Plantas que acumulan metales, su importancia. Leucocroton havanensis Borhidi hiperacumuladora de níquel
Metal accumulating plants, their importance. Nickel hyperaccumulator Leucocroton havanensis Borhidi
- Dubiel Alfonso GonzálezUniversidad Agraria de La Habanahttps://orcid.org/0000-0003-4712-2016
- Rolando Reyes FernándezUniversidad Agraria de La Habanahttps://orcid.org/0000-0003-2322-2901
- Daymara Rodriguez AlonsoUniversidad Agraria de La Habanahttps://orcid.org/0000-0002-2089-5281
- Eduardo Menéndez ÁlvarezUniversidad Le Cordon Bleuhttps://orcid.org/0000-0002-7276-72
- DOI: https://doi.org/10.36955/RIULCB.2019v6n2.001
- Esta obra está bajo licencia internacional Creative Commons Reconocimiento 4.0
- Recibido: 22/11/2019 Revisado: 11/01/2020 Aceptado: 21/02/2020 Publicado: 18/06/2020
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RESUMEN
Más de 700 especies vegetales en el
mundo son capaces de acumular en sus tejidos altas cantidades de elementos
metálicos (Ni, Cu, Co, Cr, Mn y Zn, entre otros) por lo que se denominan
hiperacumuladoras de metales. Este proceso fisiológico se ha interpretado como
una adaptación de las plantas a los suelos metalíferos donde habitan. Leucocroton
havanensis Borhidi es una especie hiperacumuladora de Ni endémica del
matorral xeromorfo espinoso sobre “suelo serpentina” en Cuba. La naturaleza
química de estos suelos metalíferos, debido a las altas concentraciones de Ni,
Cr, Co, Mn, Mg y Fe, unido a las bajas concentraciones de Ca y macronutrientes
como N, P y K, hacen que las áreas alberguen una alta representación de plantas
endémicas con características fisiológicas distintivas. La especie L.
havanensis está clasificada como amenazada en la Lista Roja de la Flora de
Cuba, debido al reducido número de poblaciones existentes como consecuencia de
la actividad económica del hombre. En el contexto de un desarrollo sostenible
se han implementado en varios países la fitorremediación y la agrominería.
Estas nuevas tecnologías utilizan plantas hiperacumuladoras como vía
alternativa para la extracción de metales del suelo. De esta forma se evita el
daño al medio ambiente y se conservan los recursos fitogenéticos de las zonas
mineras. La función ecológica de la hiperacumulación de metales pudiera estar
relacionada con la defensa de estas especies ante patógenos y herbívoros. El Ni
hiperacumulado en las hojas de Streptanthus polygaloides protege la
planta del ataque de bacterias y hongos y de la babosa Ambigolimax
valentianus.
Palabras
clave: Hiperacumuladoras, Metales,
Rehabilitación, Suelos, Plantas
ABSTRACT
Over 700 of vegetable species in the world are capable of accumulating in
their tissues large amounts of metal elements (Ni, Cu, Co, Cr, Mn and Zn, among
others); that is why they are called metal hyperaccumulators. This
physiological process has been interpreted as an adaptation of plants to the
metal polluted soils where they live. Leucocroton havanensis Borhidi is
an endemic Ni hyperaccumulator species of xeromorphic thorn bushes on
“serpentine soils” in Cuba. Due to the high concentrations of Ni, Cr, Co, Mn,
Mg and Fe, together with the low concentrations of Ca and macronutrients such
as N, P, and K, these metal polluted soils host a high representation of
endemic plants with distinct physiological characteristics. The L.
havanensis species is classified as endangered in the Red List of Cuban
Flora due to the reduced amount of existing population because of human
economic activity. Phytoremediation and agro-mining have been implemented in
several countries within the context of sustainable development. These new
technologies use hyperaccumulating plants as an alternative way to extract
metals from the soil. Damage to the environment is thus avoided and the
phytogenetic resources of the mining areas are preserved. The ecological function of metal
hyperaccumulation may be related to the defense of these species against
pathogens and herbivores. The Hyperaccumulated Ni in the leaves of Streptanthus
polygaloides protect the plant from the attack of bacteria and fungi and
from the Ambigolimax valentianus slugs.
Key words: Hyperaccumulators, Metals,
Rehabilitation, Soils, Plants.
INTRODUCCIÓN
La hiperacumulación de metales pesados por las plantas
Las plantas que crecen en suelos metalíferos han desarrollado
durante la evolución mecanismos fisiológicos para evitar la toxicidad por los
metales. Algunas controlan la entrada del metal en la raíz y su transporte a la
parte aérea, y otras han desarrollado mecanismos para evitar el efecto nocivo
de los iones en las células de las hojas. De acuerdo con estas características,
las plantas se clasifican en exclusoras, acumuladoras e indicadoras. Las
exclusoras restringen la translocación del metal desde la raíz a la parte
aérea, de forma que la concentración encontrada en las hojas es baja. Por el
contrario, las acumuladoras son capaces de concentrar el metal en su parte
aérea, sin la presencia de síntomas o limitación alguna para su crecimiento,
desarrollo y reproducción. En las indicadoras existe una relación proporcional
entre la concentración del metal en el suelo, la absorción y la acumulación del
metal en la planta, de forma que la concentración en las hojas refleja la del
suelo; en muchos casos aparecen síntomas de toxicidad visibles en la planta (Baker, 1981).
El término “hiperacumulador” de metales pesados fue enunciado la
primera vez por Roger D. Reeves y surgió a partir del descubrimiento de altas
concentraciones de Ni en la especie Sebertia
acuminata Pierre ex Baill (ahora Niemeyera
acuminata (Pierre ex Baill.) T.D.Penn) en Nueva Caledonia (Jaffré et al., 1976). El término “hiperacumulación” fue descrito un año más tarde por
Robert R. Brooks como la acumulación de concentraciones de Ni superiores a 1
000 µg g-1 en la materia seca de las hojas. También definió que las
especies capaces de acumular más de 10 000 µg g-1 se denominaban
hiperniqueloforas (Brooks et al., 1977). Las plantas clasificadas como hiperacumuladoras de Ni se
caracterizaron por contener concentraciones de Ni entre 100 y 1000 veces
mayores a las plantas que habitan en suelos no metalíferos, y entre 10 y 100
veces mayores a las presentes sobre suelos ricos en Ni formados sobre roca
ultramáfica. Si bien hubo cierta arbitrariedad en la elección de este criterio,
se observó en varias formaciones vegetales que las concentraciones de Ni entre
100 y 1 000 µg g-1 son escasas, mientras que las superiores a 1 000
µg g-1 parecen representar una respuesta diferente de las plantas
basada en funciones metabólicas características e inusuales (van der Ent et al.,
2013).
El concepto de hiperacumulación de Ni fue reformulado por Reeves (1992), quien planteó que una especie hiperacumuladora de Ni es aquella
que acumula más de 1000 µg g-1 del metal en la materia seca de su
parte aérea, en al menos un espécimen que crece en su hábitat. La especificación
sobre la localización del Ni en la parte aérea de la planta, obedece a la
dificultad para eliminar el suelo de las muestras de raíces y a que la
inmovilización de metales en las raíces es un proceso común (Baker, 1981). Cuando se estableció que el proceso de hiperacumulación ocurre
solo en plantas que crecen en su hábitat, quedaron fuera del concepto las que
se cultivan en sustratos artificiales, como los suelos enriquecidos con metales
o el cultivo en soluciones nutritivas. Además, las plantas deben crecer de
forma saludable, ser capaces de reproducirse y mantener una población
autosostenida (van der Ent et al.,
2013).
A partir de la identificación de varias hiperacumuladoras de Ni en
diferentes regiones del mundo, el término se aplicó a especies que acumulan
otros metales, para los cuales se definieron diferentes concentraciones
umbrales (Tabla 1). Muchas especies (721) hiperacumulan metales pesados,
metaloides y tierras raras como: Ni (523), Cu (53), Co (42), Cr (1), Mn (42),
Zn (20), Pb (8), Cd (7), Se (41), Tl (2), As (5), La (1), y Ce (1). Algunas
especies son capaces de hiperacumular más de un elemento químico (Reeves et al., 2017).
Tabla 1.-
Concentración umbral para las especies hiperacumuladoras de metales.
-
Metal
|
Concentración (µg g-1)
|
Cu
|
300
|
Co
|
300
|
Zn
|
3 000
|
Mn
|
10 000
|
Cd
|
100
|
Pb
|
1 000
|
Cr
|
300
|
Para el Cu y el Co se definió inicialmente un valor superior a 1
000 µg g-1, como para el Ni, de acuerdo con valores obtenidos a
partir de especies que crecen en la República Democrática del Congo. Estos
valores no se pudieron confirmar en estudios más recientes y el error se
atribuyó a la presencia de polvo en las muestras vegetales, por lo que se
consideró que este valor era muy alto para definir la hiperacumulación de Cu (Faucon et al., 2007). La identificación de especies hiperacumuladoras de Co ha
presentado una dificultad similar a la del Cu y por ello se estableció el valor
de 300 µg g-1 para ambos metales (Krämer, 2010).
La hiperacumulación de Zn se estableció para plantas que superen
el valor de 10 000 µg g-1 (Baker y Brooks, 1989), pero esos mismos autores consideraron años más tarde que el
valor era indebidamente restrictivo (Reeves y Baker, 2000). Para el Zn, un elemento que se encuentra normalmente a
concentraciones entre 50-500 µg g-1, una concentración de 3 000 µg g-1
es más que notable y merecedora de ser tomada para establecer la
hiperacumulación de este metal (Krämer, 2010).
El Mn se acumula en varias especies del género Maytenus, algunas
que crecen en suelo formado sobre rocas ultramáficas en Nueva Caledonia
acumulan más de 10 000 µg g-1 de Mn (Jaffré, 1977). En un inicio, estas especies se clasificaron como
hipermanganesoforas lo que suponía 1 000 µg g-1 como criterio para
la hiperacumulación del metal, pero los autores consideraron10 000 µg g-1
como la concentración umbral para este criterio (Baker y Brooks, 1989).
La hiperacumulación de Cd se informó por primera vez en la especie
Thlaspi caerulescens J.Presl y
C.Presl (ahora Noccaea caerulescens
F.K.Mey). La tendencia de esta especie a hiperacumular Cd varía ampliamente
entre las poblaciones (Lombi et al., 2001; Assuncao et al., 2003; Roosens et
al., 2003). La inmensa mayoría de los suelos naturales ricos en Cd (suelos
de tipo Calamina) son también ricos en Pb y Zn. Por lo tanto, muchas de la
hiperacumuladoras de Cd también hiperacumulan Zn o al menos son tolerantes a
este metal; lo mismo sucede con el Pb. La especie Arabis paniculata Franch. de China acumula 20 800 µg g-1
de Zn, así como 2 300 µg g-1 de Pb y 434 µg g-1 de Cd (Tang et al., 2009).
Varias especies acumulan concentraciones superiores a 1 000 µg g-1
de Pb en la materia seca de sus hojas, lo mismo en su hábitat que en solución
nutritiva, como el ecotipo de N.
caerulescens que crece en poblaciones al sur de Francia, (Mohtadi et al., 2012). Concentraciones foliares muy altas se detectaron en Brassica juncea (L.) Czern. y Brassica carinata A. Braun, mediante la
aplicación de sustancias movilizadoras y que forman complejos de Pb, como el
EDTA (ácido etilendiaminotetraacético) y el EDDS (ácido etilendiamino-N,
N'-disuccínico), tanto en solución nutritiva como en suelo tratado con los
agentes quelantes (Vassil et al., 1998). Esta técnica se denomina “Fitoextracción in situ inducida por quelantes”, es excesivamente cara para la
aplicación a gran escala y genera problemas medioambientales serios. Los
agentes quelantes que se han utilizados movilizan el Pb y provoca su
lixiviación, por lo que contaminan las aguas subterráneas y los suelos
circundantes, lo que generó un escenario de contaminación casi imposible de
controlar (Chaney et al., 2007).
No existen evidencias claras de la hiperacumulación de Cr en las
plantas. Este metal generalmente no tiene una alta biodisponibilidad en el
suelo, y por tanto existe una baja absorción potencial para las plantas. Varias
especies se han informado como hiperacumuladoras de Cr, Leersia hexandra Sw. (Zhang et al., 2007) y Spartina argentinensis
Parodi (Redondo-Gómez et al., 2011). Los valores de Cr detectados en las muestras diferían mucho
entre los sitios y las plantas, lo que indica una posible contaminación de la
superficie o la incapacidad de eliminar la contaminación superficial durante el
análisis. Sobre la base de las bajas concentraciones de Cr en las plantas,
tanto en suelos no metalizados (<1 µg g-1) como en los
ultramáficos (<50 µg g-1), se propuso establecer el criterio de 300 µg g-1
para el estado de hiperacumulación (van der Ent et al., 2013).
La hiperacumulación de Ni por las plantas
A pesar de que el término “hiperacumulador” se estableció muchos
años después, la primera especie hiperacumuladora de Ni (Alyssum bertolonii Desv.) se identificó en Italia a mediados del
siglo pasado (Minguzzi y Vergnano, 1948). A partir de ese año se han identificado en el mundo 532
especies, que pertenecen a 130 géneros de 52 familias botánicas. La presencia
de hiperacumuladoras de Ni se ha informado por varios países como: Nueva
Caledonia (65), Turquía (59), Brasil (30) y Malasia (24), entre otros (Reeves et al., 2017). Cuba es el país con el mayor número de hiperacumuladoras de Ni
con 130 especies. Las primeras especies cubanas informadas en la literatura son
Leucocroton flavicans Müll. Arg. y Buxus flaviramea (Britton) Mathou (Berazaín, 1981). Posteriormente se informaron 128 nuevas especies pertenecientes
a las familias Euphorbiaceae (38), Phyllanthaceae (24), Asteraceae (21),
Buxaceae (16), Rubiaceae (10), Myrtaceae (6), Tiliaceae (5), Clusiaceae (4),
Ocnaceae (2), Acanthaceae (1) y Oleaceae (1). La mayoría de estas especies
solamente crecen en suelos formados sobre roca ultramáfica (“serpentina”
obligadas) o también desarrollarse en otros tipos de suelo (“serpentina”
facultativas) sin hiperacumular el metal (Reeves et al., 1996, 1999).
La familia Euphorbiaceae en Cuba está representada por 251
especies distribuidas en 37 géneros y 137 de ellas son endémicas (Greuter y Rankin Rodríguez, 2016). Esta familia agrupa la mayor cantidad de hiperacumuladoras en la
isla y el género más representativo es Leucocroton,
donde las 26 son hiperacumuladoras (Jestrow et al., 2010). Veinte especies superan el 1 % de Ni en sus hojas, lo que
permite identificarlas como hiperniqueloforas y L. havanensis hiperacumula aproximadamente 20 000 µg g-1
de Ni en sus hojas (Reeves et al., 1996).
Importancia fisiológica y ecológica del Ni
en las plantas
El Ni es un nutriente esencial para las plantas superiores y desde
1970 se identificó como cofactor de la enzima ureasa en las plantas. La urea es
una sustancia que se genera a partir del metabolismo celular y resulta tóxica a
altas concentraciones (Fishbein et al., 1976). Tres rutas metabólicas sintetizan urea en las plantas
superiores. Esta sustancia es un producto de la actividad de la arginasa
mitocondrial en el ciclo de la ornitina. Por otra parte, las ureidas
constituyen la principal reserva de nitrógeno en la familia Fabaceae, el ácido
alantoínico se transloca de la raíz a los brotes y allí se hidroliza a
glioxalato y urea mediante la actividad de la alantoicasa. También se
identificó la síntesis de urea en la ruta metabólica de la canavanina, un
aminoácido no proteico presente en el género Canavalia y en Soya (Glycine max L.) (Dixon et al., 1975; Welch, 1981).
La deficiencia del Ni disminuye la capacidad de desarrollar
semillas viables en cebada (Hordeum
vulgare L.), debido al insuficiente crecimiento del embrión. En estas
plantas, la raíz del embrión crece pobremente o incluso permanece sin
desarrollo alguno. Además se han informado muchas anomalías en el desarrollo
del endospermo debido a la disminución de la actividad de las deshidrogenasas (Brown et al., 1987). La disminución de la actividad de la ureasa provoca la
acumulación de urea hasta niveles tóxicos, que a su vez afecta la formación del
embrión y retarda la germinación de la semilla en A. thaliana (Zonia et al., 1995).
La función ecológica de la hiperacumulación de Ni en las plantas
no se ha utilizado exhaustivamente, pero se ha especulado que pudiera ser una
respuesta de tolerancia al metal, resistencia a la sequía, una estrategia
competitiva e incluso una protección ante el ataque de bacterias, hongos y
herbívoros. A pesar de la escasa información sobre el tema se demostró la
inhibición total del crecimiento de Pseudomonas
syringae Van Hall pv. maculicola
M4 en hojas de N. caerulescens (1 400
µg g-1 de Ni). Esta bacteria es un patógeno natural de la especie y
creció en plantas cultivadas en ausencia del metal (Fones et al., 2010). También se observó un alto porcentaje de mortalidad en larvas de
Spodoptera exigua Hübner alimentadas
con dietas artificiales que contenían Ni. El efecto del metal aumentó, de forma
aditiva, cuando se combinó con Co y Cu, y de forma sinérgica cuando se combinó
con Zn. El efecto del Ni combinado con compuestos orgánicos también aumentó de
forma aditiva, cuando se combinó con Nicotina y polvo de semillas de Mostaza, y
de forma sinérgica cuando se combinó con ácido tánico (Cheruiyot et al., 2015).
Ligandos involucrados en la desintoxicación
de metales pesados
La planta absorbe los iones metálicos a través de la raíz y los
traslada por el xilema a los brotes, donde ocurren la desintoxicación y el
almacenamiento en compartimentos celulares. Estos procesos ocurren mediante
transporte, quelación y secuestración por ligandos orgánicos a nivel
subcelular. Los potenciales ligandos se agrupan para su estudio en tres grupos
principales: (1) donantes de oxígeno (carboxilatos: malato, citrato, malonato,
succinato y oxalato); (2) donantes azufre (metalotioneinas y fitoquelatinas) y
donantes de nitrógeno (aminoácidos) (Clemens, 2001). El acomplejamiento de los metales con estos ligandos disminuye
la actividad de los iones libres y así se reduce la toxicidad; posteriormente
se localizan en el apoplasto (Vázquez et al., 1992), se confinan en las vacuolas de las células epidérmicas o se unen
a la pared celular (Krämer et al., 2000).
Los ligandos tienen una función muy importante en la disminución
del efecto nocivo de los iones metálicos libres en la célula, la especificidad
del ion por el ligando está muy influenciada por el pH. El Ni parece estar
asociado a moléculas polares de baja masa molecular (aminoácidos y ácidos
orgánicos) y no a moléculas de alto peso molecular como las fitoquelatinas y
metalotioneínas. A pH ácido, los ácidos orgánicos son mejores agentes quelantes
de Ni que los aminoácidos, pero si el pH aumenta, también aumenta la
competencia por el aminoácido y desplaza a los ácidos orgánicos (Homer et al., 1997).
Las fitoquelatinas son polipéptidos sintetizados por la
fitoquelatina sintasa a partir del glutatión (Grill et al., 1987) y son además análogos funcionales de las metalotioneínas,
proteínas de bajo peso molecular ricas en cisteína, que tienen la función en
varias especies vegetales de neutralizar el efecto del Cd en las células (Wagner y Trotter, 1982).
Leucocroton havanensis
L. havanensis
es una especie hiperacumuladora de
Ni endémica de Cuba. Esta planta habita en el matorral xeromorfo espinoso sobre
“suelo serpentina” (cuabales) de las áreas protegidas “La Coca”, provincia La
Habana y “Lomas de Galindo” en la provincia Mayabeque (Reeves et al., 1999). El término “suelo serpentina”, que se utiliza ampliamente para
definir el sustrato formado sobre roca ultramáfica, no existe como tipo de
suelo. Aunque se caracteriza por contener la roca serpentinita (láminas
verde-azules), suelen ser ferríticos y ferralíticos rojos (Lewis et al., 2006). La naturaleza química extrema de estos suelos metalíferos,
debido a las altas concentraciones de Ni, Cr, Co, Mn, Mg y Fe, y las bajas
concentraciones de nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas
como N, P, K y Ca, hacen que estas áreas alberguen una flora característica con
un alto número de especies endémicas (Borhidi, 1988). Las 26 especies identificadas en el género Leucocroton son hiperacumuladoras de Ni, mientras que las especies
cercanas Lasiocroton microphyllus y Lasiocroton leprosus Jestrow (antes Leucocroton microphyllus (A. Rich.) Pax y
Hoffm. de Cuba y Leucocroton leprosus
Willd Pax y Hoffm. de Haití) no hiperacumulan el metal.
L. havanensis es una especie clasificada como amenazada en la Lista Roja de la
Flora de Cuba (González Torres et al., 2016), debido a la reducción del tamaño de sus poblaciones y a que su
hábitat se ha modificado por la acción del hombre. En el área que hoy ocupan ambas
reservas ecológicas, se construyó una presa y alrededor de ella habita una
población rural que realiza actividades agrícolas y ganaderas. Varios taxones
introducidos (invasoras) compiten por el espacio como el Marabú (Dichrostachys cinerea (L.) Wight y Arn.)
y el Weiler (Mimosa pellita Kunth ex
Willd.), entre otros (Herrera Oliver et al., 1987).
Clasificación
taxonómica
Leucocroton
havanensis Borhidi; Eukaryota;
Viridiplantae; Streptophyta; Embryophyta; Tracheophyta; Spermatophyta;
Magnoliophyta; eudicotyledons; core eudicotyledons; rosids; eurosids I;
Malpighiales; Euphorbiaceae; Acalyphoideae; Adelieae; Leucocroton (Webster, 1975; Byng et al.,
2016).
Descripción
botánica
Según la descripción original que
aparece en la Flora de Cuba: Leucocroton havanensis
Borhidi; Leucocroton flavicans Muell.
Arg.; Leucocroton angustifolius Pax y
Hoffm. – “Cuaba amarilla”. – Arbustos de hasta 5 m; pecíolo de 5-10 mm,
canaliculado arriba; hojas lanceoladas a lineal-lanceoladas, agudas a
mucronadas en el ápice, estrechas en la base, de 5 a 13 cm y 1- 2,5 de ancho,
brillantes y finamente reticuladas, el nervio medio hundido en el haz, el envés
blancuzco, estrellado-tomentoso y el nervio medio prominente. Flores masculinas
aglomeradas en espigas cortas, pedunculadas; sépalos cuatro, triangulares tomentosos;
estambres exertos, 10 ±; ovario rudimentario peloso; inflorescencia hermafrodita con 1 flor en la extremidad; sépalos lanceolados; estilos cortos,
muy divididos; cápsula de 5 mm. – Cuabales: Matanzas, Habana – Endémica (León y Alain, 1953).
CONCLUSIONES
- Las plantas hiperacumuladoras de metales pueden tener varias
aplicaciones en la alimentación y la industria. Estas especies vegetales pueden
utilizarse como suplemento nutricional para la producción de biofortificantes
ricos en elementos como Zn y Se, en ocasiones deficitarios en la dieta y muy
importantes en el metabolismo de los organismos vivos.
- Debido a la capacidad que poseen estas plantas de crecer en suelos
mineralizados, pueden utilizarse en proyectos de rehabilitación minera, para la
recuperación de la capa vegetal en minas abandonadas.
- Leucocroton
havanensis es una especie que se puede
emplear en la agrominería del Ni, como una alternativa ecológica a la
extracción convencional del metal, que erosiona el suelo y contamina el aire y
los ríos.
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