es uno de los
temas más estudiados en los últimos tiempos, no solo desde el punto de vista de
la educación, sino también desde la psicología donde se han relacionado con
diversos factores como son el bienestar psicológico y físico. La presencia de
niveles altos de ansiedad puede ocasionar consecuencias en el estudiante
empezando por un deterioro en el desempeño académico, sin embargo, también se
han podido identificar efectos negativos en sus relaciones sociales y en la
salud, lo cual provoca, a su vez, deserción estudiantil y ausencias repetitivas
por problemas de salud.
Los estudiantes se
enfrentan a niveles más altos de competencias y de exigencias para poder llegar
a triunfar en un campo académico determinado. En ese sentido, el estrés vendría
a ser la respuesta del cuerpo a condiciones extremas que pueden llegar a
perturbar el equilibrio emocional del individuo. Sin embargo, cabe resaltar que
las consecuencias del estrés no se producen de manera inmediata, sino que estas
son producto de largo de sufrir distintos niveles de tensión, episodios de
frustración, experiencias desagradables, desorganización, entre otros, que
llegan a un límite y que pueden generar niveles de estrés tan elevados que el
cuerpo y la mente del individuo no lo puedan resistir. A ello se suman, los
factores como las reglas sociales y la familia que son variables que influyen
en gran manera en el ser humano, quien manifiesta el deseo de sentirse
perteneciente a un grupo y cumplir con las expectativas sociales. Esto nos
lleva a mencionar también que dentro de estos factores podemos hallar el deseo
de tener una imagen personal adecuada para la sociedad, como, por ejemplo,
“estar en forma”, “estar a la moda”, etc., que pueden afectar la performance
académica del estudiante.
En un estudio realizado con
estudiantes de enfermería en el año 2010, Caldera
y Pulido (2007), se realizó un
rastreo para conocer los factores que ocasionaban estrés que fueron,
principalmente, la sobrecarga de trabajos que le asignaban los docentes y la
preocupación por las evaluaciones. Mientras que, con respecto a las reacciones
físicas y psicológicas que presentaban fueron las siguientes: incapacidad de
relajarse y de estar tranquilo, aumento de desgano, reacciones
comportamentales, disminución de consumo de alimentos, etc.
Personalidad, estrés, y conductas alimenticias de riesgo
Hasta el momento hemos podido estudiar
brevemente y por separado algunos factores que guardan relación con el tema
principal. Por tanto, ahora se abordará el tema de manera conjunta a fin de
brindar una primera visión de la problemática que encierran estas tres
variables: personalidad, estrés y conductas alimentarias de riesgo.
En un estudio realizado en Santiago de
Chile, por Mendoza y colaboradores (2010), donde se evaluaron los hábitos
alimenticios, se encontró que los estudiantes tienen una mala percepción de la
calidad del servicio de la alimentación y a pesar de la existencia de alimentos
saludables y no saludables en su centro de estudio, se denota una gran
tendencia a consumir alimentos ricos en carbohidratos y lípidos y ello se suma
a su muy baja práctica de actividad física. Esto también lo podemos observar en
nuestro contexto, pues no solo por la presencia de espacios donde se puedan
adquirir alimentos saludables, sino porque siguen carreras que se caracterizan
por la enseñanza de prácticas y hábitos saludables, a pesar de ello, los
alumnos prefieren consumir comida que saben que les podría causar algún daño en
su salud y esto se ha convertido en una problemática, pues ello, podría deberse
a la presencia de factores como el estrés que de alguna manera son aplacados
por factores como la personalidad y los hábitos adquiridos en la infancia; sin
embargo, es importante poder establecer un estudio donde se puedan identificar
más factores que intervienen en esta problemática y, a su vez, hallar métodos de
prevención y a fin de afianzar hábitos alimenticios saludables en los
estudiantes.
De acuerdo con Espinoza y colaboradores (2011), el llevar un estilo de vida
saludable se relaciona directamente con la prevención y la disminución de
enfermedades crónicas no trasmisibles. Si bien es cierto, una de las etapas más
críticas para afianzar estos nuevos hábitos es en la infancia; en consecuencia,
por los cambios dados a nivel contextual y tecnológico, la etapa universitaria
también se ha consolidado como una etapa crítica para el ser humano. Esto se
puede observar mucho en estudiantes que migran a un determinado lugar, pues
empeoran su estilo de alimentación por la falta de tiempo para preparar y
consumir alimentos hechos en casa y tienden a consumir alimentos muy diferentes
a los que solían consumir en su infancia.
Según Troncoso y Amaya (2009) los estudiantes hacen
referencia que sus conductas alimentarias inadecuadas son causadas por la falta
de tiempo para almorzar o por la ansiedad que perciben por las evaluaciones que
les conllevan a aumentar su ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas,
azúcar, etc. Asimismo, hacen hincapié en que sus horarios son muy complicados,
pues apenas les da tiempo para comer y hasta muchas veces simplemente no han
comido nada en todo el día.
Espinosa, Contreras y Esguerra (2009),
establecen que existen diferentes aspectos que ayudan a que se pueda afrontar
el estrés, entre ellos, tenemos a los estados optimistas que surgen de la
personalidad, pues su buen manejo favorece a la salud mental y la percepción de
bienestar y la calidad de vida. Mencionan también que se ha hallado evidencia
de que el afrontamiento al estrés o a situaciones estresantes puede estar
supeditada de forma individual en relación a factores de la personalidad que
intervendrían en el sujeto. En ese sentido, de la teoría psicobiológica de la
personalidad se distinguen dos componentes: el temperamento y el carácter.
Ambos guardan relación con aquellos que se plantea en este artículo, pues,
según Espinosa y colaboradores (2009), con el primero se establece que existen
sistemas cerebrales independientes para el “mantenimiento e inhibición de la
conducta en respuesta a una clase específica de estímulos”. Con el carácter se
alude al aspecto sociocultural el cual abarca el concepto de sí mismo, sobre
los demás y el universo que confluyen sobre lo experimentado y dan como
resultado las reacciones emocionales. Por ello, consideramos que ambos términos
se encuentran ligados al poder de control, a nivel físico y a nivel emocional
de lo nos rodea o suscita en nuestro espacio-tiempo.
CONCLUSIONES
La personalidad
juega un papel importante en el nivel de influencia del estrés en nuestra mente
y en nuestro cuerpo y que se debe seguir profundizando estudios relacionados
para lograr elaborar métodos de prevención en personas que no presenten métodos
para contrarrestar los cambios que pueden repercutir en su salud y bienestar
psicológico.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS