El
recurso hídrico: ¿ético?
The water resource: ethical?
José S. Barba Nureña, Martín Bringas Maravi y Fabrizio Chirinos Delgado
Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Lima, Perú.
Recibido: 27–11–2018
Revisado: 20–01–2019
Aceptado: 14–03–2019 Publicado: 25 – 05 - 2019
RESUMEN
El impacto actual y proyectado del
uso del recurso hídrico está fundado en los datos de numerosas investigaciones
comprometidas con la sostenibilidad del medio ambiente y se enfoca la crisis
actual que se vive por el buen manejo del recurso hídrico con que cuenta el planeta y que es de vital importancia
para la vida y desarrollo de la especie humana, visto y analizado desde el
punto de vista ético y de cómo se maneja este recurso, vital para la supervivencia no solo de la especie
humana, ahora que ya se tomó conciencia de que conforme vayan pasando los años se va tornar más escaso afectando
primordialmente en el desarrollo
humano y la supervivencia del planeta.
Estas nuevas formas, generarán tendencias económicas pero
que se usa muy bien
un trasfondo ético que nunca estará
mal quizás allí radique un enfoque más sistémico, no debemos llegar a
dejar de actuar
bien, sin tener que recurrir
a alternativas que nos dan ansiedades que son
condiciones para oportunistas.
Hoy, incluso con la
mediación de acuerdos
internacionales, ya se torna
cada vez más
difícil dar cumplimiento con las metas
formuladas para retornar a condiciones tales que permitan la supervivencia del
hombre y satisfacer con ello el principio de responsabilidad formulado por Hans
Jonás: “Obra de tal modo que los efectos de tú acción sean compatibles con la
permanencia de una vida humana auténtica en la tierra” (Rama, 2009).
Palabras clave: Ética
ambiental, desarrollo sostenible, recurso hídrico.
ABSTRACT
The current and projected impact of the use of water resources is based on data from numerous researches committed to the sustainability of the environment and focuses on the current crisis that is experienced by the good management of the hydric resource that the planet has and that is of vital importance for the life and development of the human species. seen and analyzed from the ethical point of view and how this resource is handled, vital for the survival not only of the human species.
As the years
go by, it will
become more scarce,
affecting primarily human
development and the survival of the planet.
These new forms
will generate economic
trends but an ethical background is very well used that will never be bad.
If there lies
a more systemic approach, we must
not stop acting
well, without having to resort to alternatives that
give us anxieties that are conditions for opportunists.
Today, even with the mediation of international agreements, it has become
increasingly difficult to
comply with the goals formulated to return to such conditions that allow the
survival of man and satisfy
with it the principle of responsibility formulated by Hans Jonás:
“Obra de tal modo
que los efectos
de tú acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana
auténtica en la tierra” (Rama,
2009).
Keywords: Environmental ethics, sustainable development,
water resources.
INTRODUCCIÓN
Muchas de las acciones emprendidas
por el hombre son un “instrumento” para
conseguir, a su vez, otro fin, otro bien.
Por ejemplo, nos alimentamos adecuadamente para gozar de salud,
por lo que la correcta ali- mentación, que es un fin, es también
un instru- mento para conseguir otro fin: la salud.
¿Hay algún fin último? Es decir, ¿hay algún bien que se persiga por
sí mismo, y no como instrumento para alcanzar
otro bien? Aristóte-
les (2014) nos dice que la felicidad
es el bien último al que aspiran todos los hombres por naturaleza. La naturaleza nos impele
a buscar la felicidad, una felicidad
que Aristóteles iden- tifica con la buena
vida, con una vida buena.
Pero no todos los hombres tienen
la misma concepción de lo que es una vida
buena, de la felicidad: para unos la felicidad consiste en el placer, para otros en las riquezas,
para otros en los honores, etc.
No se trata
de buscar una definición de felici-
dad al modo en que Platón busca la Idea de bien, toda vez que el intelectualismo platónico ha sido ya rechazado.
La ética no es, ni puede ser, una ciencia que dependa del conocimiento de la definición universal del bien,
sino una reflexión práctica encaminada a la acción, por lo que ha de ser
en la actividad humana en donde encontre- mos
los elementos que nos permitan
respon- der a esta pregunta.
Cada sustancia tiene una función
propia que viene determinada por su naturaleza; actuar en contra de esa función
equivale a actuar
en contra de la propia naturaleza.
Una cama ha de servir para
dormir, por ejem- plo, y un cuchillo para cortar: si
no cumplen su función diremos que son una “mala” cama o un “mal” cuchillo.
Si la cumplen, diremos
que tienen la “virtud”
(arete) que le es propia:
permitir el descanso o cortar, respectivamente; y por lo tanto dire- mos que son una “buena” cama y un “buen” cuchillo. La virtud, pues,
se identifica con cier-
ta capacidad o excelencia propia
de una sus- tancia, o de una actividad.
Del mismo modo, el hombre ha de tener una
función propia: si actúa conforme a esa fun-
ción será un “buen” hombre;
en caso contrario será un “mal” hombre.
La felicidad consistirá por lo tanto
en actuar en conformidad con la función
propia del hombre.
Y
en la medida en que esa función
se realice, podrá el hombre alcanzar
la felicidad.
Si sus actos le conducen a
realizar esa fun- ción, serán virtuosos; en el caso contrario, serán vicios
que le alejarán
de su propia natu-
raleza, de lo que en ella hay de característico o excelente y, con ello,
de la felicidad.
En estos tiempos en los que nos
desarro- llamos, vivimos y vamos pasando la vida, podemos argumentar que el
hombre vive implementando acuerdos,
mecanismos, es- trategias, programas, acciones y demás ins- trumentos ideados
para lograr un desarrollo sostenible de lo que nos queda de la tierra, como planeta
o como lugar
donde habitamos.
Desde los inicios de la vida,
el hombre ha sido
el único beneficiado del ambiente
y del agua, de forma que estos dos componentes de la tierra han
atendido con holgura cada una de las
necesidades del ser humano, inclusive abarcando deseos y placeres.
El evidenciar que el equilibrio se está rompien- do y que desfavorece la
presencia de condi- ciones para la permanencia de la vida humana y no humana, se presentó el siglo pasado a finales de los
años sesenta y comienzos de
los setenta (Scotto J. et al., 1988; Meadows et al., 1992 y Miller
et al., 2011).
Para esos tiempos, la ciencia
disponía de la información necesaria para
generar el conoci- miento
que describió como la actividad trans- formadora del hombre sobre
el ambiente.
Se logró, así, alterar en dos milenios
un escena- rio formado con el transcurrir
de tiempos solo comparables con la escala geológica.
Fueron alteradas las condiciones
del suelo, el agua y la atmosfera, cuyos efectos se relacionan directamente con
problemas am- bientales como el cambio climático global, la destrucción de la capa de ozono, la pérdida de
diversidad, la contaminación de los océanos,
la escasez y mal uso del agua, la perdida y degra- dación de suelos agrícolas y forestales, la de- sertificación, la lluvia acida, entre otros. El simple hecho de que todos estos
fenó- menos sucedan amenaza la existencia de la vida en la tierra, dando
sentido a la cita de Leakey y Lewin en 1997: “Dominante como ninguna otra
especie en la historia de la vida en la tierra, el homo sapiens está a punto de causar una gran crisis biológi- ca, una
extinción en masa, el sexto acon- tecimiento de estas características que habrá
ocurrido en los últimos 500 millo- nes de años”.
Conscientes de lo que puede pasar
en el futu- ro, al agua hay que valorarla como un recurso natural indispensable para la vida, cuyo con-
sumo aumenta de manera muy acelerada, y si bien el recurso agua podría
considerarse como renovable, su calidad disminuye de ma- nera
paulatina lo que puede dar lugar a pro-
blemas por escasez.
Además, y aunque tres
cuartas partes del
pla- neta están cubiertas de agua, sólo una míni- ma parte
es apta para el consumo
humano.
2.
EL AGUA Y EL SER HUMANO
La importancia del agua para la
vida en la tierra se debe principalmente a que es el componente mayoritario en
la estructura de los seres vivos,
esencial para su metabolismo.
Es el vehículo de transporte de los elementos nutritivos, es básico para
mantener la turgencia de las células y participa en todos los procesos y
reacciones químicas.
Por otra parte, regula la temperatura ambiental del planeta y es un
factor social que ha condicionado el desarrollo de las diferentes civilizaciones, siendo
actualmente un recurso económico fundamental.
Está estimado en la actualidad un
consumo diario medio de agua por persona de unos 200 litros, incluyendo
importantes pérdidas de distribución.
El agua procede de embalses y pozos, desde
donde es transportada a través de grandes conducciones, potabilizada en una
estación de tratamiento y, a continuación, elevada a depósitos.
Este proceso de producción y
transporte, en última instancia del
agua de lluvia,
con lo que en épocas de sequía se corre el riesgo de sufrir restricciones.
La mayor parte del agua que
entra en nuestras casas sale de forma residual
cargada de diversos contaminantes que van camino de las depuradoras.
Estas están diseñadas únicamente
para neutralizar los contaminantes orgánicos, nunca los compuestos tóxicos que
se acostumbran a tirar por lo que el proceso de depuración pierde capacidad.
Dado que en la zona donde vivimos
el agua disponible varía mucho dependiendo de la climatología, el ahorro debe ser considerado como una premisa fundamental y se convierte en factor de garantía de buena
calidad, independientemente de la disponibilidad puntual del recurso.
La utilización racional del agua impone una
gestión eficiente y sostenible del recurso y nos compromete a ser cuidadosos
con el gasto del agua, tanto a nivel individual como colectivo.
Estos recursos serán de utilidad para atender
aumentos estacionales del consumo de agua.
Entendemos como uso sostenible del
agua el propósito de hacer compatible el
uso de un bien natural con el mantenimiento del ecosistema al que pertenece y
además que no se produzca una pérdida de las funciones para satisfacer la demanda.
Así, se evitan situaciones de sobreexplotación.
La gestión sostenible del agua
consiste en administrar los
recursos hídricos, tanto subterráneos como superficiales, en base a un correcto
balance entre las necesidades de la sociedad y el medio
ambiente natural.
3.EL AGUA: DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL
El agua no es sólo un elemento imprescindible para la vida, sino
también un medio de desarrollo económico y social.
Al mismo tiempo, es un instrumento
que condiciona la organización del territorio
al conformar un sistema básico en la construcción de un
espacio cohesionado e integrado que determina la capacidad de
desarrollo y las condiciones de vida de la población (Opaluch, 1982).
En nuestros días, es unánime la
opinión de que el agua no es un recurso ilimitado que garantice indefinidamente el suministro para el abastecimiento urbano y la
producción de alimentos o energía.
Considerar lo contrario lleva
inevitablemente a la degradación de los ríos,
la sobreexplotación de los acuíferos y la desertización del territorio
(Raggi, et al., 2013).
La consideración del agua como un
recurso limitado implica la necesidad de incorporar criterios de eficiencia y
sostenibilidad en su gestión.
El coste real del agua es superior a los costes de suministro y depuración, de lo
cual se deduce la importancia de realizar prácticas que reduzcan el consumo
(Nauges y Thomas, 2000; Saleth y Dinar, 2000).
En las últimas décadas, se ha generado una preocupación internacional creciente por la escasez de este
recurso en determinadas zonas del planeta, ya que el incremento de la población tiene un efecto directo sobre su demanda, y cada vez cuesta
más hacerla llegar donde se necesita.
La escasez de agua implica una
menor producción de alimentos y un freno en el desarrollo industrial, factores
que serían detonadores de una crisis mundial cuyas consecuencias afectarían,
sobre todo, a los países en desarrollo.
Es en la década de 1990 cuando
numerosos expertos comienzan a dar la alarma acerca
del inadecuado manejo de los limitados recursos hídricos, despertando la conciencia de los diferentes
sectores involucrados, pese a que ya
había estudios y frases de entendidos en el tema que referencian estos a
décadas de los 70.
La
crisis mundial del
agua es uno
de los problemas clave que
condicionan el desarrollo sostenible. La escasez del
recurso, que se verá agravada por los efectos del cambio climático, su irregular distribución geográfica y temporal, y la creciente demanda de los distintos usos son los elementos que configuran esta crisis mundial.
Tanto la Cumbre del Milenio como
la última Cumbre de la Tierra han asumido, entre sus objetivos y compromisos
más relevantes, reducir a la mitad la población que no tiene acceso a agua
potable para el 2020.
Aunque el problema afecta
más intensamente a los países
en desarrollo (más del 50 % de esta población
está expuesta a fuentes
de agua contaminadas), las tensiones
entre los distintos
usos del agua en competencia, así como entre
los distintos países o regiones que comparten
el recurso, se producen
constantemente en distintos territorios del planeta.
4.LA ÉTICA PARA
ENFRENTAR EL PROBLEMA DE LA ESCASEZ DEL RECURSO HÍDRICO
En el análisis que merece el
problema de la escasez o que
desaparezca el recurso
hídrico, (ONU, 2006) define:
“…ética en sinónimo
de la moral. Sin embargo, el
concepto de la ética alude a enfoques filosóficos, mientras que el termino
moral tiene en cuenta aspectos sociales y religiosos…”
Se puede aceptar que la ética es
la filosofía de la moral y los valores morales son un producto cultural
del hombre, por lo que estos
se construyen en función de la relación que el hombre ha logrado con el ambiente
en busca del bien común (Arrojo,
2006).
La composición variada que exhiben los recursos naturales disponibles en el ambiente, para diferentes sitios
geográficos de un mismo territorio, obligan a la concepción de una
moral particular que refleja la realidad a la
cual el hombre se pretende
adaptar.
Los valores morales del mundo
occidental nos han llevado directamente a una crisis que toca lo ambiental, lo social, lo político y lo económico, lo cual exige
soluciones que permitan el
desarrollo sostenible de la vida humana y no humana en la Tierra.
En la figura 1 se muestra la comparación entre
ambas posiciones.
El valor simbólico del agua entre
dichos recursos básicos es hoy día tan importante para el medio ambiente como
lo era en aquellos tiempos.
Aunque el Principio No. 4 de la Declaración de Dublín sobre el Agua y el Desarrollo Sostenible le agrega un valor económico, en realidad el agua
“también tiene valores intangibles, simbólicos, culturales, religiosos, que hacen,
prácticamente imposible que se pueda
tratar como un bien de consumo usual” (Llamas, 2008).
Dada la diferencia en la concepción del valor del agua,
el hombre se ha visto
en la necesidad de resolver conflictos, atenuar riesgos y ofrecer
equidad ante situaciones negativas derivadas
del uso del
agua, afirma que
existen implicaciones éticas en muchas de las facetas de la gestión del
agua y que dichos aspectos éticos giran en torno a cuestiones como: “¿Quiénes
participan y en qué tipo de
decisiones intervienen? ¿Tienen
la posibilidad de formular
alternativas, o sólo
de reaccionar ante las
soluciones ya formuladas por otros?
¿Cuál es la
base para valorar,
implícita o explícitamente, las
compensaciones económicas? ¿Qué tipo de información debe ser accesible al gran
público y cómo se facilita el acceso? ¿Cómo se caracterizan los impactos
ambientales y cómo son incluidos en el proceso? ¿De qué modo intervienen los
expertos y los no expertos? ¿Qué uso o abuso
se hace de la información científica o técnica de los expertos?” (Llamas,
2008).
La gestión y manejo
del agua ha evolucionado
conforme se adquiere mejor conocimiento de las interdependencias que se dan
entre los elementos que están involucrados como son ambiente, política, economía y sociedad.
Inicialmente se consideró una estrategia
de mandato y control soportada
por la
aplicación de instrumentos derivados de leyes, estándares, reglamentos, códigos, etc.
Pero no fue suficiente y se dio
paso a la formulación de instrumentos económicos que involucraron la creación
de impuestos, tarifas y subsidios.
En esta estrategia, no se aseguró
equidad y fue entonces necesario asumir una estrategia consensual, fundamentada en la ejecución de lo dispuesto por audiencias donde tuviesen oportunidad de participar todos
los afectados.
Hoy, aunque todos estos elementos se conjugan en cada una de las etapas de la gestión
del agua, no resultan suficientes, puesto que los conflictos, las
necesidades y los problemas surgen más
rápido que las soluciones.
Pickering (1996) propone que una
forma de responder a esta situación es “apelar a los valores éticos de las
personas (y desarrollar en ellas algunos nuevos valores), como medida
para contrarrestar esos retrasos… Desarrollar valores
éticos, tanto en los consumidores, como en las autoridades y en la industria,
tiene un potencial mayor, más efectivo y más económico que la regulación
compleja del agua, además de que sería mucho más aceptable”.
Actualmente, se estima que los
criterios de análisis que se deben considerar en la Gestión Integral del Recurso Hídrico son
(Solanes y Getches, 1998):
Los sistemas
de asignación de agua pueden ser usados de varias
maneras para garantizar un uso eficiente del recurso.
Una de éstas es el reconocimiento
del valor económico del agua.
Los mercados pueden distribuir agua entre
consumidores consistente con el valor que la sociedad ha asignado al recurso.
La asignación de un bajo valor al uso del agua
resulta en usos ineficientes, con una tendencia a no dejar
agua para otros
usos, con agotamiento de las fuentes
y el consecuente daño de los ecosistemas.
Históricamente, el derecho al uso de agua ha sido condicionado a obligaciones
recíprocas entre el usuario
y la comunidad.
En general, la definición de “lo justo”
depende de la concepción de la comunidad.
Por lo tanto, los métodos usados
para tomar decisiones y racionar el agua deben
involucrar los intereses comunitarios, fundamentados en información
adecuada y no en opiniones arbitrarias.
Los conceptos de equidad y
eficiencia se centran en asignar agua a necesidades humanas fundamentales.
Sin embargo, los valores
ecológicos no están dirigidos
exclusivamente a necesidades humanas.
Los ejemplos más ilustrativos del
impacto de las decisiones basadas primariamente
en motivos ecológicos lo constituyen los relacionados con la conservación de especies en peligro
El desarrollo de recursos
para satisfacer las necesidades actuales de la población,
mientras se conservan recursos suficientes para beneficio de las generaciones futuras, es un propósito muy aceptado en
el discurso internacional sobre la
gestión de recursos naturales.
El concepto de equilibrio no
sugiere una fórmula exacta para asignar valores a intereses distintos.
Tampoco significa que todos los
intereses se estiman de una manera
igual.
El ideal de equilibrio sugiere que
se deben considerar todas las consecuencias en el proceso de la toma de
decisiones.
Ningún interés debe ser excluido
del proceso y ninguno debe tener una influencia
desproporcionada al valor
que la sociedad le asigna.
Hacer operativos estos criterios
implica la revisión de cuestiones éticas entre las organizaciones que buscan
articularlos, de esa manera se observarán las mejores formas de preservar el
líquido elemento, necesario para la subsistencia de la especie humana, así como
del planeta mismo.
5.EL CONSUMO DEL AGUA,
¿TIENE CONTROL O ES EXCESIVO?
El
agua es un
recurso escaso. Cuando
el usuario percibe un costo bajo tiende a consumir más agua y con ello
se genera escasez, por lo que esta no es evidencia de falta de recurso.
Por el contrario, se constituye en evidencia de un exceso de demanda.
El usuario debe ser consciente de
que el recurso agua es limitado y su demanda se debe controlar; de lo contrario, a largo plazo
no podrá garantizarse un suministro adecuado.
Surge entonces la tarifa como
mecanismo para controlar la demanda, aunque esta intención se puede ver
afectada por el subsidio que reciben los estratos bajos.
Así, crear una cultura
de ahorro de agua es un
reto bastante complejo.
Pensemos que todo usuario se
relaciona con la empresa prestadora, a
través de un contrato de prestación de servicios, que lo obliga a pagar lo
consumido y el costo solo se verá reducido en la medida que consuma menos; si
se pasa de un tope se le cobrará más (Rodríguez Martín, 2003).
Se obliga al ahorro de agua a
través de un instrumento económico, en lugar de construir
conciencia del problema que se vive: la escasez del recurso hídrico.
Si se genera conciencia, se
construye un nuevo esquema de
pensamiento y con ello una nueva cultura,
cambia el valor moral del consumidor y este entenderá que si el ahorro
de agua no comienza a partir de un cambio en su actitud, no será posible
garantizar el recurso para atender las necesidades de las futuras generaciones.
También es necesario
pensar que el agua es de todos, de esta forma, la sociedad
debe estar involucrada en la toma
de decisiones respecto
de la gestión del recurso
hídrico. Se logra mayor
claridad en los aportes de la sociedad cuando
esta se encuentra debidamente informada
de la problemática local.
El diálogo constructivo entre
todos los actores involucrados es provechoso en
la medida en que converjan la sabiduría
popular, el conocimiento técnico, el modelo económico y la intención política.
De esta forma, se logra incluir, en la gestión del recurso
hídrico, elementos de valor moral como la equidad, la solidaridad y la
responsabilidad.
Al considerar la sociedad, se
pueden tomar las decisiones en el nivel social más bajo, atendiendo el criterio
de subsidiariedad: un principio ético importante en el sentido
de que un órgano
superior no decida
lo que puede ser
competencia adecuada de otros organismos inferiores más próximos al usuario y de menor ámbito territorial.
6. EL ESTADO PERUANO Y SU RESPONSABILIDAD DE UNA POLÍTICA
DE PRESERVACIÓN DEL RECURSO
HÍDRICO
En este sector recae la
responsabilidad de generar una política de desarrollo sostenible, es decir, un esquema que
permita atender nuestra necesidad sin poner en riesgo las futuras generaciones.
Entonces, surge una cuestión
ética que pocas veces es considerada: ¿con qué
derecho nos atrevemos a establecer las
necesidades de las futuras generaciones? Al generar un escenario se está
condicionando la libertad de desarrollo que debe existir en nuestra
descendencia.
Hay una obligación ética de
entregar a nuestros sucesores un entorno en iguales o mejores condiciones de
las que lo recibimos de nuestros predecesores.
Es obligación de las instituciones
reducir la incertidumbre en las proyecciones y mejorar
con ello los escenarios en los que se proyecta la gestión del recurso
hídrico (Eto, 2008).
El aprovechamiento sectorial del
recurso hídrico no se da en un ambiente
en el que la información se comparta plenamente.
La sociedad, en su conjunto, debe exigir
acceso a la información dado
que ésta influye en los procesos de decisión.
La mayoría de estas instituciones son de
naturaleza pública y es difícil acceder
a la información, incluso se debe pagar por ella cuando se supone que
debería estar disponible al público.
Existiendo tecnología disponible para la
gestión de información, las instituciones deben considerar un sustancial mejoramiento en la adquisición y transmisión de datos a toda persona
interesada (C.I.U.P.,
2011).
Es usual la falta de recursos
económicos en estas instituciones del Estado. Les resta capacidad de planificación y de gestión.
La carencia de recursos económicos es referidacontinuamentecomoun impedimento para lograr un mejor desempeño.
Sin embargo, estas entidades disponen de presupuestos atractivos que las
constituyen en un verdadero fortín para la burocracia que manejan los políticos y
lamentablemente no dejan de estar
involucradas en escándalos asociados con manejos indecorosos, no escapándose de
la corrupción que envuelve a los diferentes niveles del gobierno peruano: nacional, regional y
local.
CONCLUSIONES
- Las cuestiones de
justicia, ética y moralidad son totalmente subjetivas, controvertidas y difíciles de exponer.
- Dependen de los
valores y aspiraciones de cada ser individual. La intención de este artículo no es tanto
convencer sobre una posición
definitiva, sino exponer una serie de ideas, inquietudes, frases y sugerencias. Toca a
quien escuche o lea estas ideas, meditar en ellas, valorar si son correctas, y considerar como podrían
implementarse si fuese el caso.
- La ética y la
moralidad debieran entenderse como actitudes, maneras de ser y de actuar,
individuales. Es decir,
no se puede ni debe forzar la moralidad y la ética en otros, salvo
mediante el ejemplo. Cuando hay consenso de
varios sobre algún estilo de comportamiento que debe generalizarse,
entonces este se implantará mediante las leyes y la legislación, aunque eso
normalmente es menos profundo y más
lento que la verdadera ética.
- Como parte de la
solución se ha planteado la necesidad de construir nuevos valores, los cuales
deben ser producto de la reconciliación del hombre
con la naturaleza. Planteamientos teóricos aportados por la ecología
superficial y la ecología profunda nos permiten reflexionar respecto del cambio
de actitud que debemos afrontar, para hacer frente a los diferentes problemas
ecológicos que se vienen presentando con el recurso hídrico.
- Es ético tener
transparencia en la información ante la ciudadanía. No limitarse a lo mínimo
que exigen algunas leyes, normas, convenios.
Desarrollar la disciplina a nivel
de gobierno y ciudadanía,
para que sistemáticamente se generen y
difundan informes completos, entre el personal
interno y hacia el usuario.
- Un aspecto ético,
deseable para una organización, es hacer entender a los encargados de la
administración del recurso hídrico en favor de las mayorías, está muy por encima de su puesto
y estatus, así que debe tener la humildad de no aprovechar su cargo para buscar
posiciones de status personal, o de sentirse autónomo y poderoso,
cuando es evidente que los problemas urbanos, sociales y ambientales demandan
enfoques integrales, y planteamientos interdisciplinarios.
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